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Rav Iaacov Filver La desconexión de los hijos de Gad y Reuven
Rav Iaacov Filver
(Beahava Ubeemuna No574)

Cuando los  hijos de Gad y Reuven dicen “no nos hagas pasar el Yarden” (Bamidvar 32:5), Moshé define su petición como “una cultura de hombres pecadores” (Bamidvar 32:14). Qué grave pecado cometieron ellos con su pedido?.
A primera vista, su pecado es que no deseaban pasar el Yarden y asentarse en la otra margen de Eretz Israel (la Tierra de Israel). Pero si analizamos los versículos que describen ese episodio, encontramos que no era ese el punto que tanto molestó a Moshé – ya que finalmente les fue permitido asentarse en la tierra del Guilad, en la margen oriental del Yarden. Entonces, cual fue su pecado?.
No en vano nos cuenta la Torá: “Mas los hijos de Reuven y de Gad tenían inmensa muchedumbre de ganado” (Bamidvar 32:1). Fue por eso que ellos no querían pasar el Yarden, y fue justamente eso lo que le molestó a Moshé. Y por qué?. Los hijos de Gad y de Reuven están asegurando su futuro económico, mientras que el resto de Am Israel (el Pueblo de Israel) se encuentra a la mitad de su camino a Eretz Israel, cuando todavía no han llegado a materializar sus metas y anhelos. Pero todo eso, como si no le importase a esas dos tribus: Ellos se preocupan por su futuro económico, y se desentienden de la meta general de la nación.
Algo similar ocurre en nuestra época, como vaticinó el Rav Kuk en su libro “Orot”: “El sosiego en el plano material al que llegará parte de la nación – que se imaginará que ha llegado a su plenitud y a su meta – empequeñecerá el alma, y llegarán días en los que no habrá anhelos. La aspiración a elevados y santos ideales cesará, y por ello el espíritu descenderá y se hundirá” (Orot, Pág. 84). Ese proceso – abandono de los ideales personales y nacionales – en el pasado y en el presente, es consecuencia del sumergimiento de la persona en los logros materiales y la avidez de la abundancia en el plano material.
Las adquisiciones materiales en sí, no son negativas. Se las debe juzgar – para bien o para mal – de acuerdo a dos criterios: De qué forma la persona las adquirió, y para qué meta las utiliza. Nuestros patriarcas – Avraham, Itzjak e Iaacov – eran muy ricos, como acota Rabí Avraham Ben Ezra: “Tanto Avraham, como Itzjak e Iaacov, poseían mucho ganado” (Shmot 21:2, Raab”a). Y esa gran riqueza no sólo que no perjudicó en absoluto su mundo espiritual y moral, sino que también los ayudó a rendirle culto a D’s. También Rabí Iehudá HaLevi en su libro “HaKuzari” (2:3) dice que “la limitación de las adquisiciones materiales no es parte del culto a D’s para el que puede obtenerlas sin esforzarse demasiado, sin dejar de ampliar su sabiduría y hacer el bien. Sobre todo si esa persona tiene una gran familia para sustentar, y utiliza su dinero para ello”. Por el contrario, él escribe que “para una persona como esa, ampliar sus adquisiciones es lo más correcto”. Pero la actitud de los hijos de Gad y Reuven frente a su riqueza no fue esa, y se cumplió el versículo: “La riqueza es guardada por su dueño – para su desgracia
” (Kohelet 5:12). Porque su riqueza, fue la causa de su propio tropiezo. Así dice el midrash (Tanjuma, Matot 8): “Y también los hijos de Gad y de Reuven eran muy ricos, y tenían mucho ganado, y les era muy importante. Por ello, se asentaron fuera de Eretz Israel, y por ello fueron las primeras tribus que fueron exiliadas, como dice el versículo ‘y deportó a los Reuvenitas y a los Gaditas’ (Divrei HaIamim Alef 5:26). [Por qué se hicieron merecedores de esa desgracia?. Porque se desconectaron de sus hermanos por su ganado, como fue recalcado cuando fue escrito ‘mas los hijos de Reuven y de Gad tenían inmensa muchedumbre de ganado’]”. El deslumbramiento de la riqueza trastornó su orden de prioridad, y por ello dicen nuestros sabios: “‘El corazón del insensato está a su izquierda’ (Kohelet 10:2) – esos son los hijos de Reuven y de Gad, que hicieron de lo principal lo secundario, y de lo secundario lo principal, ya que les era más importante su riqueza que sus familias. Cuando le hablan a Moshé, le dicen: ‘Edificaremos aquí rediles para nuestro ganado’, y sólo después agregan ‘y ciudades para nuestras familias’ (Bamidvar 32:16). Les contestó Moshé: Ustedes son unos insensatos, deben preocuparse primeramente de lo más importante, ‘edificaos, pues, ciudades para vuestras familias’, y sólo después ‘y rediles para vuestros rebaños’ (Bamidvar 32:24)”.
Esas tribus se preocuparon demasiado por sus riquezas, más aún que de las familias. Pero no era eso lo que más inquietaba a Moshé: Él temía que semejante conducta puede generar un peligro a nivel nacional. Él supo vislumbrar el comienzo de un proceso de desconexión, cuando parte del pueblo no le importará de lo que le ocurre a la otra parte, cuando los que se encuentran en una buena posición económica estarán satisfechos de sí mismos y se engañaran pensando que lograron solucionar todos sus problemas, y se dirán: “Ya que tenemos tanto ganado, y tenemos una tierra de buenas pasturas, gracias a D’s, no tenemos problemas. Qué nos importa de la responsabilidad nacional?!. No nos molesten, no nos recarguen haciéndonos partícipes de la meta del pueblo judío. Nosotros hemos llegado a nuestra plenitud, nos resulta muy bueno que nosotros estamos aquí, y ustedes allá”.
Esa era la desconexión de los hijos de Gad y Reuven – y es similar a la desconexión de la sociedad israelí de nuestros días: Parte de la sociedad se desconecta del Estado de Israel y de Eretz Israel. Pero la desconexión no termina allí: Sus consecuencias son notorias en la indiferencia de los habitantes que se encuentran en una buena posición económica de los cientos de cohetes que caen día a día en Sderot, en la indiferencia de parte de los habitantes del país – sobre todo los jilonim (seculares) – al sufrimiento de los expulsados de Gush Katif (los asentamientos judíos de la Franja de Gaza) y de los demás indigentes y oprimidos.
Fue eso lo que temió Moshé cuando llegaron los hijos de Gad y Reuven con su petición: “N
o nos hagas pasar el Yarden”. En su petición, Moshé diagnostica el comienzo de un proceso que producirá la división del pueblo, que perjudicará a la hermandad y el sentimiento de responsabilidad mutua entre todas las partes del pueblo – y por ello los reprendió. Y sólo después que ambas tribus se comprometieron a que “no nos volveremos a nuestras casas hasta que los demás hijos de Israel tengan en posesión cada uno su propia herencia” (Bamidvar 32:18), y también “nosotros nos armaremos para marchar a la vanguardia, al frente de los hijos de Israel” (Bamidvar 32:17), declarando su unidad con el pueblo y disipando toda inquietud en cuanto a su intención de desconectarse y sus consecuencias, sólo después de ello Moshé consintió en permitirles – después que hayan cumplido su promesa – asentarse finalmente en la margen oriental del Yarden.