Parashat Matot 21 de
Tamuz
5771 No
827
¿Quién
es rico?
Rav Ioram
Eliahu
Y por ello nos enseña el Rav Kuk zt”l (Ein
Aya, Shabat Alef, Pág. 101) que se debe definir el concepto
auténtico de la
riqueza, ¿para qué buen fin existe la riqueza en el
mundo? Y explica que “la
existencia de la riqueza es para causar satisfacción y
tranquilidad, a través
de las cuales la persona podrá ocuparse de los pensamientos
abstractos, de
Si la persona sabe orientar la riqueza y
todas las adquisiciones materiales en dirección a un mejor culto
a D’s, y la
adquisición de los conocimientos abstractos, entonces es una
riqueza correcta.
Los grandes sabios de Israel supieron
cumplir esa idea - “¿quién es rico? El que se contenta
con lo que tiene” - en
forma literal. Cuentan que una persona en EE.UU. escuchó acerca
del autor del
libro “Jafetz Jaim”, su grandeza y sabiduría, y
decidió que él debe
verlo. Y estaba seguro que si se trata de una persona tan grandiosa,
seguramente vive en una gran ciudad, en una lujosa casa. Anduvo por los
caminos
preguntando dónde vive, hasta que llegó a Radin – un
pequeño poblado. Allí se
dirigió a la casa del Jafetz Jaim, y cuando entró
se quedó totalmente
estupefacto de la sencillez que vio. La casa tenía una cama, una
silla, una
mesa y un pequeño armario. Cuando le preguntó el Jafetz
Jaim por qué se
extraña tanto, el huésped preguntó:
¿Dónde se encuentran sus muebles? Le
contestó con una pregunta: ¿Y dónde se encuentran
tus muebles? Respondió el
huésped que él es sólo un invitado, y por ello no
tiene sus muebles con él. Le
contestó el Jafetz Jaim: Yo también soy
sólo un huésped en este mundo, y
por ello no tengo muebles.
Así habla el que vive lo principal en la
vida, y sabe para qué ha llegado a este mundo: No le hace falta
para nada la
riqueza y el lujo, y se alegra con lo que tiene.
Y así me dijo mi maestro y Rav, el Rav Ioshua
Rozen cuando me dispuse a comprar una casa. Le pregunté,
¿qué casa hay que
comprar? Y me contestó: Una casa tal que no te sea
difícil abandonarla [después
de los 120 años] cuando dejes este mundo. Cuando se tiene esa
concepción de la
vida “la persona se purifica de las manchas morales internas que la
abundancia
de riqueza puede producir, y sólo entonces se le podrá
llamar ‘rico’, porque su
riqueza será para su bien” (Ein Aya).
Y nosotros, que nos encontramos en las
largas vacaciones, debemos prestar mucha atención a nuestros
hijos, porque
ahora ellos nos exigen más tiempo y dedicación. Debemos
saber también
construirles “corrales” y límites que los cuidarán de
todo tipo de desgracias
que pueden ocurrir en la calle y en los medios de comunicación
de todo tipo. Y
seremos merecedores de verlos elevarse por el sendero de
Midreshet
Majón Orá
Centro de estudios
de Torá para chicas en
español y portugués.
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Somos una
pareja feliz
Rav
Shlomó
Aviner (reimpresión)
Mi esposa y yo, somos muy
felices. Tan felices, que a veces me parece un sueño. Incluso me
parece
extraño. Veo alrededor mío tantas parejas que disputan,
tantas parejas que se
sienten prisioneras, ahogadas por el duro yugo del matrimonio. Y yo me
maravillo de la felicidad que nos acompaña, desde que nos
casamos en Inglaterra,
antes de nuestra aliá (emigración) a Eretz
Israel (
Durante muco tiempo busqué la
razón de ese extraño fenómeno. Al principio
pensé con mi soberbia machista que
la razón es que soy tan inteligente, tan guapo, poseo todas las
buenas
virtudes, hasta tal punto que a los ojos de mi esposa soy encantador
hasta el
máximo. Pero cuando estudié en
Que D's me perdone porque yo
hablo Lashón HaRrá (calumnias) con respecto a
ella. Pero es solo entre
nosotros, y estoy seguro que ustedes no contarán a nadie.
Durante años me
dedique obstinadamente a pensar y observar pacientemente para dilucidar
ese
emocionante misterio: No se puede vivir felices así no
más, sin entender por
qué, eso contradice toda mi educación racionalista. ¿Por qué
somos felices juntos? Me esforcé mucho, hasta que logré
encontrar la solución
sin lugar a dudas - a pesar de no tener ninguna preparación
psicológica
anterior.
El secreto de nuestra
felicidad, se encuentra en su cultura literaria. Sus padres, Archivald
y
Elizabeth Cohen, no eran muy cultos, pero seleccionaron minuciosamente
el
material de lectura de su hija, cuidaron que no sea influida por ideas
impuras.
Ellos no eran grandes eruditos en literatura, pero se preocuparon por
alimentar
a su hija con libros delicados, pudorosos y morales.
Los personajes de los libros no
eran héroes, ni por supuesto antihéroes, ni
ángeles mensajeros de la luz, ni
demonios enviados por las tinieblas. Tampoco eran personas
inteligentes, hermosas,
con todas las virtudes, sino que personas simples, como nosotros, como
ustedes.
Personas con algunas virtudes, y algunos defectos, personas que se
esfuerzan
por ser correctas, por brindar y perseguir la verdad, pero
también fracasan.
Personas que aspiran a respetar a los demás, a su pareja, a sus
padres, y a sus
hijos.
Por eso cuando nos encontramos
por primera vez en Trafalgar Square mi esposa Anne - ahora se llama
Jana -
saltó de alegría y dijo: “¡Tu eres justo el hombre
sobre el que estuve leyendo
tanto!”. Ella no explicó a qué se refería, pero
preferí no cuestionar preguntas
superfluas.
Después, en nuestro compromiso,
sus padres Archivald y Elizabeth Cohen me apartaron a un lado, y me
dijeron con
gran seriedad: "¡Muchacho, recuerda! Nuestra hija es una criatura
sensible
y pura. Cuídala. Ella devora libros, con adicción. Por
favor, aleja de ella
literatura peligrosa, John (ahora me llaman Yojanán). Nosotros
seleccionamos
minuciosamente solo buena literatura; por favor, tú
también lo harás". Les
prometí asintiendo, a pesar que no entendí cual era su
intención.
Pero cumplí con mi palabra. Es
más, también con respecto a mí. Al otro día
del compromiso, tomé todos mis
libros y los vendí en la tienda de libros de segunda mano del
otro lado de la
plaza, y comencé a leer con avidez los libros de mi prometida.
En sus libros ninguno de los
protagonistas no eran inteligentes y brillantes, no eran bellos, ni
eran
"ángeles celestiales". Eran, sencillamente, humanos. Con
virtudes y
defectos. Cada libro que terminé de leer, me dije a mi mismo:
“¡Esa es mi Anne
– Jana!”. De libro en libro, me fui enamorando más y más
de ella. ¡Es
increíble! Que criatura fabulosa creó el Señor del
mundo, justo de acuerdo a
mis expectativas, luego de leer esos libros: Ni demonio, ni
ángel, ni un echado
de virtudes ni colmada de defectos. Una persona sencilla, como yo.
¡Oh, Jana,
Jana, cuanto te amo! ¡Oh, Señor del mundo, cuanto te
agradezco que creaste a
las personas!
Departamento
ibero-americano
Majón Meir
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de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad
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Director del
Departamento ibero-americano
Rav Rafael
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Cel: 972-52-4501467
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