Beahavá Ubeemuná
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Parashat Dvarim     4 de Av 5769     Shabat Jazon     No 727


Una pequeña diferencia
Rav Lior Engelmann

Hay muchas personas que estudian en Tisha BeAv (el ayuno del 9 de Av) las Agadot de la destrucción del Beit HaMikdash (El Templo). A veces, se nos ocurre pensar: ¡Tantos paralelos se pueden encontrarse entre lo que ocurrió en aquel entonces y lo que estamos viviendo hoy en día! Ya sea en el plano moral-social, o casos de corrupción en el gobierno, o en las relaciones entre las personas y en la relación del Pueblo Judío y su D’s. A veces, tal parece que parte de esas Agadot que describen la insensibilidad de la persona para con su prójimo, que pintan con colores negros la célula familiar y la falta de responsabilidad mutua – es como si hubiesen sido escritas para nuestra época. El odio gratuito y las diferencias sociales no nos son extraños, lamentablemente. Nuestro corazón se parte leyendo esas Agadot: ¿Quizás también nosotros nos encontramos – D’s no lo permita – frente a un destino semejante al de los habitantes de Ierushalaim en aquel entonces?
Así es en la vida, los extremos opuestos se parecen mucho. La niñez y la ancianidad, el nacimiento y la muerte, surgen en el mundo a través de los mismos útiles. La sangre del parto nos recuerda la sangre de la muerte, y los dolores de parto son tan difíciles como una agonía. El niño que acaba de nacer, débil y dependiente de su entorno, es semejante a un anciano que se encuentra en su último día sobre la tierra. El principio y el fin se asemejan mucho.
Los acontecimientos que fueron síntoma del principio de la amarga galut (exilio), vuelven a repetirse hoy en día, pero esta vez son señal del principio de la gueulá (Redención): “En la generación en que llega el hijo de David la asamblea se transforma en una casa de vergüenzas, el Galil será desolado y sus habitantes andarán de ciudad en ciudad, sin que nadie se apiade de ellos. La sabiduría de los escribas se adulterará, los temerosos de D’s serán despreciados, el rostro de la generación será como la cara de un perro, y la verdad será escasa… los jóvenes avergonzarán a los sabios, los sabios se pararán frente a los menores, la hija se revelará frente a su madre, la nuera frente a su suegra…” (Derej Eretz Zuta 10).
Todo parece un descalabro moral total, que es una señal de la pérdida de la existencia judía. Muchos pecan en su incapacidad de diferenciar entre un tipo de sangre y otro, entre la sangre del nacimiento y la sangre de la muerte, e inundan al público con apreciaciones equivocadas que siembran la desesperación y el temor, como si nuestros sufrimientos y caídas no tuviesen remedio alguno. Y a pesar de ello, los sabios de Israel  - con su aguda capacidad de análisis – nos enseñan que lo que nos parece la sangre de la muerte, es en realidad la sangre del nacimiento, son los sufrimientos que anteceden al Meshiaj (Mesías), y no los suplicios de la agonía. Nuestros problemas, son los problemas de un nuevo comienzo.
“‘Forzando la nariz sale sangre’ (Mishlei 30:33) – todo discípulo cuyo Rav se enoja con él por primera vez y calla, se hace merecedor de diferenciar entre la sangre impura y la sangre pura” (Brajot 63B).
La sangre impura es la sangre que expresa el cesado de la existencia, la pérdida de vida o la imposibilidad de traer vida al mundo. Es muy importante saber identificarla y ser conciente que se trata de una sangre que está relacionada con el cese de la existencia, que aleja a los cónyuges, una sangre que no encierra ninguna esperanza de vida.
La sangre pura, en contraste, es una sangre que anuncia la llegada de la vida – y es una sangre que nos confunde mucho. El que observa las cosas desde un punto de vista común, le parece sangre impura, muy semejante en su apariencia a esa sangre que expresa el fin. Y el que no se hizo merecedor de diferenciar bien entre ellas, puede definirla enseguida como una sangre impura. Ese error de identificación produce un daño enorme, porque se trata de una sangre pura, una sangre de vida, que lo correcto sería definirla como tal para saber que nos encontramos frente a una oportunidad de añadir vida y bendición.
No todo discípulo se hace merecedor de diferenciar entre la sangre pura y la impura, de diferenciar entre la sangre que anuncia una nueva vida y la sangre que cierra los portones de ella. Por la forma parecida de ambas, y por la apariencia amenazante, con facilidad se puede definir todo tipo de sangre como impura. Se necesita una habilidad especial para diferenciar, se necesita una mirada muy aguda para entender que más allá de la sangre surge la vida. Se necesita fe y valentía para decir:
¡Es pura!
La Gmará habla de una persona que será capaz de diferenciar entre los distintos tipos de sangre: “Todo discípulo cuyo Rav se enoja con él por primera vez y calla”. También el enojo – como la sangre – es algo desagradable. No es agradable encontrarse en una situación en la que alguien se enoja, sobre todo cuando el enojo es contra nosotros. Por lo general, una persona cuyo Rav se enoja con él lo interpreta como un ataque personal, como un intento de herirlo – y por ello, enseguida se justifica a sí mismo. Lo que él piensa, es ¿cómo haré para apaciguar el enojo?
El discípulo que es descrito en este caso, reacciona de otra forma. Él es capaz de diferenciar entre un enojo que tiene por objetivo criticarlo e incluso rebajar su valor, y otro tipo de enojo, que proviene del amor de su Rav que desea su éxito. Un enojo que por fuera parece igual a todos los enojos del mundo, pero por dentro está colmado del amor del Rav por su alumno. Él logra entender que el enojo es síntoma de vida.
Ese alumno no se deja impresionar por el aspecto exterior, logra penetrar la capa superficial y descubre que ese enojo nació por su bien. Por ello, él calla, no protesta en contra de su Rav y analiza en lo profundo, intenta corregir su falla. Una persona como esa – promete la Gmará – no se aterrorizará cuando vea la sangre, analizará en profundidad y descubrirá que hay una sangre que es pura – la sangre que anuncia la llegada de la vida.
Esas sangres son una alegoría, cuando en realidad estamos hablando de todos los incidentes nada sencillos que están ocurriendo en nuestra vida: Para el que se fija sólo en el aspecto exterior de las cosas parecen síntomas que anuncian la destrucción cercana, pero los que son capaces de un análisis agudo optimista lograrán ver en ellos destellos de esperanza.
El rey David se define a sí mismo como el que toda su vida se ocupó de intentar definir qué sangre es impura y cual no: "D's, ¿acaso no soy un Jasid (piadoso)? Cuando todos los reyes del oriente y el occidente se sientan agrupados con gran honor, yo ensucio mis manos con la sangre de las placentas y fetos para purificar a las esposas..." (Brajot 4A).
El rey David - de cuyo linaje llegará el Meshiaj – dice que su tarea más importante es identificar la sangre pura, para purificar a las esposas. La capacidad de diferenciar entre lo que parece a primera vista como problemático, pero en realidad es un síntoma de vida, es la capacidad del Meshiaj que redime al mundo.
Bienaventurado es el que sabe diferenciar entre la sangre pura y la sangre impura, entre las dificultades del fin del camino y los síntomas del principio de un camino nuevo. El día de Tisha BeAv de nuestra época no es sólo una expresión de duelo y desesperación, contiene también la esperanza de la gueulá plena que llegará pronto. 

Midreshet Majón Orá

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Rav Shlomó Aviner El espíritu de Gush Katif
Rav Shlomó Aviner

En el día de la destrucción de Gush Katif (los asentamientos judíos de la Franja de Gaza), me dijo el encargado de la seguridad de Gush Katif, Ami Shaked: "Hasta ahora, Gush Katif era un lugar físico. A partir de ahora se ha transformado en un espíritu". Yo me dije: "Yo veo ese espíritu, yo veo algo eterno".
Es sobreentendido que eso no disminuye en nada la espantosa destrucción. Tenemos la mitzva del asentamiento de Eretz Israel
(la Tierra de Israel), y no sólo la edificación del espíritu. Las mitzvot que D's nos dio deben ser cumplidas en la tierra, y sobre todo las mitzvot de Eretz Israel. Pero también cuando el aspecto físico desapareció, quedó el espíritu, que fue apodado "el espíritu de Gush Katif".
Las personas fueron expulsadas con la cabeza en alto. Incluso hubo quien antes de ser expulsado dijo: "Antes de marcharme, haré un banquete de agradecimiento a D's por todos los buenos años que viví aquí".
¿A qué se asemeja? A la destrucción de la ciudad Betar – que fue algo espantoso (Guitin 57). Toda la revolución de Bar Kojva fracasó en un nuevo Tisha BeAv (Ramba"m, Hiljot Taaniot 5:3). Y a pesar de ello, después de un tiempo nuestros sabios agregaron una cuarta bendición especial dentro de Birkat HaMazon (bendición después de haber comido pan) cuando los caídos en la lucha de Betar fueron enterrados: "HaTov VeHaMeitivHaTov (El Bondadoso), porque los cuerpos no se pudrieron. VeHaMeitiv (que hace bondades), porque permitieron enterrarlos" (Brajot 48).
En efecto, el espíritu no se echa a perder. Hay quienes arguyen que Bar Kojva se equivocó – pero el Rav Kuk no piensa así.
¡Bar Kojva tenía razón! Es cierto que no tuvo éxito en su contienda, pero el espíritu de lucha quedó para toda la eternidad, y por su mérito lucharán en el futuro y vencerán en la Guerra de la Independencia (Maamarei HaReaya, Pág. 202-203).
Las personas que fueron expulsadas de Gush Katif no se echaron a perder. Ellos fueron "enterrados", y volverán a resucitar. Ellos hicieron despertar el nacionalismo Israelí, permaneciendo fieles a la tierra y su gran fe. Ninguno de ellos se fue corriendo a recibir indemnizaciones, ni abandonó el lugar para ello. Todos dijeron: "Este es nuestro lugar, esta es nuestra mitzva, y no iremos a ningún otro lado".
Sólo cuando no tuvieron más remedio comenzaron a empaquetar sus pertenencias. Hay quienes comenzaron tarde, y hay quienes empezaron más tarde aún. Y hay quienes no empaquetaron nada en absoluto. Todos actuaron excelente, cada uno según su forma de ser. Y hay quienes fueron más lejos aún. El denominador común:
¡Todo sea por la buena causa! ¡Y todo eso quedó para toda la eternidad! Esa fe en D's, y ese sacrificio, y esa valentía, quedaron para siempre. Lo que dirigió toda la contienda, fue la Torá, el espíritu y la fe. Personas de Torá, de gran espíritu y fe – y en la cabeza, talmidei jajamim (eruditos del estudio de la Torá).
Los asentamientos fueron destruidos, pero la potencia de la fe no. Nada de ella fue dañado. El aspecto físico dejó de existir. Todos despreciaron las indemnizaciones, y las aceptaron sólo para que puedan reconstruir su vida en algún otro lado.
No es fácil vivir en condiciones de incertidumbre, cuando no se sabe qué será mañana. Para eso, se necesita una gran fe. Pero se necesita también humildad: Los caminos de D's son extraños. Podemos preparar un gran banquete, y finalmente D's tirará todo al mar. Y también al revés.
Los habitantes de Gush Katif hicieron su parte, su obligación y mucho más también, durante decenas de años de construcción y también en el año de la destrucción. Y D's hizo lo suyo, ya sea que lo entendemos o no.
También cuando nuestro patriarca Avraham llegó a Eretz Israel, hubo hambre y tuvo que descender a Egipto. Y también a nuestro patriarca Itzjak lo expulsaron de Grar.
Y en la Guerra de la Independencia, cuando cayeron en la lucha muchos oficiales y soldados, dijeron: "Debemos continuar luchando. Si dejaremos que el dolor nos venza, no podremos continuar".
Nosotros continuaremos luchando con valentía, con alegría y fe, y la verdad encontrará su camino.

Departamento ibero-americano

Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
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