Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Naso     2 de Sivan 5774     No 970


Rav Eran Tamir

Depende de la actitud
Rav Eran Tamir

Está muy claro que nuestra vinculación con todo lo que hacemos en nuestra vida depende mucho de nuestra actitud para con ello, del punto de partida. Y por lo tanto, según la actitud y el punto de partida así serán los resultados…
Desde un punto de vista superficial se puede llegar a pensar, lamentablemente, que la Torá es a fin de cuentas otra sabiduría más entre las que se encuentran en los estantes de los libros, y el cumplimiento de las mitzvot es a fin de cuentas un conjunto de órdenes prácticas para la utilización correcta de esa máquina, llamada "hombre
". Según esa actitud para con la Torá y sus mitzvot está claro cuál será el resultado: “Desdoblamiento” de personalidad. Es decir, una distancia insalvable entre lo que le interesa verdaderamente a la persona, lo que desea y aspira, y entre su conducta en la práctica, porque “así se acostumbra”, “no hay más remedio”, etc.
En semejante situación la persona siente como si tuviese que arreglarse de alguna forma con la Torá, pero no vivirla realmente. Y por ello ella se encuentra como congelada, fuera de su personalidad interna, no es realmente parte esencial de su vida.
Así explica el Rav Kuk la razón de la formulación de la bendición que decimos, según determinadas opiniones, en las bendiciones de la Torá: “Ocuparnos de las palabras de la Torá”. Es decir, rogamos que la Torá nos sea realmente como una ocupación, como una persona que dirige un negocio en el que invierte todas sus habilidades, todo su tiempo, todo su dinero, todo su ser… Sin límites ni fronteras, con todos los esfuerzos y artimañas que son necesarios, un “negocio” que incluye realmente por dentro todas las distintas y variadas manifestaciones de la vida.
Y así explica el Rav Kuk (Olat Reaya Alef, pág. 59): “Nuestra vinculación con la Torá es por encima del estudio y la comprensión, que tienen similitud al conocimiento de todo tipo de sabiduría mundana, pero esa orden [ocuparse de las palabras de la Torá] está relacionada con la vida auténtica, que es ella misma Torá, y cuando nos ocupamos de ella, logramos un vínculo con el origen de la vida… que endereza a la persona con la cualidad del contacto espiritual que tiene el alma, con la abundancia de vida auténtica que se encuentra en su cualidad intrínseca esencial de la Torá…”, por dentro y no sólo por fuera, realmente y no “como si así fuera”, en todos los campos de nuestra vida.
Sea Su voluntad que seamos merecedores de ello…


Rav Iaacov Ariel

Un reinado de sacerdotes y una nación santa
Rav Iaacov Ariel
(reimpresión)

La cultura general - que influye también sobre el público israelí - parte de la base que la religión es un asunto del particular. La sociedad, sus organizaciones, su gobierno y soberanía – son laicos, ya que en la base de los marcos sociales se encuentra el consentimiento humano. Según esa concepción, el estado es laico por esencia, y la vida religiosa se encuentra sólo en los marcos particulares de los individuos en sus casas, o de varias personas que se agrupan juntas en sociedades comunitarias, para el cumplimiento de los preceptos religiosos. También el Estado de Israel, según esa concepción equivocada es un estado "laico" – ¡como si así fuera! – que fue una decisión humana aleatoria que lo creo, y decreta sus leyes y sus instituciones.
Pero nuestros Rabanim (Rabinos) no nos enseñaron así. Sobre todo lo recalco nuestro maestro y Rav, el Rav Kuk zt"l. Desde la entrega de la Torá fue determinado el programa: "Ustedes serán para Mí un reinado de sacerdotes y una nación santa" (Shmot 19:6). La sociedad en esencia, es un marco sagrado. El rey tiene la obligación de escribir un Sefer Torá (rollo de la Torá) nacional, aparte del suyo como particular, que todo judío tiene por obligación.
Esa era la raíz de la discusión entre los Tzdokim (los saduceos, secta que surgió en la época del Segundo Templo) y los Prushim (fariseos, fieles a la tradición oral) en relación a Ktzirat HaOmer (cosecha de la cebada, necesaria para ofrecer un sacrificio en El Templo). Los Prushim explicaron que según la tradición de Moshé en el monte de Sinai, se debe realizar Ktzirat HaOmer incluso en Shabat. Pero los Tzdokim no opinaban así. Ellos argüían: ¡¿Cómo puede ser que la cosecha de la cebada – una acción "laica", que está relacionada con la vida económica – desplace al Shabat, el día más santo?!
Ese era su error básico: La agricultura en Eretz Israel (la Tierra de Israel) no es un asunto económico, laico. Es cierto que cada agricultor en forma particular ara su tierra, planta y cosecha, por lo general para procurarse su sustento. Pero en total, en forma genérica, la agricultura en Eretz Israel según la Torá no tiene sólo una meta económica. Ella tiene kdushá (santidad), y por ello – en forma extraordinaria – la cosecha de la cebada para ofrecer el sacrificio – un sacrificio de todo el público en el Beit HaMikdash (El Templo) - ¡incluso desplazará el Shabat! El sacrificio de la cebada permite utilizar la cosecha nueva en el país, mientras que el sacrificio de los Bikurim (Primicias) lo permite en el Beit HaMikdash: El país y el Beit HaMikdash tienen un mismo contenido. Sfirat HaOmer (la cuenta de los días, desde el sacrifico de la cebada hasta la fiesta de Shavuot, cuando se ofrecen los Bikurim) es un puente entre el país y el Beit HaMikdash. Nuestro estado – es un estado santo.
Los Bikurim eran elevados hasta Ierushalaim en una ceremonia singular. "El buey marcha frente a la procesión, cuando sus cuernos están recubiertos de oro, y una corona de ramas de olivo sobre su cabeza" (Bikurim). Comenta el Rav Kuk (Maamarei HaReaya) que el buey – del ganado vacuno, con el que la persona ara su campo y gracias a él se enriquece - no es la meta principal del trabajo de la tierra. La meta final, es el olivo – con cuyo aceite se alumbra, y a la luz de sus lámparas se estudia la Torá, "porque la mitzva es una lámpara, y la Torá es luz" (Mishlei 6:23).
"Los campesinos de cada pueblo se reúnen en la ciudad principal del distrito, y duermen en el mercado" (Bikurim) – para no llegar a impurificarse. Lo que une a todos esos campesinos y los congrega juntos es el deseo de elevar los Bikurim al Beit HaMikdash, la aspiración a una vida de pureza y santidad. El acercamiento a la naturaleza, al campo, tiene por objetivo alejar a la persona de la impureza de la cultura artificial. Ese es el común denominador de la sociedad agraria israelí – una idea que será expresada con más vigor el próximo año, que es año de Shmita (descanso de la tierra).
La participación de los pensadores, los estudiosos de la Torá, los educadores y similares en un mismo marco social en el asentamiento, la comunidad y en todo el país – es una participación orgánica, una participación en esencia, es algo de principio, y no algo casual. No es como vecinos que por casualidad viven el uno al lado del otro, sino que es una amalgama plena, de distintos miembros de un mismo cuerpo: “‘Allí acampó Israel frente a la montaña’ (Shmot 19:2) – como un solo hombre, con un solo corazón” (Rashi, Shmot 19:2).
Cuando nos reunamos juntos para estudiar Torá en la noche de Shavuot (la festividad de Pentecostés), nos sentiremos un poco como todos esos campesinos que se reúnen en la ciudad del distrito, para subir juntos a pie y traer los Bikurim al Beit HaMikdash – ¡que será reconstruido pronto, en nuestros días!


Rav Shlomó Aviner

Al final se juntarán
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: ¿Cuál es la diferencia en la concepción de los jaredim (ultra ortodoxos) y los datiim leumim, (religiosos sionistas) que genera también diferencias en cuanto a la determinación de la halajá relativas a las mitzvot del asentamiento de la tierra, el estado, el ejército y similares?
Respuesta: Está prohibido según la Torá comer de los cereales que han sido cosechados antes de haber ofrecido el Korvan HaOmer en Pesaj, como dice la Gmará (Kidushin 38B): “Lo nuevo está prohibido según la Torá”. El Jatam Sofer utilizó esa expresión como parábola para justificar su oposición a los cambios o innovaciones en relación al judaísmo tradicional (Shu”t Jatam Sofer 1:28, 148, 181 y otros). Para los jaredim el concepto de “lo nuevo está prohibido según la Torá” se ha transformado en el travesaño central de su concepción.
Por ejemplo, respecto al
Gaón (genio del estudio de la Torá) el Rav Iosef Shalom Eliashiv fue dicho que su innovación es que no innovó nada, ni en la forma de estudiar ni en la determinación de la halajá. Tenía una fidelidad absoluta a la tradición. Él fue portavoz de la Palabra de D’s que recibió, “Moshé recibió la Torá de Sinai” (Avot 1:1), y la entregó a la nueva generación de la misma forma, “y la entregó a Ioshua”, y continuó así la cadena de generación en generación.
Por los ataques que hay y que hubo al judaísmo tradicional de todas direcciones, el mundo
jaredi por naturaleza es conservador, para no desgastarse lentamente, como dice el versículo: “Arrasadla, arrasadla hasta sus cimientos” (Tehilim 137:7). Por ello se opusieron a colaborar con los sionistas en la edificación del estado y en el servicio militar: “Lo nuevo está prohibido según la Torá”.
El mundo de las
ieshivot (centros de estudio de la Torá) de los jaredim se centra en una sola cosa: Estudio de la Torá. Después del terrible Holocausto, que devastó el mundo de la Torá en Europa, ellos se esfuerzan más aún para reconstruirlo. Y si colaboran en el estado, es para hacer avanzar esa meta.
Gracias a esa concepción el mundo de la Torá de los jaredim crece y se eleva de año en año, más que en todos los años de la galut (el exilio).
También el Rav Kuk explica que nosotros tenemos recelo de todo lo nuevo, y por ello necesitamos de un contenido que permita el uso de lo nuevo, de la misma forma que el Korvan HaOmer permitía los cereales nuevos en el país, y los dos panes de Shavuot los permitían en el Beit HaMikdash (El Templo). El contenido que lo permite es viejo, es el resplandor “que vistió D’s como una prenda y destelló de Su magnificencia desde una punta a la otra del mundo” (Bereshit Rabah 3:4), y de ese antiguo resplandor que fue ocultado en el alma de Am Israel (el Pueblo de Israel) surgirá un nuevo resplandor que alumbrará a Tzion (Maamarei HaReaya, pág. 182). Es decir, hay cosas que fueron olvidadas durante la terrible galut, y ahora “fueron olvidados, y volvieron a instituirlos” (Shabat 104A y otros). Cuando es necesario innovar, entonces lo nuevo todo él es viejo, como explica Rashi lo que dijeron nuestros sabios respecto al versículo “y será que si escuchan, entonces escucharán” (Dvarim 11:13): “Si prestan atención a lo viejo, también podrán escuchar lo nuevo”. Para que lo nuevo sea firme se necesita que esté ligado a lo viejo, y eso se logra a través de la profundización en el estudio (véase Ikvei HaTzon, pág. 107).
Por ejemplo, el Gaón, el Rav Shlomó Goren, que basó todas las halajot relativas al ejército, profundizó en lo viejo para innovar un ejército de Israel según la Torá, lo que fue ocultado en forma temporaria. Las bases estaban ocultas, y el Gaón, el Rav Goren volvió a redescubrirlas. Y el Rav Kuk dijo: “Lo viejo se innovará, y lo nuevo se santificará” (Iguerot HaReaya 1, pág. 214).
“Todo lo que habló el Eterno haremos y escucharemos” (Shmot 24:7), es decir, a través del estudio de la Torá también nos ocuparemos de la edificación de la tierra, del estado y del servicio militar. Lo viejo permite lo nuevo.
Gracias a esa concepción el mundo de la Torá dati leumi crece y se eleva, y vuelve a su raíz anterior a la galut.
La controversia es una discusión en cuanto a los medios, no las metas. No hay diferencia esencial en la meta entre jaredim y datiim leumim, todos quieren que todo Am Israel se asiente en Eretz Israel  (la Tierra de Israel), todos quieren que haya un Estado de Israel y un Ejército de Israel, todos quieren que el Estado de Israel sea un país kadosh (santo), y el pueblo que habita en Tzion sea todo él kadosh – al respecto no hay discusión.
La discusión es en cuanto a la forma en que eso será alcanzado: ¿Acaso inmigrar a Eretz Israel, o debemos hacer tshuva (arrepentimiento sincero) fuera de ella y luego inmigrar? ¿Acaso colaborar con el estado, o no? ¿Hay que enrolarse en el ejército hoy en día, o no?
La controversia es una discusión interna, dentro de casa, como la controversia de Rabí Akiva y Rabí Tarfon, y como la controversia entre Rashi y Tosafot. Hay una discusión, pero la meta es una misma. Los jaredim citan pruebas de la Torá para fortalecer su concepción, y nosotros argüimos que las pruebas no son ciertas, y viceversa. Los dos mundos leen la misma fuente: El Shuljan Aruj. No hay dos Shuljan Aruj, uno de los jaredim y otro de los datiim leumim. Nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk apodó eso como “la discusión dentro del campamento interno”. El “campamento interno” son las personas temerosas de D’s, “soy amigo de todos los que Te temen” (Tehilim 119:63). Dentro de él, hay una discusión.
Hay que recalcar que también los poskim (sabios que determinan la halajá) jaredim se ocupan de las halajot relacionadas con el asentamiento de la tierra, el estado y el ejército, porque también ellos son parte del renacimiento de la nación en su tierra, en forma consiente o no.
Y con la ayuda de D’s, al final ambos mundos serán uno.