Parashat Koraj 23 de
Sivan 5774 No
973
Generalizar
y
discernir
En la
actualidad (reimpresión)
El argumento de Koraj y
su séquito en contra de Moshé y Aarón
-"¡Bastaos, ya que toda la
congregación, todos ellos son santos, y el Eterno está en
medio de ellos! ¿Por
qué, pues, os ensalzáis sobre la asamblea del Eterno?"
(Bamidvar 16:3) - a
primera vista, es justo. Realmente, todo Am Israel (el Pueblo
de Israel)
es "un reinado de sacerdotes y una nación santa", "y tu pueblo
son todos justos". Pero Koraj y su séquito dicen solo la mitad
de la
verdad: Se desentienden del hecho que hay diferentes niveles en la
nación, y
hay que discernir entre ellos, como Cohanim, leviim, e Israelim.
Pero no solo en la
nación de Israel, también hay que discernir entre los
distintos niveles que hay
en otros campos, como en el lugar, en el tiempo y en la humanidad. En
el
tiempo, hay que discernir entre Shabat,
días festivos y días comunes. En el lugar, hay que
discernir entre Eretz
Israel (la Tierra
de Israel) y las demás tierras. Y también dentro de Eretz
Israel, entre
Ierushalaim y el resto. Y también hay que discernir entre Har
HaBait (el
Monte del Templo) y el Beit HaMikdash (El Templo) y el resto de
Ierushalaim. También en la humanidad, hay que discernir entre Am
Israel
y los demás pueblos. Ya instituyeron nuestros sabios decir la habdalá
(bendición de la distinción) dentro de la oración
de la sabiduría, porque para
saber discernir, se necesita sabiduría (Brajot 33A). Y quien no
sabe discernir,
o no quiere discernir, entre kadosh (santo) y secular, entre
Israel y
los demás pueblos, entre Eretz Israel y las demás
tierras, no tiene
sabiduría. Koraj y su séquito perseguían el honor,
y trataron de debilitar el
liderazgo de Moshé y Aarón, que fueron elegidos por D's
para dirigir al pueblo.
Para ello, utilizaron el argumento demagógico de la igualdad;
todos son kdoshim
(santos), todos son iguales, y no hay ninguna diferencia. Y con
respecto a eso
dijeron nuestros sabios, "no se debe apiadar de quien no tiene
sabiduría,
como dice el versículo 'porque no es pueblo de entendimiento,
por lo tanto su
Hacedor no tendrá compasión de él' (Ishaya 27:11)"
(Brajot 33A). Y en
efecto, ese fue el destino de Koraj y su séquito, que quisieron
introducirnos
en el remolino del anarquismo.
En la actualidad, el argumento de Koraj
y su séquito, de la igualdad como el valor fundamental sobre el
que debe
erigirse toda la vida social, nacional, e incluso jurídica, es
peligroso y nocivo,
y corremos el peligro que nos lleve a la anarquía en todos los
campos. La
generalidad e igualdad son ciertas a condición que exista
también
discernimiento y diferenciación. Todas las personas fueron
creadas "a
imagen y semejanza de D's". Hay que respetarlas y amarlas, como nos
dijeron "ama a las criaturas", porque son criaturas Divinas. Pero al
mismo tiempo hay que discernir entre Israel y los demás pueblos,
reconocer que Am
Israel fue elegido por D's para recitar Su gloria, "pueblo que
formé
para Mí, para que cuenten Mis alabanzas" (Ishaya 43:21). No ser
consciente
de la diferencia entre Israel y los otros pueblos es la causa de los
casamientos mixtos, el Holocausto de nuestros días. Y de la
misma forma con
respecto a Eretz Israel. D's creó todo el mundo y todas
las tierras,
pero diferenció a Eretz Israel eligiéndola
"porque el Señor ha
elegido a Tzion, deseóla como habitación para Si"
(Tehilim 132:13). Y esa
es la razón de nuestra actitud tan especial frente a la tierra
de nuestra vida,
el vínculo viviente entre Am Israel y Eretz Israel,
y la
prohibición terminante de entregar parte de ella a otro pueblo.
También los
días, todos fueron creados por D's, "porque en seis días
hizo D's el cielo
y la tierra", pero hay que diferenciar entre kodesh y jol
(laico), entre los seis días de la
creación y el Shabat, santificar el Shabat y los
días festivos.
Debemos aprender a generalizar, estar convencidos y creer que Él
reina sobre
todo. Y al mismo tiempo, diferenciar y discernir entre los distintos
niveles en
el mundo de "el que dijo, y fue creado".
De quien anhela la salvación plena
Dov
Bigún
Donación
de emergencia
A consecuencia de la
reducción de apoyo estatal y de las donaciones
designadas
Majón Meir se encuentra en una muy difícil
situación financiera que le
dificulta continuar con su actividad y pone en peligro de cierre su
actividad
en Arutz Meir.
Queridos amigos de Majón Meir, los necesitamos hoy más
que siempre para
continuar con nuestra bendita actividad y nuestro estudio y
enseñanza de la
Torá con amor y fe.
Por favor, apóyenos con su donación y serán
bendecidos del cielo.
Dov Bigún
Director de Majón Meir
https://www.m-ssl.co.il/secure/indexspan.html
La
singularidad de Majón Meir
Rav
Shlomó Aviner
Son muchos
los que desean influir para bien sobre nuestro pueblo, para que alcance
su
arrepentimiento sincero, y sin lugar a dudas con buenas intenciones.
Pero Majón
Meir es un centro de estudio adaptado para “acerca a la Torá”
(Avot 1).
No fue
escrito “ama a las criaturas para acercarlas a la Torá”
– porque ese no es un amor auténtico, es un amor orientado a
alcanzar alguna
meta, y también el prójimo así lo siente. Sino que
de momento que se ama un
amor auténtico, un amor sin condiciones, y a consecuencia de esa
valoración una
valoración auténtica, cada uno según el lugar
donde se encuentra, entonces
también se irradia bendición y se acerca a la Torá. Ese
es el camino de Majón Meir, y los resultados hablan de
por sí mismos: Cientos, miles y decenas de miles de personas que
fueron
merecedoras de gozar de su resplandor.
Es una gran mitzva fortalecer toda ieshivá
(centro de estudio de la
Torá). “Es un árbol de
vida para los que la apoyan”. La Torá entrega
vida, no
sólo al que la estudia, sino que también al que apoya a
los que la estudian,
porque de esa forma están vinculados con la Torá,
aman la Torá.
Es una gran mitzva apoyar todas las ieshivot. Por
supuesto, no somos tan ricos, y por ello nuestros sabios determinaron:
“Los
necesitados de tu ciudad anteceden”. Antes que nada, dona a la ieshivá donde has estudiado, la ieshivá
de la que recibiste tu espíritu, tu Torá, tu
sabiduría, tu valentía y vigor. Es decir, dona
las ieshivot que beben del manantial del Rav Kuk. Porque si
tú
no les donarás, ¿quién les donará? Sobre
todo, dona a Majón Meir, ¡porque Majón
Meir hay uno solo!
Las ieshivot cuyo espíritu emana del Rav Kuk hay muchas,
gracias a D’s, que se multipliquen como las estrellas del cielo, en
todo lugar,
en la ciudad y en el campo, en el monte y en el desierto. ¡Pero
Majón Meir hay
uno solo!
Debemos
difundir la Torá
en toda la nación, debemos enseñar a todo
alumno sediento de la
Palabra
de D’s, ya sea que está colmado de Torá o
que está vacío de ella, ya sea sagaz o lento de
entendimiento, ya sea que cumple la Torá y las mitzvot o que todavía tiene impedimentos en el
cumplimiento pleno de la
Torá y sus mitzvot.
Pero el
estudio de la Torá es el segundo
piso. El primer piso son las buenas virtudes, como nos
enseñó y nos repitió una
y otra vez nuestro Rav, el Rav Tzví Iehudá Kuk. El
peligro asecha al que entra
en una hoguera de la Torá que hace olvidar
el buen corazón, las buenas virtudes, los buenos modales que
anteceden a la Torá. Un fuego que le haga
olvidar el ser “persona”.
Gracias a
D’s, en Majón Meir la
Torá es edificada
sobre los cimientos de las buenas virtudes, sobre la base del amor por
todas
las criaturas, sobre la base de Shmirat
HaLashón (el cuidado de las
palabras).
Ese resplandor que ilumina desde Majón Meir no es un resplandor
que quema, sino
que alumbra y calienta. Y durante decenas de años crecieron a
esa luz miles de
discípulos diseminados en todo el país, parte de ellos
grandes talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá),
parte de ellos pequeños talmidei
jajamim, y parte de ellos
judíos
temerosos de D’s que cuidan de la Torá y de sus mitzvot. ¡Pero todos ellos con buenas virtudes!
Y todo eso
gracias a Majón Meir y su director, mi amigo el Gaón (genio del
estudio de la Torá), el Rav Dov
Bigún shlit”a, que fue mi maestro y mi primer Rav de entre los
discípulos de nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk.
Yo siempre
cuento lo que ocurrió una vez, cuando me liberé del
ejército después de la Guerra de los Seis Días y
llegue a la gran ieshivá, la ieshivá
Merkaz HaRav, y justo
llegué a la hora del almuerzo. Me senté – siendo muy
joven – al lado de la
pequeña mesa de cuatro personas, y observé con
admiración a los tres alumnos
mayores que estaban sentados conmigo.
Uno de ellos
comenzó a contar algo, y su amigo le dijo con amabilidad: “No
quiero escuchar”.
Pero él continuó. Le dijo su amigo con dulzura: “No
quiero escuchar Lashón
HaRrá (calumnias)”. Pero su
amigo lo presionó para que
continúe escuchando. Le contestó su amigo, con una dulce
y amplia sonrisa en su
rostro: “Tú no me obligarás a escuchar Lashón HaRrá”.
Ese alumno
que no quería escuchar Lashón
HaRrá era el Rav Dov
Bigún. Y para mí,
esa fue mi primera clase en la ieshivá
Merkaz HaRav.