"Y
tomaréis posesión de la tierra, y
habitaréis en ella"
Rav Iaacov
Filver (Beahavá Ubeemuná
No524)
No hay otra Parashá en toda la Torá
como la nuestra, que hable tanto de Eretz
Israel, de sus límites geográficos, de su conquista y
asentamiento. Incluso
al principio, cuando son enumerados los lugares donde acamparon en el
desierto
– también esas son las paradas que hicieron de camino a Eretz
Israel. También
al final de la Parashá,
se habla de la singular adjudicación de la tierra de las hijas
de Tzlofjad
sobre las que fue dicho: “Que apreciaban mucho a Eretz Israel”
(Rashi,
Bamidvar 26:64). Y en el centro de la Parashá
encontramos escrito: “Y tomaréis
posesión de la tierra y habitaréis en ella, porque a
vosotros os he dado la
tierra para poseerla” (Bamidvar 33:53). Ese es el corazón de la Parashá.
Ese versículo nos enseña que la mitzva del
asentamiento en Eretz
Israel tiene dos partes: Primero, se debe conquistar la tierra. Y
luego, se
debe habitar en ella. Rashi comenta: “‘Y tomaréis
posesión’ conquistándola de
manos de sus habitantes, y entonces ‘y habitaréis en ella’,
podréis subsistir
en ella. Pero de lo contrario, no podréis vivir en ella”.
Rabí Jaim Ben Atar
explica su intención en su comentario “Or HaJaim” a la Torá:
“La mitzva
es ‘y tomaréis posesión de ella’, pero ‘y
habitaréis en ella’ es una promesa”. Según
su interpretación se trata de una sola mitzva;
conquistar la tierra. Y
si tendremos el mérito, seremos merecedores de habitar en ella
con
tranquilidad. Y agrega “Or HaJaim” que “el Rambán z”l
comentó que la mitzva
es ‘y habitaréis en ella’, y en base a ello determinaron (Ktuvot
110B) que
todos deben ir a Eretz Israel”. Es decir: En opinión del
Rambán – a
diferencia de Rashi – la mitzva es asentarse en la tierra,
mientras que
su conquista es sólo un medio que nos posibilita habitar en
ella. Y “Or
HaJaim” se inclina por la opinión de Rashi, escribiendo: “Y
la
interpretación simple del versículo es afín con la
opinión de Rashi, ya que
termina diciendo ‘porque a vosotros os he dado la tierra para
poseerla’. Pero
si el asentamiento en ella fuese la mitzva, debería
haber dicho ‘porque
a vosotros os he dado la tierra para habitar en ella’”.
De una forma u otra, la mitzva de asentarse en Eretz Israel
está compuesta por dos partes; la conquista y su
colonización. Pero después de haber
sido merecedores de conquistarla y asentarnos en ella, debemos tener
presente
que Eretz Israel no es mercadería en venta con la que
podemos negociar como
nos plazca, sino que es la tierra que “los ojos del Eterno, tu D’s,
están
siempre sobre ella, desde el principio hasta el fin del año”
(Dvarim 11:12). Y
si utilizando nuestro libre albedrío haremos tonterías,
deberemos asumir las
consecuencias de nuestros hechos y pagar su precio cuando la tierra
reaccione,
de distintas maneras. La reacción más severa, es “no sea
que os vomite la
tierra” (Vaikrá 20:22). Incluso el ritmo en que será
conquistada la tierra no
se encuentra en nuestras manos; nos anuncia la Torá
que será conquistada paulatinamente, “y
el Eterno, tu D’s, quitará estas naciones de delante de ti poco
a poco, no
podrás acabar con ellas de una vez, no sea que se multipliquen
sobre ti las
fieras del campo” (Dvarim 7:22). Y también en la pequeña
porción que se
encuentra en nuestras manos es nuestra obligación cumplir la mitzva
de
asentarnos en ella, y cada zona que es conquistada debemos colonizar.
También respecto a los gentiles que habitan en la tierra la Torá
impone
limitaciones: Es cierto que podemos permitirle a gentiles vivir en ella
junto
con nosotros, y según la opinión del Rav Kuk - como fue
expresada en varios de
sus escritos - esa posibilidad no es sólo “si no hay más
remedio” sino que también
es deseable. Y así escribió: “Y ese es el ‘Guer Toshav’
(ciudadano
extranjero), el gentil que se encuentra en nuestros portones, que
nuestra Torá
kdoshá (santa) menciona como uno de los que se adhieren a
nuestra vida
social y nosotros le proporcionamos dentro nuestro la posibilidad de
procurarse
el sustento y trabajar, como un pueblo soberano en su tierra generoso
de
espíritu”. Pero al mismo tiempo la Torá
nos exige alejar de nuestra tierra los gentiles
malvados que persiguen nuestro mal, que describe en nuestra Parashá:
“Aquellos que dejaréis de ellos os serán como aguijones
en vuestros ojos, y
como espinas en vuestros costados, y os serán por adversarios en
la tierra en
donde habitáis” (Bamidvar 33:55).
Y cuando nosotros nos preguntamos: Por qué recae sobre nosotros
esta
desgracia, de Gush Katif (los asentamientos judíos de la Franja de Gaza)?.
Debemos
recordar que en los Acuerdos de Oslo nos comprometimos a devolver
decenas de
miles de asesinos que pretenden exterminarnos, que mataron miles de
ciudadanos,
y al respecto ya insinuó Rashi en nuestra Parashá:
“‘Y tomaréis
posesión’ conquistándola de manos de sus habitantes, y
entonces ‘y habitaréis
en ella’, podréis subsistir en ella. Pero de lo contrario, no
podréis vivir en
ella”. Y “Or HaJaim” en su comentario al versículo “y os serán por adversarios en la
tierra en
donde habitáis” escribe: “Si le permitiremos a los gentiles
malvados gobernar
alguna región de Eretz Israel, ellos no se
conformarán con lo que
tienen, y exigirán también las regiones que Am Israel
ya poseyó. También
esas regiones ellos intentarán poseer y nos dirán; salgan
de allí”.
De los versículos de la Torá,
y de los comentarios de Rashi y “Or HaJaim” aprendemos que no
podemos
hacer de Eretz Israel lo que nos plazca, e ignorar la
reacción de la
tierra a nuestros actos. Pero al mismo tiempo nosotros, que somos
fieles a la Torá
y a Eretz
Israel no debemos abatirnos ni debilitarnos: Incluso si – D’s no lo
permita
– ocurrirá la desgracia que hacemos recaer sobre nosotros
mismos, debemos
continuar siendo partícipes de todos los aspectos – espiritual,
científico,
civil y militar - de la vida del Estado de Israel. No permitiremos que
nuestra
estatura sea agobiada, y si también – D’s no lo permita –
habrán demoras en el
proceso de nuestro renacimiento, continuaremos por nuestro camino y D’s
nos
ayudará.