"De
vosotros" y "del ganado"
Rav Itiel
Ariel (Beahavá Ubeemuná
No504)
La Parashá de los korvanot
(ofrendas) nos presenta un mundo entero de culto
a D's práctico minucioso, que a primera vista es muy falto de
"vida".
Muchas veces cuando intentamos dilucidar el punto álgido no
logramos hacerlo en
base a lo que se le hace al animal, e intentamos comprenderlo a
través
del proceso emocional que experimenta el que ofrece el sacrificio.
Ese
punto es notorio sobre todo en el comentario del Rambán
(Vaikrá 1:9), que
explica todo el tema de los korvanot en base a la
identificación entre
la persona que ofrece el sacrificio y lo que le sucede al animal.
Según su
explicación la ofrenda es como un alegoría de lo
que se merecería la
persona que la trae, si no fuera por la Bondad del Creador
que le permite sacrificar al
animal en vez de sacrificar su vida. Y según esa
concepción, nuestros sabios
dijeron "cuando alguno de vosotros ofreciere una
oblación"
(Vaikrá 1:2) - el que trae el sacrificio debe sacrificarse a
sí mismo,
en forma figurada, "y como oblación le sacrificaré mi
alma única"
(Baal HaAkeda).
Esa concepción - que tiene un papel central en los comentarios
de los Rishonim
- coloca el centro de gravedad de los korvanot en el mundo
interno del
que trae la oblación, y no en las minuciosas tareas
prácticas que deben
efectuarse. Es más; los profetas recalcaron una y otra vez -
para que no haya
ningún lugar a dudas - que el sacrificio del animal no es lo
principal, sino
que la sumisión del corazón, y sin ella éste
no tiene ningún valor. Y en
cierta forma el profundo sentido del sacrificio no depende del culto
práctico -
ya que los korvanot cesaron con la destrucción del Beit
HaMikdash,
pero la sumisión del corazón nunca cesó.
Pero por otro lado, debemos prestar atención a la diferencia
radical entre
la parábola y su moraleja, y discernir entre el que ofrece una
oblación para
agradecer a D's, y el que "sacrifica sus bajos instintos y confiesa sus
pecados". Ya que el sacrificio del animal no es obligación de
este
sino del que lo ofrece, mientras que el deber de sacrificarse a
sí mismo es
de la persona que al mismo tiempo sacrifica al animal y se sacrifica a
sí mismo.
El que sacrifica al animal debe hacerlo "a su voluntad", pero
no necesariamente "a voluntad del animal", mientras que el que
sacrifica algo de sí mismo debe tenerlo presente durante todo el
sacrificio. Y
si volvemos a nuestra Parashá, notaremos que hay otra
forma de
sacrificio, que no recalca lo que le sucede a la persona y no
es
sacrificado a su conocimiento, sino que justamente lo que le sucede
al
animal, en contra de su voluntad.
Y por ejemplo, encontramos dos formas distintas de elevar la
ingestión
material a un nivel que tiene valor espiritual, y ambas son aprendidas
de la Parashá
de los korvanot.
La primer forma, encuentra que la abstención de comer es
una expresión
de vinculación con D's, y compara la disminución del
sebo y la sangre
del que ayuna con el vertido de la sangre y sacrificio del sebo
de la
oblación. Y en contraste, la segunda forma encuentra la
expresión de ese
vínculo justamente comiendo seudat mitzva (cenas de
ocasiones festivas,
que son consideradas mitzva), y compara la mesa de la persona
con el
altar, y su ingestión a la ingestión de oblaciones.
La primera se ocupa
del sacrificio personal, y coloca en el centro la difícil
renuncia a los
placeres mundanos, mientras que la segunda prefiere la alternativa
positiva
para la elevación de la ingestión, y por ello se enfoca
en la transformación
que sufre la mesa y la comida que en ella se consume. Esa segunda
posición considera
el martirio propio de la persona y su continua ocupación en
sí mismo como una
carencia, y tiende a confiar en la rectitud natural de la persona.
Según su
forma de ver, el sacrificio que le es exigido a todo judío no
depende
necesariamente del precio personal que eso infiere, y la
elevación de su
voluntad que debe expresar en el sacrificio no se mide justamente en el
sufrimiento y el martirio que él acepta sobre sí mismo.
La tensión continua entre esas dos posiciones es semejante a la
relación
entre Purim e Iom Kipur. A primera vista,
se trata
de dos polos opuestos de la kdushá (santidad) que se
revela en el
tiempo. Por un lado un día cuya meta es "afligiréis
vuestras almas"
(Vaikrá 23:32), y por otro lado un día de "banquete y
alegría"
que llega a su máxima expresión bebiendo en exceso hasta
perder la claridad de
pensamiento. Pero ya dijeron los sabios que "Kipurim - Ke Purim"
(como Purim), ya que ambos complementan uno al otro en su
contenido.
La elevación espiritual del que ayuna en Iom Kipur llega
a su plenitud
justamente cuando es capaz de santificar el banquete y la
alegría de Purim.