Beahavá Ubeemuná
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Parashat Emor     17 de Iyar 5770     No 765


“Para el menesteroso y el extranjero los abandonarás”
Rav Azriel Ariel
(reimpresión)

En la Parashá de las festividades, D’s nos ordena muchas mitzvot que están relacionadas con la kdushá (santidad) que se manifiesta en el tiempo. Y de pronto, entre esas mitzvot, se encuentra una mitzva que pertenece a un tema totalmente distinto: “Y cuando segareis la mies de vuestra tierra, no acabarás la esquina de tu campo, ni espigarás tu tierra segada, sino que para el menesteroso y el extranjero los abandonarás, Yo soy el Eterno, vuestro Señor” (Vaikrá 23:22).
En primer lugar, es llamativo que ese versículo se encuentra en ese entorno. ¿Por qué razón el D’s que nos entregó la Torá eligió “meter” una mitzva social entre las mitzvot que tratan de la kdushá de las festividades? Pero más aún: Si el objetivo de la Torá de Am Israel (el Pueblo de Israel) es convertirnos en personas que brindan, ¿por qué nos ordena algo tan “extraño”, como abandonar el leket (espigas que cayeron en la siega) y la pea (esquina) en el campo? ¿No sería más bondadoso si las tomásemos y las entregásemos directamente en manos de los necesitados? ¿Y qué será de los menesterosos inválidos, enfermos o lejanos?
Ambas preguntas son contestadas por el Mahara”l de Praga en su libro “Gur Arie”. Él explica que hay dos aspectos en las mitzvot sociales: Por un lado existe el aspecto de la justicia y la obligación, y por otro lado el aspecto de la bondad. Los tributos para los menesterosos cuando se cosecha el campo, expresan el aspecto de la justicia y la obligación. Es por ello que esas mitzvot aparecen entre las mitzvot de los sacrificios de las festividades - que son obligatorios. Esos sacrificios no expresan el anhelo humano de vincularse con su D’s, sino que por el contrario, su objetivo es expresar la anulación de la persona frente al Eterno y su reverenciada majestuosidad. Así son las mitzvot de leket y pea: No tienen por cometido expresar la buena voluntad de la persona, sino que su obligación, que cumplirá acatando y anulándose frente a la palabra de D’s.
Esa explicación del Mahara”l es ampliada por el Rav Kuk zt”l en su comentario al tratado de “Pea” en su libro “Ein Ayá”. El abandono del leket y la pea en el campo - sin tomar alguna iniciativa para ayudar alguna persona específica - expresa en forma muy tangible el principio que “la entrega al menesteroso no es producto de la gran generosidad y misericordia del patrón sino que es una ley positiva, y lo que la Torá fijo para los menesterosos, les pertenece realmente”.
E inmediatamente se preguntará: ¿Qué derecho tiene el necesitado de adueñarse de lo que otro ganó con su esfuerzo? ¿Cómo sabemos que el abandono de los tributos para los menesterosos se basa en la justicia, y no en el sentimiento de amor, hermandad y compasión por ellos? En cuanto a eso el Rav Kuk  zt”l plantea una aguda respuesta: Los que piensan que la pobreza es sólo “un problema” que la sociedad debe “solucionar”, se equivocan. Es un error pensar que el menesteroso es sólo una carga económica para el resto del público que se procura su sustento trabajando. La pobreza tiene un papel en la sociedad: Un papel difícil, doloroso, pero con sentido. Si en la sociedad no hubiese pobreza, no habría benevolencia. Si no hubiese personas que necesitasen ayuda en el mundo, cada uno se sumergiría en sí mismo y en sus intereses egoístas, y no se vería obligado a tomar en cuenta a su prójimo, sus necesidades y sus penas.
Es cierto. Estaríamos más contentos si no hubiese pobres en el mundo. Preferiríamos hacer obras de caridad y benevolencia para con nuestro prójimo también si no tuviese necesidad de ello. Desearíamos vivir en una sociedad que respeta la “ley de la sonrisa obligatoria” para con toda persona, ya que “la sonrisa - no existe el menesteroso que no pueda ofrecerla, ni el rico que pueda prescindir de ella”. Pero mientras no hemos llegado aún a esa situación ideal, mientras el egoísmo gobierne, debemos agradecerle a los pobres que se encuentran con nosotros. Debemos agradecerles porque ellos evitan que nos convirtamos en una sociedad corrupta, fría y ajena al prójimo. Por ello debemos pagarles los tributos que les corresponden, no sólo por generosidad, como quien come del pan ajeno por bondad. Les daremos el sueldo que les corresponde justamente, por su importante aporte a toda la sociedad.
De esa forma aprendemos también cuál debe ser la actitud correcta frente al menesteroso: No lo veremos como una carga, sino que como un valor. No lo despreciaremos en nuestro corazón, sino que lo respetaremos. No le daremos mezquinamente “algunas monedas” para cumplir con nuestra obligación, sino que lo auxiliaremos en abundancia. Nos esforzaremos por liberarlo de la pobreza, no para “solucionar el problema de la pobreza” en el ámbito nacional - ya que lamentablemente sabemos que “no dejará de haber menesterosos en la tierra” (Dvarim 15:11). Lo ayudaremos para que el menesteroso particular que se encuentra delante nuestro pueda liberarse de la desgracia y viva una vida de riqueza y felicidad adecuadas a toda persona que fue creada “a imagen y semejanza” Divinas. Por ello frente a él nos sentiremos como “bienaventurado aquel que piensa en el pobre” (Tehilim 41:2), ayudándolo de la forma más efectiva que somos capaces.
Y si ya hablamos de la efectividad de la ayuda, he aquí otro punto que tiene su expresión en el abandono del leket y la pea en el campo: El menesteroso no permanecerá de brazos cruzados, anulado en su pasividad esperando recibir lo que le corresponde. Él debe esforzarse. Debe trabajar. Debe tomar la iniciativa y hacerse responsable de sí mismo. Esa iniciativa es la que lo hará sentirse como una persona digna y con valor, y reforzará su espíritu para que pueda seguir escalando los peldaños de la escalera económica y social. Y quien no tiene fuerzas para tomar la iniciativa y apoderarse de lo que le corresponde - para él, existe la mitzva de la limosna.
Los tributos para los menesterosos en el campo - con todos los significados que encierran - son parte de las mitzvot que deben cumplirse en Eretz Israel: Justamente “cuando segareis la mies de vuestra tierra”, esa es la concepción social que emana de los terrones de la tierra de Eretz Israel (la Tierra de Israel) y de las profundidades de su Torá. Porque Eretz Israel es la que nos hace a todos un sólo pueblo, como si fuésemos una sola persona. ¡“Y quién como Tu pueblo Israel, un pueblo en la tierra” (Shmuel Bet 7:23)! 

Midreshet Majón Orá

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Rav Shlomó Aviner Avanzamos
Rav Shlomó Aviner

Pregunta: ¿Cómo puede ser que hoy en día estemos en un nivel superior al de la Generación del Desierto – que fue merecedora de muchos milagros, cuando nuestro Rav Moshé era su dirigente? Es cierto que también hoy en día en nuestra tierra pasamos crisis en relación a la Torá y Eretz Israel (la Tierra de Israel), pero no son nada en comparación con el Pecado del Becerro de Oro, el Pecado de los Espías y otros episodios muy duros.
Respuesta: En efecto, nuestros sabios dijeron que nuestra Gueulá (Redención) será más elevada, hasta tal punto que Ben Zoma determinó que en los Días del Meshiaj (Mesías) no será recordada la salida de Egipto (Brajot 12B), como dice el versículo: “He aquí pues que vendrán días, dice el Eterno, en que no dirán más vive el Eterno, que sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, sino que vive el Eterno, que sacó y condujo la simiente de la Casa de Israel del país del norte y de todos los países donde los había alejado, y vivirán en su tierra” (Irmya 23:7-8).
En efecto, la reunión de los exilios de nuestros días es más maravilloso aún que la salida de Egipto: En aquel entonces, todo el pueblo junto salió de Egipto en dirección a Ierushalaim. Y ahora, todo Am Israel (el Pueblo de Israel) en todos los países volvió a Eretz Israel, como si hubiese sido coordinado entre ellos. Es más, en Egipto estaba nuestro Rav Moshé: Hoy en día no. Somos como un rebaño sin pastor – es una carencia, pero también un elevado nivel: Somos un rebaño sin pastor que hace maravillas. Toda la reconstrucción de la tierra, todo el regreso a Tzion, la edificación del estado, todas las guerras de Israel, todo el regreso de la Torá a Eretz Israel – todo eso lo hicimos como un rebaño sin un pastor.
Por supuesto que el pastor llegará, pero no para resolver problemas que el rebaño puede resolver por sí solo. Véase el comentario de Rashi al principio del capítulo 70 de Tehilim (Salmos) que cita la parábola del rey que se enojó, destruyó el establo, exilió al pastor y dispersó el rebaño. Luego, el rey hizo las paces, reconstruyó el establo y trajo al rebaño. Preguntó el pastor: ¿Y qué hay conmigo? El rey le contestó: También a ti te recuerdo. El pastor llegará al final.
Cuando salimos de Egipto, fuimos como un rebaño que depende totalmente de su pastor. Por eso, cuando el pastor no se encontró al lado nuestro, pecamos en el Pecado del Becerro de Oro. Y en muchas otras ocasiones éramos totalmente dependientes del pastor, como un niño que depende totalmente de su padre y madre, y por ello muchas veces caímos. Ahora, sabemos actuar sin el pastor, y hacemos muchas obras. Y también cuando caemos, son caídas de un nivel totalmente distinto.
Y a pesar de ello, nuestros sabios dicen: “No es que la salida de Egipto será totalmente olvidada, sino que la liberación de los exilios será lo principal, y la salida de Egipto le será secundario” (Brajot 12B). En ese punto, el Mahara”l hace una revolución copérnica en el prólogo a su libro “Netzaj Israel”, y explica que la relación entre la salida de Egipto y la liberación del yugo de los gentiles es como la relación entre la causa y el efecto. La causa es pequeña en relación al efecto, pero a pesar de ello el efecto se encuentra escondido en ella, en potencia.
Es como la semilla de la manzana que es enterrada en la tierra – que es diminuta en relación al gran manzano, pero todo él se encuentra escondido en ella. Todo lo que hacemos hoy en día con gran habilidad ya se encontraba dentro nuestro cuando salimos de Egipto, de la misma forma que todas las destrezas de la persona mayor se encuentran escondidas en su infancia.
En forma semejante, preguntó nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, a su padre, el Rav Kuk: ¿En qué etapa de la Gueulá nos encontramos, al principio, en el medio o al final?
Le contestó el Rav Kuk que depende de qué hablamos: De la situación práctica, o del potencial espiritual. La situación práctica es muy pobre, es sólo el comienzo de la Gueulá. Pero la iluminación del alma, ya es capaz de generar la elevada Gueulá en su totalidad (Iguerot Dalet, Carta 1).
No debemos enorgullecernos por todas las maravillas que hacemos hoy en día en nuestro estado, y mirar “de arriba” o incluso a la misma altura a la Generación del Desierto. La Generación del Desierto somos nosotros, y todo lo que hacemos ahora ya se encontraba escondido en potencia en aquel entonces – pero necesitaba un largo proceso de elaboración de miles de años.
Bienaventurados somos, que fuimos merecedores de ello. 

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
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