Nuestro
patriarca Iaacov no murió
Rav Ioram
Eliahu
El
Mahara”l explica (Derej Jaim, Pág. 225) que de momento que
Iaacov es el último
patriarca, es también el resumen de ellos: “Y de él
hereda Israel su meta y
fin… Iaacov la mayoría de sus días estaba en pena, porque
fue perseguido. Pero
al final pudo descansar de sus penas, y en ese aspecto es semejante a
Israel”.
Y pregunta el Mahara”l: ¿Quizás hubiese sido más
adecuado que el bien del que
disfrutó Iaacov fuese más duradero, porque insinúa
la meta final de Israel, y
ella es eterna? Y contesta: Por ello “dijeron nuestros sabios que
nuestro
patriarca Iaacov no murió, y de ello entendemos que se encuentra
en el bien
eterno, del que no se aparta nunca, y eso insinúa el bien del
que será
merecedor Israel, que es un pueblo eterno”. Nuestros sabios quisieron
expresar
de esa forma la eternidad de Am
Israel (el
Pueblo de Israel): A pesar que sufre
muchas penurias, su meta final es eterna, sin cambios – como fue dicho
en
semejanza a Iaacov, que no murió.
Y así lo
explicó nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk zt”l:
“Nuestro patriarca Iaacov es
genérico, de todo Am
Israel. Es una
personalidad especial, una criatura singular, una realidad sin par, que
se
identifica plenamente con su descendencia. Por ello, si su descendencia
está en
vida, también él está en vida – Iaacov y su
descendencia son una misma
identidad.
El
patriarquismo de los patriarcas se revela en este caso de una forma tal
que el
patriarca y sus hijos son una misma cosa. En nuestro patriarca Iaacov
ya
comienza Am Israel, las tribus de Israel. Nuestro
patriarca Avraham fue como nuestra semilla, pero con nuestro patriarca
Iaacov
ya se revela la familia de Iaacov,
Según
ello, explicó mi maestro y Rav, el Rav Uzi Kaljaim zt”l, otra
cita de nuestros
sabios (Sota 13).
Todo eso nos enseña cuál debe ser nuestra
convicción de la eternidad de Am Israel, nuestra
confianza en el Eterno
de Israel – que no mentirá ni mudará de propósito.
Iaacov vivió muchas
complicaciones y desgracias - muchas complicaciones y guerras
pasó y pasa
nuestro pueblo, pero “nuestro patriarca Iaacov no murió”. Esa
frase expresa la
eternidad de Am Israel, también dentro de todas las
desgracias y
complicaciones. Y como nos enseñó el Rav Kuk en su libro “Orot”,
que
cuando surge una guerra es porque estamos avanzando hacia nuestra meta
en el
mundo: “Despierta la fuerza del Meshiaj (Mesías), llega
el momento del
canto del Zamir (ruiseñor, en hebreo), zamir
(podar, en hebreo)
de tiranos, los malvados son exterminados del mundo y el mundo se
endulza, y el
canto del ruiseñor se escucha en nuestra tierra… debemos recibir
el contenido
elevado del resplandor de D’s que se revela sobre todo en esas guerras.
‘Emprende
batallas, siembra la justicia y hace brotar la redención. Cura
nuestras
enfermedades, por eso Él es venerado. Hacedor de maravillas, con
Su bondad
renueva día a día Su obra de Creación...
Irradiará una nueva luz sobre Tzion, y
seremos todos merecedores pronto de su resplandor' (Brajot Kriat Shma
de
Shabat)” (Orot, Pág. 13).
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El
Principito
Rav
Shlomó Aviner
Respuesta: No. Tiene un contenido moral
genérico humano.
Ese libro es leído en todo el mundo, fue traducido a 180 idiomas
y dialectos, y
fue clasificado en cuarto lugar en la lista de los mejores libros que
fueron
escritos en el mundo en los últimos 100 años.
Su éxito se debe a que fue escrito en un estilo ameno y sencillo
que es adecuado para niños - pero su contenido es profundo,
expresado a través
de símbolos, para adultos.
Es más, hace desear al adulto a
volver al niño que se encuentra en él, y no perder la
candidez de la infancia.
Se critica la falta de lógica con la que se comportan los
adultos, que olvidan
las verdades más sencillas: "[Los mayores] son así. No
hay por qué guardarles
rencor. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas
mayores. Pero nosotros, que sabemos
comprender la vida, nos burlamos
tranquilamente de los números".
El
Principito se pasea por el universo, buscando una persona con valor
auténtico.
Pero sólo encuentra personas grotescas, encerradas en su
soledad: El rey
– que reina sobre un reinado imaginario, ordenando hacer lo que de
todas formas
hacen, y su actitud para con el principito es como si fuese su vasallo.
El vanidoso,
que se piensa que el principito es su admirador, y su aspiración
es que todos
lo admiren - pero vive sólo en su planeta. El bebedor,
que se avergüenza
de su vicio, y continúa bebiendo para olvidar su vergüenza
– encerrado en un
círculo vicioso. El hombre de negocios, que todo el
tiempo cuenta las
estrellas que se piensa que le pertenecen, y planea utilizarlas para
adquirir
más estrellas. El farolero, que está trancado en
su mundo con un
comportamiento automático, sin sentido. Su papel era encender el
farol al
principio de la noche y apagarlo cuando llegase el día, pero su
planeta gira
más y más rápido, de forma que él enciende
y apaga su farol todo el tiempo sin
descanso - y no le queda ni un poco de tiempo para sí mismo. El geógrafo,
que escribe gruesos libros de mapas, pero nunca se encontró con
nada, salvo consigo
mismo. Cuando se dispone a tomar nota del mundo del Principito, este le
cuenta
que en su planeta hay una flor hermosa. Pero el geógrafo le
explica que de las
flores no se toma nota. El Principito se sorprende, ya que este se
ocupa sólo
de la cáscara superficial de la vida, y se pierde las cosas
más importantes
como la flor – que insinúa la añoranza por su
esposa.
El principito
busca un mundo con sentido, pero encuentra mundos vacíos. Sobre
todo es muy
aterradora la descripción de los tres árboles baobab
gigantes que aferran al
pequeño planeta con sus raíces, y casi lo hacen explotar.
Todo eso pasó porque
la semilla del baobab es parecida a la de las rosas, y por eso al
principio no
le prestaron atención, no se dieron cuenta del peligro que se
esconde en ellas
y no las arrancaron. La intención del autor es que hay todo tipo
de fuerzas del
mal que parecen ser agradables al principio, pero si no se está
atento y no se
las arranca de cuajo, se transforman en verdaderos monstruos.
Está insinuando
al Nazismo y al Fascismo, que en el principio parecían ser
agradables, como una
rosa. La descripción de los árboles baobab es muy
aterradora, como una
advertencia de urgencia. Por supuesto, es lo mismo tratándose de
todo tipo de
semillas malas en toda generación, en todo pueblo y en toda
sociedad.
El principito
se ocupa de arrancar las raíces de baobab todo el tiempo, que
intentan
fortalecerse en su planeta, y el deshollinado de sus tres volcanes
apagados –
porque también los volcanes apagados hay que cuidarlos.
Aprendemos
de ello que la invitación del autor de volver a encontrar el
niño que se
encuentra dentro nuestro, porque "todos los mayores han sido primero
niños, pero pocos lo recuerdan" – no es sólo un
entretenimiento, sino que
una tarea muy seria y responsable, que se encuentra dentro de la
infancia pura.
Lo
tercero que hay en el planeta del principito es la flor – la
pareja
ideal que él anhela. Pero también en este caso le esperan
defraudaciones: La rosa
es muy bella, pero tiene espinas. Es orgullosa, coqueta y exigente. Es
más,
buscando una amistad sincera, llega a un jardín de rosas, y
descubre que su
flor no es la única, y se siente muy desgraciado. Entonces, se
encuentra con el
zorro - que al principio parece muy extraño, pero es
él el que le enseña
qué es una amistad profunda, cómo se logra un
vínculo auténtico, lo que apoda
"domesticar": "Eres responsable para siempre de lo que has
domesticado", "lo que hace más importante a tu rosa, es el
tiempo que
tú has perdido con ella", "sólo con el corazón se
puede ver bien; lo
esencial es invisible para los ojos".
Después
de muchas búsquedas, el principito se dispone a ver la puesta
del sol, pero su
planeta es tan pequeño que alcanza con mover unos metros la
silla para poder verla:
No se necesita ir lejos para poder ser merecedor de la felicidad. Ella
está
aquí.
Departamento
ibero-americano
Majón Meir
abrió sus
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