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Por qué es diferente esta noche?
Rav Itiel Ariel
(Beahavá Ubeemuná No509)

La pregunta del hijo es el prólogo de la mitzva central de la Noche del Seder - la mitzva del relato de la Salida de Egipto, que es obligación del padre para con su hijo: "Y en aquel día le contarás a tu hijo..." (Shmot 13:8). Esa pregunta se refiere al cambio que distingue esa grandiosa noche de las demás noches seculares, "cuando la Matzá (pan ácimo) y el Maror (raíces amargas) se encuentran delante de ti" (Hagadá de Pesaj), y es formulada en forma detallada a través de las cuatro preguntas en las que el hijo enumera una a una todas las diferencias que caracterizan la Noche del Seder. En la Gmará explican que por lo menos parte de esas diferencias tienen sólo ese objetivo - "para que los hijos pregunten" (Shuljan Aruj, Orej Jaim 473:7): De acuerdo a ello, esos cambios no son una meta en sí, sino que solamente un medio para incitar la curiosidad de los niños en cuanto al relato de la Salida de Egipto. Esa provocación es necesaria para que el relato de la Hagadá no sea sólo un relato intelectual, sino que principalmente una vivencia acompañada de la excitación de los sentidos del niño.
Los distintos comentaristas indagan quién es el hijo que el autor de la Hagadá vio frente a él cuando formuló las cuatro preguntas, y cada uno contesta según su estilo. Hay quienes opinan que se trata de una recitación del niño falto de entendimiento, que no sabe preguntar, o a lo sumo son representativas del mundo interno del niño simple, que tiende a sorprenderse del cambio en sí, sin ser capaz de descender a lo profundo de su razón. Pero en contraste, hay quienes opinan que esas preguntas representan justamente al hijo sabio, cuyo mundo interior lo impulsa a interesarse en la esencia de la Fiesta de la Libertad y su sentido, y su investigación es resumida en la palabra "ma" ("qué", en hebreo), derivada de la palabra "mahut" ("esencia", en hebreo) (ver el comentario del Maharal a la Hagadá). Pero de una forma u otra, esa discusión es indicio de los distintos niveles de profundidad que la pregunta "en qué se diferencia" es capaz de hacer despertar en el corazón y en el alma en esa grandiosa noche.
En un análisis más profundo, nos percatamos que las diferencias que son mencionadas en las cuatro preguntas representan en realidad orientaciones opuestas. Dos de ellas se refieren a hábitos especiales de la Noche del Seder en la que debemos comportarnos como personas libres - que acostumbran a comer tendidos a la izquierda y mojar dos veces distintos aperitivos para hacer despertar su apetito - mientras que las otras dos se refieren a hábitos contrarios, que tienen por meta hacernos sentir como esclavos - que comen hierbas amargas - y como menesterosos - cuyo pan es un pan de pobreza, del que comen sólo un trozo. Y todavía antes que el niño comience a preguntar "en qué se diferencia", debemos preguntarnos a nosotros mismos qué sentido tiene esa discordancia, cuya raíz se encuentra en la complejidad de la vida cotidiana que deseamos modificar. Acaso la realidad en la que nos encontramos es deseable, y el cambio sólo tiene por cometido recalcar la grandiosidad del milagro del que fuimos merecedores, "que nos ha hecho llegar a esta noche y comer Matzá y Maror"?. O quizás esa realidad no es deseable, y el objetivo es expresar nuestra aspiración de libertad auténtica - lo que no nos podemos permitir en nuestra vida cotidiana?.
Y realmente, esa divergencia es indicio que nos encontramos en la mitad del camino entre la esclavitud total y la libertad absoluta, y es por eso que en esa realidad hay características tan contradictorias. Desde el punto de vista superficial podemos señalar con orgullo elementos centrales de libertad individual y nacional, pero sólo el corazón sabe hasta qué punto están acompañados de un sin fin de esclavitud interna y debilidades externas. Y quizás por ello quebramos la Matzá en dos, para discernir entre la mitad llena y la mitad vacía del vaso.
Esa realidad compleja merece ser analizada en esa noche justamente a través del cambio del orden normal. Ese cambio recalca hasta qué punto es frágil nuestra libertad, y sólo un paso nos separaba de nuestra esclavitud absoluta, y la de nuestros hijos, y de los hijos de nuestros hijos en Egipto. Sólo comprendiendo ese punto - que las bases de la libertad y la seguridad en las que nosotros nos apoyamos no son triviales - se puede aspirar a la revelación de la libertad total, más plena que la situación que nosotros conocemos hoy en día. De acuerdo a eso, el cambio de "comienza relatando la ignominia" (Psajim 11A) que nos recuerda la esclavitud del pasado no es un medio, sino que una meta, ya que es él el que prepara el cambio de "termina con la alabanza" (Ídem.) que se revelará pronto en nuestros días para nosotros.