Beahavá Ubeemuná
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Parashat Vaiera     17 de Jeshvan 5766     No 539


Rav Shlomó AvinerEl decreto Divino y la moral humana
Rav Shlomó Aviner
(Tal Jermón, pág. 49)

La ordenanza Divina de sacrificar a Itzjak, hecha por tierra todo lo que Avraham aprendió en su vida y todas las enseñanzas que él impartió a los demás. Él, que se esforzó por luchar contra el culto a otros dioses y los sacrificios humanos, el hombre de la moral y la entrega total, se dispone a asesinar a su hijo,  a cometer una trasgresión de la norma moral más sencilla, la más racional, que no necesita ninguna fuente para ser deducida, que es sobreentendida por toda persona!.
En el judaísmo, hay tres pecados capitales - culto a otros dioses, adulterio y asesinato - respecto a los cuales la halajá es que "debe dejarse asesinar y no trasgredirlos". En cuanto a los dos primeros, esa halajá es deducida de los versículos. Pero en cuanto al asesinato, no se utiliza ningún versículo para deducir esa conclusión: "Es lógico", dice la Gmará (Sanhedrin 74A), es algo tan sencillo que no es necesario ningún versículo. Incluso en situaciones en las que tu vida se encuentra en peligro, está claro que no puedes sacrificar la vida de tu prójimo para salvar la tuya: "Acaso tu sangre es más roja?!" (allí). Gracias a D's, las personas no son tan corruptas, y todos son capaces de entenderlo.
Y de pronto, Avraham se dispone a asesinar a su hijo!. Qué dirán las personas?. Qué será con toda la educación que él impartió en el mundo?. Todo se perderá?!. Y a quién se dispone a matar?: A su hijo, que es la única esperanza de corrección del mundo y del género humano, de su elevación espiritual, de "alumbrar con el resplandor Divino"!. El pasado y el futuro del mundo están a punto de ser arruinados en un instante!. Esos son los pensamientos con los que el Satán (Diablo) intenta disuadir a Avraham (HaGra, Kol Elihau, Vaiera). El Sacrificio, es el sacrificio de las normas morales humanas - y el establecimiento del mandamiento Divino en su lugar. Avraham tenía que renunciar a todo lo que sentía y entendía como ser humano - incluso como un noble ser humano - borrar todos sus pensamientos y deducciones, todo el sentimiento por el bien, para cumplir con la orden Divina. Y así nos enseñan de la forma más drástica posible, que la mitzva de D's no la cumplimos porque nos es bueno, porque lo entendemos, o porque sentimos placer cumpliéndola - sino que por ser la mitzva de D's. No hay ninguna diferencia para nosotros entre la mitzva de colocarnos los Tfilin (filatelias) o exterminar la descendencia de Amalek - ambas nos son muy preciadas por ser mitzvot de D's, a pesar que la primera nos es agradable cumplir y la segunda mucho menos. No comemos carne de cerdo - no porque nos asquea, sino que porque D's así nos ordenó (Sifra, Kdoshim 20). Y por supuesto, la persona debe elevarse hasta tal punto que sienta placer cumpliendo la mitzva, y le repugne cometer alguna trasgresión. Por supuesto que es bueno que la persona sienta placer rezando, por supuesto que es muy positivo que la carne de cerdo nos repugne, y que nos sea abominable sólo el pensar en asesinar. Gracias a D's, el género humano en general se ha elevado y es capaz de sentir profundamente ciertos mandamientos. Pero es importante que sepamos que el vigor de la moral no proviene de lo que la persona siente, conoce y entiende. Las reglas morales no provienen del hombre, sino que de D's. Llega El Sacrificio, desmenuza y desmantela todo el mundo moral y los sentimientos del hombre, para edificar un código moral basado vigorosamente en el origen Divino.
Por supuesto, El Sacrificio no finaliza con la muerte de Itzjak: "No envíes tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada" (Bereshit 22:12). Está claro que sólo de esa forma podía finalizar: Está prohibido matar!. Pero el mandamiento "no matarás" - como una orden que proviene de un código moral humano - ha muerto, y vuelve a la vida como una orden Divina, cuyo vigor y autenticidad emana no de los sentimientos cambiantes de la persona, sino que del origen Divino que se encuentra por encima del hombre, absoluto y eterno.
Sobre esa base, la persona es llamada a elevarse y vivir de acuerdo a la placentera voluntad Divina, en su pensamiento y su sentimiento.


Rav Shlomó AvinerQué buscan los jóvenes en la India?
Rav Shlomó Aviner (reimpresión)

Pregunta: En los últimos tiempos somos testigos de un nuevo fenómeno: Hay jóvenes religiosos que viajan a la India, participan allí de sesiones de meditación trascendental y ceremonias de culto. Algunos de ellos pierden la fe, pero la mayoría vuelven fortalecidos en su judaísmo. Acaso hay allí algo que aquí nos falta y que podría servirnos para nuestro propio culto Divino?. O se trata de una experiencia religiosa íntima y personal?. O acaso podemos encontrar en nuestro país lo mismo que se encuentra en la India?
Respuesta: Sin duda, en nuestro país no podemos tener todo lo que se encuentra en la India. Por ejemplo, aquí no hay idolatría. La idolatría ha tenido siempre un enorme poder de atracción. Por esa razón, la lucha de nuestro patriarca Avraham contra ella no fue nada simple. Asimismo, todos los profetas de Israel lucharon con vehemencia contra su fuerza de fascinación. El Rambam en su “Guía de los Descarriados” (Moré Nevujim, 3:30) afirma que “toda la Torá no es más que una gran lucha contra la idolatría…”. En todo lo malo, suelen haber aspectos interesantes y atractivos, sin los cuales no podría persistir.
El Rav Kuk escribe: “A la idolatría no alcanza con odiarla, abominarla, aborrecerla y exigir su destrucción, extinción y desaparición, sino que es necesario abolirla, creer en su nulidad, en su vaciedad, y en su revocación y negación absoluta, en lo profundo de la nada… la profundidad del judaísmo auténtico está basado en la negación de la idolatría”… “Todo lo que contiene una sombra de idolatría, a pesar de mostrar cierta belleza material o espiritual, debemos saber claramente que no se trata más que de su exterioridad. Mientras que en su interior yace el veneno de la profunda perversión” (Orot HaEmuna 5).
Hay que comprender que la India turística no es la misma que la de la vida cotidiana.  Es un país pobre, con muchos santuarios-fortalezas y cultos que atraen a los turistas y les muestran solamente lo que les conviene. Sin embargo, una religión no puede ser evaluada únicamente por su teoría, sino que es necesario observar principalmente los resultados prácticos que genera en la realidad, aquí en la tierra. La India está poblada por cientos de millones de pobres y millones de esclavos, en el sentido más simple del término. Desde su independencia, en el año 1947, miles de habitantes murieron en guerras civiles sangrientas, sin contar a los millones que mueren por epidemias y terribles enfermedades que atacan particularmente a los niños. La fe en la reencarnación de las almas favorece la división de la sociedad en castas de privilegiados y aquellos que son considerados como impuros e intocables. Las mujeres están subordinadas a los hombres en forma absoluta. Los matrimonios obligatorios son impuestos a niños y niñas menores, de modo que hay cientos de miles de viudas de 4 a 15 años. Además, las viudas no pueden volver a casarse, y de este modo se determina su amargo destino. Los ingleses anularon ciertas costumbres particularmente atroces: El sacrificio en la hoguera de la viuda con el cuerpo de su marido, el asesinato de bebés de sexo femenino al nacer y la utilización de personas simples de pasaje como sacrificio a los dioses.
En resumen, la India está lejos de ser un paraíso terrenal. Evidentemente, no todo es malo, y lo bueno y lo malo están entremezclados. Pero, en realidad, después de miles de años de existencia,  vemos que esta religión no actúa para bien. Es una religión con una divinidad sobrenatural, un hombre-Dios, una religión antropomórfica que considera al hombre como el centro del universo, está rodeado por una multiplicidad de dioses, lo que indica la poca importancia que poseen y la posibilidad que tiene el hombre de dominarlos. Esos dioses por sí mismos, no son el ejemplo moral. Por ejemplo, el potente dios Shiva exige a veces sacrificios humanos. Es al mismo tiempo un ermitaño y un rey de la danza estética y erótica, casado y adúltero, que se pasea desnudo y persigue a las mujeres casadas con hombres honestos. Es el responsable del mundo, crea y domina, lo que no le impide jugar a los dados, y ser un jugador obsesivo. Por lo tanto, el hombre puede dominarlo utilizando sus debilidades. Los atributos de este dios, que es uno de los más apreciados en la India, sin duda influyen en sus adoradores que optan por seguir su ejemplo.
Nosotros, los alumnos de nuestro patriarca Avraham, sabemos que “de su maldad y de sus ideas, no hay que tomar ayuda ni apoyo alguno, ni siquiera de sus aspectos positivos, de las ideas que aparentan ser buenas y estamos de acuerdo con el contenido positivo y sagrado que esconde” (Orot HaEmuna 15).
Una experiencia es siempre mucho más dramática y emotiva que el culto Divino en la realidad diaria. Aún más, el despertar sentimental no siempre da un fruto conveniente en la vida.
La dedicación imaginaria a lo sentimental, permite descargar la sensibilidad espiritual positiva, pero, en la vida práctica, deja al hombre sin nada. Hay que aprender a emocionarse de todo acto de bondad, alegrarse al cumplir un precepto, regocijarse enormemente ante cada verdadera elevación espiritual. La luz enceguecedora de Shir HaShirim se proyecta en múltiples actos de bondad en el Libro de Rut (Olat Reayá Bet, pág. 305), nuestro patriarca Avraham no sólo fue el hidalgo de la fe sino también el caballero de la misericordia.
“En la idolatría, la experiencia mística y religiosa de la fe es un deseo que se alimenta por sí mismo” (Orot HaEmuna 14).
El cristianismo, por su parte, se deja atraer por la idolatría, “absorbe de lo sagrado sólo la idea y el sentimiento”, “desea el descanso y la tranquilidad que brindan la seguridad y la fe”, “sin la responsabilidad de la acción” (Orot HaEmuna 15).
En la idolatría, hay un “deseo ardiente de fe”, acompañado por resultados destructivos y humillantes. En cambio, en el pueblo de “Israel se encuentra el brío del servicio Divino, en el cual nosotros superamos todos los anhelos. Por sobre todos los deseos se encuentra el religioso, del que custodiamos sus límites. El fundamento del acercamiento a la idolatría es la erupción del deseo religioso y su dominio se realizará sobre la base del culto Divino” “Cuando aumenta la avidez del deseo religioso, no es posible diferenciar entre la fe en la verdad y la falsedad.  Y el espíritu humano, acometido por ese ferviente deseo, necesita llenar ese vacío espiritual. Ese vacío reclama ser convenientemente llenado de esa verdadera fe, con un contenido que sea restaurador y satisfactorio para el espíritu apasionado”. “Todos tus preceptos son fe. Los preceptos santifican el ardor de la fe”. (Orot HaEmuna, 49-5).
No nos falta la experiencia, sino la profundidad de la fe; una fe inmensa que es una loa a la vida e ilumina cada precepto, moldea a la vida que construirá el pueblo y la tierra.

Departamento ibero-americano

 Majón Meir abrió sus puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y portugués, y te invita a tener esta experiencia única de estudiar Torá en su ambiente tan especial en la ciudad de Ierushalaim.
El programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está destinado para jóvenes de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad judía por medio del estudio de la Torá en un marco agradable, que enfatiza el valor de nuestros lazos con el pueblo, la Torá y la Tierra de Israel.
Para aquellos que lo deseen, existe también en el Majón un ulpán de hebreo bajo la órbita del Ministerio de Educación.
Para más información los invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del Departamento ibero-americano
Rav Rafael Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
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