La
palabra de D's
Rav
Shlomó Aviner (Tal
Jermón - Torá, pág.
116-119)
Pregunta:
Si la Torá
es un
conjunto de pautas correctas y justas para vivir según ellas, es
decir, un
código moral, también los gentiles tienen lo que opinar
al respecto. Cuál fue
la innovación con la
aparición de la Torá
en el mundo?. También los gentiles poseen normas morales!.
Respuesta: Toda
la sabiduría, toda la
ciencia y la moralidad que se expresa en el hombre, son humanas. La Torá,
es algo Divino. No es una persona que habla, sino que D’s habla!. “Y habló
D’s todas estas palabras, diciendo” (Shmot 20:1).
Hoy en día, la humanidad ya se
ha hartado de escuchar hablar al hombre. Los filósofos
investigaron y
analizaron racionalmente, cada uno por su camino; uno dice así,
otro dice asá,
todo es incierto, y propusieron soluciones contradictorias. El hombre
se encontraba
confundido y defraudado del frío pensamiento analítico.
Entonces, llegaron los
místicos, que intentaron colmar el vacío con experiencias
espirituales, cuando
cada secta sostenía con fervor que ella representa la verdad
auténtica. Incluso
hubo quien se atrevió a decir
-según sus discípulos y los
discípulos de ellos- que él es el dios mismo, y no solo
el portador de la
palabra Divina!. La persona se encuentra frente a todo ese
aluvión con
desconfianza, con todas sus incertidumbres, vacío, cínico
y desesperanzado. El
hombre quiere saber cuál es su camino en forma absoluta, quiere
que le digan
qué debe hacer, quiere que alguien venga y le diga con certeza
qué es lo que
debe ser hecho, le muestre cuál es el camino, le señale
el sendero. Ya esta
harto de todos esos balbuceos. Pero nosotros nos hartamos hace miles de
años:
Ya vimos en Egipto todo lo que la cultura humana puede proporcionarnos,
ahora
queremos saber nuestro camino. Hasta ahora, el hombre buscó a
D’s, y ahora, el
D’s busca al hombre - esa es la Torá.
Esa es la innovación
revolucionaria de la Torá; D’s le habla al hombre. La fe
en un D’s que
es la causa inicial y el origen de todo, de una entidad eterna que
existe
forzosamente, no es patrimonio exclusivo nuestro. También los
filósofos
hablaron de un dios que existe forzosamente, origen de toda la
existencia. Pero
el dios de ellos está muy lejano, “en el cielo” (ver Daat
Elokim, en el libro Ikvei
Atzon, del Rav Kuk). Qué le
dice un dios
como ese,
filosófico y lejano, al hombre?. Qué aporta a su vida?.
Qué relación hay entre
la existencia Divina y la vida del hombre?. El hombre se busca a si
mismo,
busca su papel en la vida; cuál es la diferencia si allá
en lo alto hay alguna
entidad o no?. Ese no es el punto que la Torá viene a
innovar: “No
tenían ninguna duda que forzosamente existe una entidad, sino
que la innovación
que ahora les comunicó y ordenó creer, es que ‘Yo soy el
Señor, Tu D’s’ - Yo, la
entidad cuya existencia es forzosa, soy tu Señor, es decir,
quien te guía. Y
esa es la raíz de ese mandamiento, que creamos que la misma
entidad que
nosotros entendemos que existe necesariamente... es el origen de las mitzvot
y las prohibiciones” (Darshot Aran 9). Ese es el punto álgido de
la Torá: D’s
está interesado en el hombre, le habla, para dirigirlo y
elevarlo. Él no se
encuentra en el Olimpo, y abandonó al hombre en su
desmoronamiento hacia un
precipicio, sino que se preocupa e interviene, dirige y señala
“el sendero por
el que irán y las acciones a hacer”.
En la entrega de la Torá,
D’s deposita en nuestras manos un regalo; Su guía, que en forma
esquemática se
encentra formulada en los diez mandamientos, en los que están
insinuadas todas
las mitzvot. Y el corazón de los diez mandamientos, es
la frase inicial:
“Yo soy el Señor, Tu D’s”. Yo estoy dentro de la existencia, soy
Tu Señor,
quien te dirige, que se encuentra dentro de tu vida, en todos tus
caminos. Eso
es todo. Lo demás, es la pormenorización detallada de esa
gigantesca frase.
Y eso no es todo: Ese D’s,
nuestro Señor, que nos dirige, es el D’s “que te saqué de
la tierra de Egipto”
- “Y de esa forma tendrás fe en la unicidad plena, cuando creas
que sus ojos
siempre están posados en la tierra, y observa la conducta de la
persona y juzga
su corazón y pensamientos. Porque quien no tiene fe en quien nos
sacó de
Egipto, en realidad tampoco tiene fe en el Señor, Tu D’s, y su
unicidad no es
plena, porque esa es la sgulá (característica
espiritual intrínseca) de Am
Israel a diferencia de todos los demás pueblos, y esa es la
base de toda la
Torá” (Olat Rehayá Bet, Pág. 475,
acotaciones), porque la supervisión
Divina del mundo, y su intervención para dirigirlo en su camino,
es notoria en
la extracción de Am Israel de Egipto. Si no fuese por la
sgulá de
Am Israel, por el papel singular de Am Israel -imbuir la
existencia con la palabra de D’s y la salvación del mundo- la
extracción de Am
Israel de Egipto es algo totalmente incomprensible!. Para
qué tantas complicaciones?.
Cuál es la lógica?. Tomar un pueblo que estaba dentro de
otro, a través de
procesos tan dolorosos, y después expulsar pueblos que habitaban
una tierra
para introducir a ese pueblo en su lugar...?. Tiene sentido solo si
reconocemos
el valor singular de ese pueblo, que revela en su historia la presencia
Divina
en el mundo y en la humanidad, que el profundo misterio de su
creación requiere
que sea cristalizado en el crisol de Egipto y a través de las
luchas con los
pueblos de la tierra de Knaan. Reconocer la existencia de D’s y tener
fe en su
unicidad, es tener fe en “El eterno de Israel”. La historia de Am
Israel
es la historia de la revelación del Nombre de D’s en la
existencia. No se puede
tener una fe auténtica, sin tener fe en Am Israel.
Hubo una vez una producción
televisiva, en la que fue descrito un pequeño niño de
color, que se imagina a
D’s: Un anciano, con una luenga barba blanca, rodeado de una corte de
ángeles,
y por supuesto, también él es negro. Él le ordena
a un ángel que eche un vistazo
al mundo desde el balcón, y le cuente qué ocurre
allí abajo. El ángel mira, se
lamenta, e informa: Las cosas no van bien, hay contiendas y peleas, el
asunto
esta muy feo. Qué haremos?. Él tiene una idea:
Escogeremos un pueblo, tomaremos
un lugar apacible y agradable donde vivirá, y allí lo
cuidaremos y velaremos
por su existencia, para que por lo menos haya algo bueno en el mundo.
El
anciano (es decir, dios) toma un globo terráqueo, hace girar su
índice, y elige
por azar un sitio en el mundo. Qué está escrito
allí? “Knaan”. Bueno, que sea!.
Pero, qué complicación!: El pueblo que tiene que llegar
allí, se encuentra en
Egipto, y justamente la tierra de Knaan está ocupada por otros
pueblos, los
Knaanim!. No hay más remedio, ya
tomamos una resolución: Hay
que sacar a ese pueblo por medio de milagros y diez plagas, abrir el Iam Suf, y librar batallas para que
llegue a esa tierra...!.
Ese programa fue criticado y excomulgado por los representantes de
todas
las corrientes religiosas cristianas, pero si no se tiene fe en la sgulá
de Am Israel, es difícil imaginarse las cosas de otra
forma.