Beit
HaMikdash, reinado y
paz
Rav
Azriel Ariel
La mitzva de
construir el Beit
HaMikdash (El Templo) en Ierushalaim no fue escrita en forma
explícita en
la Torá. La mitzva “y Me harán un
santuario” (Shmot 25:8) – que
es enumerada como una de las 613 mitzvot – no habla en forma
explícita
del Beit HaMikdash, sino que se refiere al Mishkán
(Tabernáculo)
provisorio, en el desierto. En nuestra Parashá, la
construcción del Beit
HaMikdash en Ierushalaim es solamente insinuada: “Entonces,
habrá cierto
lugar que el Eterno, vuestro D’s, escogerá para hacer habitar en
él Su nombre,
allí llevaréis todo lo que Yo os mando…” (Dvarim 12:11).
El lugar preciso no
fue escrito. Sólo “al lugar que el Eterno, vuestro D’s,
escogiere de entre
todas vuestras tribus… lo buscaréis, y allí
iréis” (Dvarim 12:5), como
comentaron nuestros sabios: “Búscalo y encuéntralo, y
después te lo confirmará
el profeta”.
El momento en el que hay que cumplir esa mitzva
es más claro: “Mas cuando paséis el Iarden, y
habitéis en la tierra que el
Eterno, vuestro D’s, os hace heredar, y cuando Él os haya dado
reposo de todos
vuestros enemigos alrededor, de modo que habitéis seguros”
(Dvarim 12:10). El
versículo enumera cuatro condiciones: Entrada en la tierra,
habitación en ella
– cada uno en su lugar – reposo de las luchas contra los enemigos, y
seguridad.
Nos parece extraño: Acaso no tenemos la obligación de
construir el Beit
HaMikdash en la primera oportunidad que tengamos?!.
Por lo visto, esa fue la pregunta que se
hizo el rey David. Sólo terminó sus luchas contra los
Plishtim, se construyó
una casa de cedros - y enseguida
pretendió
construir el Beit HaMikdash. Tal le parecía que D’s le
da reposo de las
luchas contra los enemigos alrededor. Pero su alegría fue corta:
Por la mañana
del día siguiente, llegó el profeta Natan y le hizo saber
que no es él el que
lo construirá. Es más, le dijo que no fue elegido como
rey para eso: “Yo te
tomé del redil, de andar en pos del rebaño, para que seas
caudillo de Mi pueblo
Israel… y señalaré un lugar para Mi pueblo Israel, y lo
plantaré, y él habitará
en su propio lugar, y no será inquietado más, ni
volverán más de los
malhechores a oprimirle, como fue al principio… y ahora te he dado
descanso de
todos tus enemigos. Además, te hace saber el Eterno que
Él te hará a ti una
dinastía…” (Shmuel Bet 7:8-11).
El rey David tenía un papel:
Proporcionarle a Am Israel (el Pueblo de Israel) un refugio
seguro de
los enemigos. Pero después de haber cumplido su cometido, David
no construirá la
Casa de D’s, sino que D’s le construirá a David una
dinastía!. Ya que “tres mitzvot
debe cumplir Am Israel cuando entra en la tierra: Coronar a un
rey…” y
sólo después “construir el Beit HaMikdash”
(Ramba”m, Hiljot Melajim
1:1). Pero no alcanza con coronar un rey: Hay que consolidar el reinado
y la
dinastía, con firmeza – y sólo entonces se puede
construir el Beit HaMikdash,
un Beit HaMikdash que también robustecerá el
reinado. “Y cuando se te
cumplieren los días, y tu yacieres con tus padres,
levantaré tu linaje en pos
de ti, el cual ha de salir de tus entrañas, y haré
estable su reino. Él
edificará una casa para Mi nombre, y Yo estableceré el
trono de su reino para
siempre” (Shmuel Bet 7:12-13).
Pero hay otra condición: No alcanza con
que tengan reposo de las luchas con los enemigos alrededor. No alcanza
con un
cese de fuego provisorio. Antes de la edificación del Beit
HaMikdash, Am
Israel tiene que vivir con seguridad, sin estar amenazado - ni
siquiera una
amenaza lejana. Esa condición no se cumplió en la
época de David, él tuvo que
librar muchas otras guerras. Tuvo que luchar contra Amon y Moav, Aram y
Edom.
Una época de luchas no es adecuada para la construcción
del Beit HaMikdash:
Se necesita una época de paz. Y así le dice David a su
hijo Shlomó, antes de
morir: “El Eterno se me reveló, y me dijo, tú has
derramado mucha sangre, y has
hecho grandes guerras, tú no edificarás una casa para Mi
nombre, porque has
derramado mucha sangre en tierra delante de Mí. Mas he
aquí que ha de nacerte
un hijo, el cual será hombre de reposo, pues Yo le
concederé descanso de todos
sus enemigos en derredor, porque Shlomó será su nombre, y
paz y sosiego
daré a Israel para siempre. Él edificará una casa
para Mi nombre…” (Divrei
HaIamim Alef 22:8-10). No escuchamos ninguna entonación de
reprimenda moral en
las palabras de D’s – ni tampoco en los comentarios de nuestros sabios
– sólo
que debemos entender que mientras no han terminado las guerras, y Am
Israel
no fue merecedor de asentarse con tranquilidad y sosiego bajo su
viñedo y su
higuera, todavía no ha llegado el momento de la
construcción del Beit
HaMikdash. Y por lo visto, ese sosiego es también el indicio
que la
situación espiritual del pueblo ha llegado a tal punto que es
adecuado
construirlo, también desde el punto de vista espiritual.
Y hasta que lleguemos a la tranquilidad y
el sosiego, el descanso de las luchas contra los enemigos cercanos y a
la
seguridad frente a las amenazas lejanas, no tenemos más que
andar por el camino
de David, que se esforzó por dejar prontos los programas y los
medios para la
construcción – y de esa forma preparar los corazones para ese
gran día, como le
dijo a su hijo Shlomó: “Ahora, pues, hijo mío, sea el
Eterno contigo, para que
prosperes y edifiques la Casa del Eterno,
tu D’s, según Él ha prometido
acerca de ti” (Divrei HaIamim Alef 22:11).
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“Yo
construyo la
nación”
Rav
Shlomó
Aviner
Cuando el Rav
Kuk llegó a Israel, Rabí David HaCohen – el Nazir –
fue caminando toda la noche desde Ierushalaim a Jevrón para
recibirlo, y allí
escuchó una clase de él. Le dijo el Nazir:
“Entonces, lo que usted dice,
es como dice la gente de Jaba”d (corriente jasídica)!”.
El Rav Kuk se
sonrió, y le contestó: “Yo construyo la nación”.
“Cada generación y sus oradores, cada generación y sus
enseñanzas”
(Sanedrín 38B). En cada generación D’s conduce de forma
distinta Su mundo – y
según esa conducción son enviados los guías
adecuados a esa generación (Even
Shlema 11:9). La Torá lo incluye todo: Todas las
generaciones desde un
principio hasta el final, todas las preguntas y todas las situaciones.
Y cada generación
tiene un enviado Divino especial para revelar otra porción de la
Torá que
estaba oculta hasta ese momento, y sólo lo sabían los
pocos elegidos – que se
encuentran por encima de las generaciones, por encima del tiempo – que
son
capaces de verlo todo desde un punto de vista genérico. El Rav
Hilel Tzaitlin
escribió un artículo llamado “La línea
básica de la Kabalá del Rav Kuk”,
en el que compara la Kabalá del Ar”i (Rabí Itzjak Luria Ashkenazi), la Kabalá del Baal Shem Tov, la Kabalá de Jaba”d y la Kabalá del Rav Kuk. Nuestro Rav, el Rav
Tzvi Iehudá Kuk, dijo que en líneas generales ese
artículo es correcto, y supo
llegar al punto álgido del tema. Pero hay que agregar la Kabalá
del Gaon
(genio del estudio de la Torá) de Vilna. Dice el Rav
Hilel Tzaitlin: El Ar”i
habló del fulgor Divino de todos los mundos, el Baal Shem Tov –
y siguiendo su
línea el autor del libro “Tania” – reveló ese
fulgor dentro del hombre.
Nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk, agregó que el Gaon
de Vilna reveló
el fulgor Divino que hay en la Torá. Y finalmente, el
Rav Kuk reveló el
fulgor Divino que hay en la nación (Sifran Shel Iejidim 235).
Por supuesto, todo está relacionado. Por supuesto que todos
abarcan
todo con su mirada, pero el punto de vista cambia. Es como varias
personas que
miran las estrellas desde una alta torre: Cada uno se encuentra en otro
lugar
de la torre, y las ve desde un ángulo distinto (Sifran Shel
Iejidim 236). O si
prefieren, cada uno se encuentra en otro punto en la escala del tiempo.
En los últimos cien años ocurrió algo fabuloso:
“Toca con el gran Shofar
(cuerno) para nuestra liberación, y eleva el estandarte para
reunir nuestros
exilios” (rezo de Shmona Esre). Comenzaron a reunirse los exilios. Me
dijo una
persona: “Cuando nació el abuelo de mi abuelo, en Israel
habían 12.000 judíos.
Cuando nació el padre de mi abuelo, 30.000. Cuando mi abuelo
nació, 80.000.
Cuando mi padre nació, 200.000. Cuando yo nací, 600.000.
Cuando mi hijo nació,
2 millones. Y ahora que nació mi nieto, 5 millones!”.
Pero la reunión de los exilios no es solamente un cambio de
lugar
geográfico, o una población que inmigra. Nos reunimos y
nos juntamos, y conformamos
un pueblo único nuevamente. Pasamos de individuos particulares
dispersos, de
“un pueblo disperso y dividido”, y volvemos a ser “y quién como
Tu pueblo, un
pueblo único en la tierra” (Divrei HaIamim Alef 17:21).
El Mahara”l al principio de su libro “Netzaj Israel” explica que
un pueblo sano, natural y normal se caracteriza por tres cosas: Sus
miembros se
encuentran juntos, en su tierra, independientes. La traducción
práctica:
Estado, ejército, gobierno y todas sus instituciones.
Lentamente, volvemos a ser concientes, a entender, a creer que somos un
pueblo, y tenemos que vivir juntos como tal. Ya hace cien años
que comenzamos a
despertar, pero todavía hay muchos judíos que
continúan durmiendo en la galut
(exilio) y también en Israel. Y también hay muchos datiim
(religiosos)
que todavía no entendieron qué quiere decir
“nación” – pero nosotros avanzamos,
somos llevados por las alas de un movimiento gigantesco, el Movimiento
Sionista. “En los últimos tiempos, ha surgido un movimiento
silencioso - lleno
de potencia y deseos, lleno de contrastes y contradicciones, lleno de
luces y
sombras - que se ha propuesto llegar a la costa de la salvación
de Israel”
(Orot 38).
Por ello, hay muchos datiim que ven las sombras – y lo
excomulgan. En contraste, hay muchos jilonim (seculares) que
ven las
luces, y se identifican. Llegó el Rav Kuk, vio las luces y las
sombras juntas,
y dijo: “Yo construyo la nación”. Es decir, fortalece las luces
para que echen
a las sombras. Escribe el Rav Kuk, hablando de si mismo: “Yo se que D’s
me ha
enviado a la Tierra kdoshá (santa) para proveer de
alimento” (Iguerot
HaReaya Alef, Pág. 189). Inyectar el alma en el renacimiento
nacional, o para
ser más exacto, revelar el alma de ese renacimiento. Y
también escribió: “Y yo
soy un esclavo del público, para trabajar y llevar la carga,
para el Pueblo de
D’s que comenzó a echar raíces en la tierra de su
herencia, con esperanzas de
redención” (Iguerot HaReaya Alef, Pág. 239, 240).
Esa es una gran tarea. Es una tarea de la Torá, lo que
nuestro
Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk definió como “la Torá
redentora” (Or
LeNetivati 280), una Torá que nos enseña
cómo debemos forjar la
redención de nuestro pueblo, según la palabra Divina.
Pero no nos equivoquemos pensando que esa tarea no edifica la persona
particular: Por el contrario, la edifica mucho más. Para ser
partícipe de la
construcción de la nación – y no ser solamente un
montón de individuos
particulares – la persona tiene que estar mucho más colmada de Torá
y Mishná,
de Gmará y “Shuljan Aruj” (el libro de halajá
por
excelencia), temor a D’s y buenas virtudes, kdushá y
pureza, “Mesilat
Iesharim” y “Jovat HaLebavot” (libros del cultivo de las
virtudes).
Y no menos que eso, el renacimiento de la nación necesita
también que
los individuos particulares se eleven mucho, como dice el Rav Kuk: “Si
el
renacimiento nacional no innovará nada en el campo del rezo, de
la Torá,
en la moral y la atención a la fe – entonces, todavía no
es un renacimiento
auténtico” (Maamarei HaReaya 414).
Esa es la misión Divina del Rav Kuk: Convertir nuestro
renacimiento en
un renacimiento auténtico. Y gracias a D’s, ya hace cien
años que se va
transformando en un renacimiento auténtico, gracias a las luces
del autor de “Orot”
[uno de los libros del Rav Kuk, cuyo título es “luces”, en
hebreo. N. del T.].
Pero todavía tenemos un largo camino por delante. Todavía
tenemos que estudiar
mucho las luces, estudiar y enseñar, y descubrir las luces que
se esconden en
nuestro renacimiento, hasta que se materialice en su totalidad la
visión del
Rav Kuk: “El anhelo de nuestro estado - el Estado de Israel, la base
del Trono
Celestial en el mundo - es que D’s sea uno, y Su nombre uno” (Orot,
Pág. 160).
Departamento
ibero-americano
Majón Meir
abrió sus
puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y
portugués, y te invita
a tener esta experiencia única de estudiar Torá en
su ambiente tan
especial en la ciudad de Ierushalaim.
El
programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está
destinado para jóvenes
de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad
judía por medio
del estudio de
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Director del
Departamento ibero-americano
Rav Rafael
Spangenthal
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Cel: 972-52-4501467
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