Rav
Tzfoni
Rav
Shlomó Aviner (Beahavá Ubeemuná
No537)
Rrriiing!.
Yo abro la puerta. Me encuentro con un hombre de apariencia
esplendorosa
y simpática, que enseguida conquista mi corazón. Viste
una camisa blanca, una kipa
grande de shabat, tiene una luenga barba y una amplia
sonrisa. Se
parece a mí, cuando estudiaba en la ieshiva (centro de
estudio de
- "Shalom, quién es usted?".
- "Tzfoni. Soy el Rav Tzfoni".
- "Es un placer para mí recibirlo. Por favor, entre,
siéntese".
El huésped abre un portafolio del que toma varias hojas.
- "He venido sencillamente a ayudarle, a asesorarle".
- "Por qué merito me hice merecedor?".
- "Yo lo aprecio a usted, desde que estudiamos juntos en la ieshiva.
No recuerda?... No importa. Comencemos con la persona más
cercana a usted: Su
querida esposa. Realmente, es un cónyuge maravilloso… - pero su
punto débil, es
el recato".
Emití un suspiro.
- "Si", continuó el Rav Tzfoni, "todo el mundo le debe
su existencia al recato - y se desmorona por su falta. Seguramente te
habrás dado
cuenta que ella no se cubre el pelo exactamente como corresponde
según la halajá.
Por qué no se lo haces notar?".
- "Se lo dije una vez, y ella se ofendió y se encerró en
sí misma".
- "Y qué con eso?. Es tu obligación!. A las mujeres, hay
que
mantenerlas a raya. Es tu responsabilidad. No renuncies!. Si renuncias,
ella
continuará desmoronándose".
- "Si… me parece que eso es lo que está ocurriendo".
- "Tú vez que tengo razón. Debes exigir. Las mujeres son
débiles:
Hay que ser autoritarios con ellas - y no sonreírles".
- "Realmente, dudé si decirle o no. Tú me estimulas".
- "Y si hablamos de sonreírle a mujeres, debes hacerlo en otro
lugar. Conoces a Pnina Berguer?".
- "Si, de mi trabajo. Una mujer joven, pobrecita…"
- "Debes estimularla, reforzarla. Le es difícil en su vida
conyugal".
- "Le hablé una vez. Ella vertió todo su corazón…
Pero cesé de
hacerlo, porque no es recatado".
- "Qué tiene que ver con el recato?!. No se trata de una charla
sin
meta alguna!. Es por la buena causa, es una bondad, "un mundo de bondad
será edificado"!. Ese es el momento adecuado para una charla
íntima!".
- "Así pensé, pero no me atreví".
- "Para eso yo estoy aquí".
- "Pero, cómo conoces todos esos datos personales?".
- "Realmente, no lo sabes?" - dijo con una sonrisa enigmática
y divertida. "Pero continuemos. Otro tema también muy
importante: Tus
padres. También con ellos eres demasiado blando. En tu casa,
comes sólo
estrictamente Kasher LaMehadrin (escrupulosamente kasher).
Entonces, por qué cuando comes en su casa tu comes de todo, sin
pestañear?".
- "Pero es kasher…"
- "Kasher, kasher… tú sabes perfectamente
qué quiere
decir kasher!. Debes decirles terminantemente: Si no es LaMehadrin,
nosotros no venimos!. Punto final. Ellos no se ofenderán: Por el
contrario, te
apreciaran por tus claros principios. Y si se ofenden - es su problema,
no el
tuyo. Tú les haces un bien, y ellos te lo deben agradecer de
todo corazón. El
respeto por los padres no prevalece sobre el cuidado del shabat
ni la kashrut".
- "Tú tienes razón, soy blando".
- "Si, ese es nuestro problema, el público Dati-Leumi
(Religioso-Nacionalista). No somos estrictos, y no nos atrevemos a
decir en voz
alta:
- "Perdón otra vez, pero cómo sabes todo eso respecto a
mí?".
- "Ya te lo he dicho, hemos estudiado juntos en la ieshiva".
- "Realmente, no me di cuenta. De todas formas, yo valoro mucho tu
ayuda. Te diré la verdad: Cuando me hacen acotaciones, me ofendo
y me revelo.
Pero tú sabes cómo hablar, con tanta sensibilidad…"
- "No te dejes engañar por mi apariencia: Cuando es necesario
soy
muy terminante, y tengo una cara totalmente distinta!. Tengo siete
apariencias distintas…"
- "Qué cuento místico es ese…?".
- "Nada de místico!. Sencillamente, yo cumplo mi rol de
distintas
formas. Contigo, se puede hablar con gentileza, y es todo un gusto".
- "Te agradezco las alabanzas. Tú me entiendes tan bien, como
por
adentro".
- "También cuando hablabas a solas con el Rosh Ieshiva
(director de la ieshiva), yo estaba allí. Todo lo que
estudiaste, yo
también lo estudie".
- "Déjate de jugar a las adivinanzas, y dime de una vez:
Quién eres
tú?".
- "Realmente no me reconoces?!". Un destello diabólico
brilló
en sus ojos. "Yo soy tu Ietzer HaRrá (mal instinto)!".
- "Tú?!. Pero tú te ves tan sensible, tan inteligente,
tan tzadik
(justo)…?!".
- "Justamente!. Ese es el truco!. Yo soy el Ietzer HaRrá
que
se esconde en ti, y se disfraza de Ietzer HaTov (buen
instinto). Por
ello me llamo Tzfoni [tzfoni = oculto, en hebreo. N. del
T.]!.
Soy el Rav Tzfoni!. Que tengas un mal día!. Los peores
deseos para ti!".