Parashat Bamidvar 5 de
Sivan
5772 No
869
Rav Eial
Vered
Un libro entero habla del camino: Bamidvar [el
cuarto libro del Pentateuco, cuya traducción es “En el
desierto”. N. del T.].
¿Acaso se trata solamente de algo inevitable, porque el camino
de Egipto a Eretz
Israel (
El desierto es un lugar especial, y no por azar
También la persecución continua de las adquisiciones y
las compras cesan
a la puerta del desierto. Aquí nada es de nadie, no hay
propiedad.
El desierto permite un diálogo de otro tipo, el diálogo
más
significativo que existe, el diálogo entre el Creador y las
criaturas. También
antes D’s nos habló, nos llamó, nos insinuó, nos
plantó un alma infinita que
todo el tiempo aspira en dirección hacia lo alto. Todo eso
existía también
antes, pero nosotros no éramos libres de escuchar. Los
oídos estaban ocupados,
y la boca hablaba sin cesar. No había un recipiente que reciba.
El desierto permite el silencio que conduce a un diálogo de otro
tipo,
interno y atento. Cuando Eliahu se escapa de Izebel, se dirige al
desierto, y
el versículo nos explica por qué: “Huyó por su
vida” (Melajim Alef 19:3). El
desierto le permite a la persona encontrarse consigo mismo, con su
mundo
interno que tanto se borroneó en las luchas diarias continuas.
El desierto es muy apreciado, y todos los bienes del mundo se
encuentran en él: “Dijo el desierto, yo soy un desierto y soy
preciado, porque
todos los bienes del mundo se esconden en mí, como dice el
versículo ‘daré en
el desierto el cedro, la acacia y el arrayán y el olivo’ (Ishaya
41:19). D’s me
los dio para que yo los cuide, y cuando D’s me lo pide yo le devuelvo
Su depósito
sin ninguna pérdida, y los hago enverdecer con buenas acciones y
digo alabanzas
frente a Él, como dice el versículo 'se alegrarán
el desierto y la tierra árida,
y el desierto se regocijará y florecerá como una rosa.
Florecerá con abundancia
y se alborozará, con vivo gozo y cánticos' (Ishaya
35:1-2)” (Shir HaShirim
Rabah).
El desierto es preciado, porque esta lleno de humildad. Todos los
bienes se encuentran escondidos en él, porque no se apropia de
nada. Es como un
vehículo de la abundancia que surca a través suyo, y
siendo así realmente tiene
todos los bienes dentro de él. Y cuando le es exigido
entregarlo, no arguye que
sea dueño o reclama derechos de autor, sino que lo devuelve
todo, y además lo
hace enverdecer y le da vida.
El desierto nos aleja del robo, “y también Moshé,
respecto al cual está
dicho ‘y dirigió el rebaño al desierto’, para que no
coman pasturas robadas”.
También en este caso no se trata solamente de una
cuestión técnica, que
el desierto es un lugar donde no hay lo qué robar. El desierto
es un lugar que
corrige el deseo de robar, ese extraño deseo de apoderarse por
la fuerza de las
pertenencias o las riquezas del otro. Ese deseo es todo él
consecuencia del
sentimiento de adueñado y persecución de las
adquisiciones. El desierto, como
ya dijimos, nos libera de todo eso. Incluso una persona que toda su
vida hizo
guerras – y por lo tanto, también se ocupó del saqueo de
botín – cuando los
versículos quieren atestiguar su rectitud y pureza internas, lo
envían al
desierto: “Y está escrito ‘y fue enterrado en su casa en el
desierto’ – como el
desierto que no tiene dueño, así también la casa
de Ioav era de todos. Otra
cosa, como el desierto que está limpio del robo, así
también la casa de Ioav
está limpia del robo y de relaciones prohibidas” (Ialkut
Shimoni).
Entonces, está claro que estar en el desierto nos purifica de
todas
esas impurezas que eran muy comunes en Egipto, en “el impudor de la
tierra”. El
desierto es el lugar que no es civilizado. Egipto es la “Casa de
Es necesario liberarse de esos sentimientos que impurifican.
Es necesario pasar por un
proceso de limpieza profunda del apoderamiento material, que nos
permitirá
entrar a Eretz Israel y encontrarnos nuevamente con el mundo
material,
en forma correcta y limpia. Todos los caminos pasan por el desierto.
Más de un tercio de la superficie del Estado de Israel es
desierto. Eso
insinúa la cualidad de esta tierra. Una cualidad silenciosa,
llena de humildad,
sedienta del D’s vivo, una tierra que
está limpia del robo y de las relaciones prohibidas. El desierto
nos llama, nos
atrae a él, para encontrar el silencio que tanto nos hace falta,
limpiar los
compartimientos internos del corazón de las influencias ajenas.
Un aliento de
renovación sopla del sur, y trae consigo un aroma de pureza y
majestuosidad de
antaño. Los hijos de Itzjak nuevamente pastan en el río
Grar, y el pozo que
estaba entre Kadesh y Bared – que es Jalutza de hoy en día –
nuevamente emana
sus aguas de vida…
Midreshet
Majón Orá
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Rav
Shlomó Aviner (Tal
Jermon, Moadim, Pág. 279)
Pero
no es así: “
Para
comprender ese concepto, podemos valernos de una idea contraria: El
pensamiento
existencialista sostiene que el mundo no tiene esencia alguna o sentido
propio,
sólo existe la realidad, los hechos. Tú existes, yo
existo. Y si yo existo, con
mi libre albedrío y mi responsabilidad intentaré darle
algún contenido y
sentido a mi vida, porque la vida en sí carece de sentido propio.
Es
cierto que en cuanto a objetos que el hombre ha creado, como una mesa,
todos
coincidimos que existe una idea y una esencia que antecede su
creación. Es
decir; el carpintero que construyó la mesa tenía una idea
en cuanto a un objeto
sobre el que es posible apoyar otros objetos, luego ideó un
proyecto de la
mesa, y según ese proyecto la construyó. La esencia de la
mesa, antecedió a su
existencia física. Pero en cuanto al hombre y el mundo -
sostienen los
existencialistas - no hubo un “carpintero” que lo ideó con
anterioridad y los
creó según algún plan. En su opinión, no
existe un Creador del Mundo, e incluso
si existe alguna entidad que creó el mundo - no está
interesado en él, y no
tiene conocimiento de lo que ocurre en él. Por lo tanto, no hay
un plan, una
orientación del mundo, ni tampoco de la vida. El hombre
está por ahí “tirado”
en el mundo, a nadie le interesa su destino. Y él, el hombre, se
pregunta ¿qué hará de sí
mismo?, ¿qué contenido y sentido puede verter en
su vida - que carece de
contenido y sentido de por sí? Y con su libre albedrío y
con sus acciones, le
da sentido a su vida. Así sostienen los existencialistas, sobre
todo los
ateístas.
Pero
nosotros decimos: “
Y en
forma similar al hombre, que posee un alma antes de nacer, el mundo
tiene un
alma anterior a su creación:
Cuando
estudiamos Torá, nos encontramos con
nosotros mismos, con nuestra esencia y nuestra alma. Nuestros sabios
dijeron
respecto al feto en el útero materno: “Y una vela se encuentra
encendida sobre
su cabeza, y observa al mundo desde un extremo al otro... y no hay
ninguna
etapa en la vida en que la persona se encuentra mejor... y le
enseñan toda
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