Parashat Ki-Tetzé 13 de Elul
5765 No
530
Un
clamor en la ciudad
Rav Azriel
Ariel
Ocurre a veces que a un miembro
de Am Israel le es exigido ser
partícipe de un pecado en contra de su voluntad. Él no lo
desea hacer en
absoluto, pero otra persona lo obliga. Intentaremos aprender de nuestra
Parashá
cuál es la actitud de la Torá
frente a una situación semejante, en base al doloroso episodio
de la muchacha desposada
que es violada por un hombre. En ese caso, la Torá
diferencia entre dos situaciones distintas:
La muchacha que fue atacada en la ciudad, y la muchacha que fue atacada
en el
campo. El castigo de la muchacha que fue atacada en la ciudad, es como
el
castigo del violador - apedreamiento. Por qué?!. "Porque no
gritó estando
en la ciudad" (Dvarim 22:24), y por lo visto, su silencio manifiesta
cierta
colaboración con el pecador. Mientras que la muchacha que es
atacada en el
campo - es exenta de todo castigo: "Mas a la joven no le harás
nada, no ha
cometido ningún pecado digno de muerte… porque en el campo la
halló, y gritó la
joven desposada, mas no hubo quien la salve" (Dvarim 22:26-27).
Según nuestros sabios, no
hay una diferencia tan radical entre ambas
situaciones. En ambos casos no se castiga sin pruebas claras que
demuestren sin
lugar a dudas que el pecado fue cometido con el consentimiento de la
joven y no
en contra de su voluntad, a propósito y no sin culpa. La
diferencia entre la
ciudad y el campo es significativa en situaciones intermedias, cuando
las
pruebas son parciales, y en parte de los casos el escenario donde fue
cometido
el delito nos puede ayudar a acreditar alguna prueba, o por el
contrario
desecharla. Por lo visto, en la ciudad pudo consumarse el delito porque
la
víctima calló - mientras que en el campo por lo visto la
joven hizo todo lo que
pudo para salvarse, sin éxito.
Pero más allá del
estudio minucioso de las halajot - como lo
expresan nuestros sabios - podremos encontrar en este episodio un
mensaje
moral, de valores, que se esconde en la interpretación sencilla
de los versículos.
Aquí aprendimos la obligación de protestar. El clamor en
la ciudad - es lógico.
En todo lugar y en toda situación en la que existe alguna
posibilidad de
triunfar en la lucha contra el que lo obliga a cometer un pecado, es
obligación
luchar y protestar. El que no grita cuando puede ser que su clamor sea
escuchado por alguien que venga a socorrerlo, el que no lucha cuando
existe
alguna posibilidad de triunfar - es considerado partícipe del
pecado, incluso en
forma pasiva. Pero también en el "campo" - donde no hay quien
escuche
el clamor - se debe protestar y clamar!. No puede ser que una persona
sea
obligada a cometer un pecado, sin ofrecer resistencia alguna ni
protestar. No
se puede actuar de una forma que puede ser interpretada - por él
mismo, o por
los demás, por el que lo obliga a cometer el pecado, o por el
público - como
participación, consentimiento, o incluso tolerancia del terrible
pecado. Incluso
si no puedes vencer, todavía tienes la obligación moral
de oponerte. El que
no se opone, no podrá perdonarse a si mismo con facilidad el
haber cedido sin
lucha, el haber permitido realizar el pecado con insoportable
disposición. Al
mismo tiempo - todo eso debe ser sopesado por esa persona, en las
circunstancias precisas del lugar y la situación en la que se
encuentra. Los
jueces - o la sociedad - no podrán juzgar al que se
encontró en semejante
situación, mientras no exista alguna demostración clara
que decidió libremente
ser partícipe del pecado. En toda situación incierta,
debemos juzgar a esa
persona para bien - seguramente se opuso con todas sus fuerzas a
realizar el
pecado.
De entre las líneas de
los versículos de la
Torá, podemos agudizar
más aún el tema. Hasta qué punto le exige nuestra Torá
a la víctima
luchar contra el atacante que pretende obligarla a hacer un pecado?. El
Ramba"n recalca que el "clamar" no es crítico, sino que se trata
de una de las expresiones posibles de su falta de consentimiento, pero
también
"si lucha con todas sus fuerzas, y llora e intenta repelerlo
tomándolo por
sus vestiduras o por su pelo para escaparse de él" es lo mismo.
Pero de la
interpretación sencilla del versículo podemos aprender
que en situaciones en
las que no se puede escapar del pecado, y la oposición es por
ella en sí - no
debemos exigirle a la víctima más que un grito, que
expresa en forma clara su
oposición terminante al pecado, a pesar que haya formas
más contundentes de
oponerse. Esa persona no debe sentir remordimientos de conciencia por
no haber
luchado y haberse opuesto con todas sus fuerzas, cuando estaba seguro
que no
podía cambiar el resultado final.
De acuerdo a la
interpretación del autor del libro "Sfat Emet",
podemos agregar más profundidad. La "ciudad" - es el lugar y la
situación en la que se encuentra la Shjina (manifestación
de la Presencia Divina)
en forma evidente, y la persona siente la cercanía a D's, como
dice el
versículo "cercano está el Eterno a todos los que Le
invocan, a los que Le
invocan auténticamente" (Tehilim 145:18). Mientras que el
"campo" es el lugar y la situación en la que la persona se
siente alejada
de D's, hasta tal punto que piensa que Él no escucha su clamor.
"Aunque
grito y pido auxilio, Él cierra las puertas del cielo a mi
plegaria" (Eija
3:8). La obligación de rezar y clamar a D's - como estipula la Torá,
que se debe clamar
y rezar en la desgracia - se refiere a todo lugar y toda
situación, tanto en la
"ciudad" como en el "campo", hasta que seamos merecedores
de ver que "el rey se encuentra en el campo". En ese momento se
cumplirá con nosotros - la joven desposada de D's -
"clamó la joven
desposada, y hay quien la socorra", porque "en quién
debemos
confiar? - en nuestro Padre en el cielo" (Sota 49B).
"Porque no desechará el
Eterno a Su pueblo, ni desamparará a Su
herencia" (Tehilim 94:14), "salva, oh Eterno!. Óiganos el Rey el
día
que clamemos!" (Tehilim 20:10)
Este artículo es escrito
con admiración para nuestros hermanos, nuestra
propia carne - los desterrados de Gush Katif (los
asentamientos judíos
de la Franja
de Gaza) y del Norte del Shomrón (Samaria),
que fueron arrancados de sus
casas presentando una lucha responsable, que no se dejó llevar a
la violencia
ni el odio por los hermanos por un lado, y por otro lado expresó
un gran y
amargo clamor de dolor y protesta, de fe y oración, de
valentía y amor.
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Estado
laico, o Reinado Divino?
Rav
Shlomó Aviner
A nuestro patriarca Avraham
le
fue dicho: "Y te haré una gran
nación" (Bereshit 12:2). Y también está escrito "y
vosotros Me seréis
un reinado de sacerdotes y una nación santa" (Shmot 19:6) - la
base del
Trono Celestial en este mundo (Orot, pág. 160).
Pero desgraciadamente, muchos
piensan actualmente que nuestro estado es
un estado laico - como todos los otros estados. Por ello, los jaredim
(ultra-ortodoxos)
se apartan de él, los que visten kipa srugá (tejida)
vacilan, y los jilonim
(laicos) se sienten satisfechos.
En
su momento dijo el Gaón (genio del estudio
de la Torá) el Rav Itzjak Raines - fundador
del movimiento HaMizraji - que el
Movimiento Sionista vistió un aspecto laico intencionalmente por
parte de D's,
porque si hubiese vestido un aspecto religioso los jilonim se
habrían
apartado, y no recibirían su recompensa. De esa forma, ellos
fueron partícipes
del Movimiento Sionista, y más tarde también los
religiosos se adherirán.
Pero cómo
podrán
adherirse a un estado que aparenta ser laico?. Cuando
comprendan el principio esotérico de la "preparación" y
de la "progresión".
Porque la realidad no tiene alas para elevarse en un instante, sino que
se debe
marchar lentamente, a su ritmo. Y también cuando fue fundado el
reinado en la
época del rey Shaul, todos los sabios pidieron: "Pon sobre
nosotros un rey
que nos gobierne como es usanza de todas las naciones" (Shmuel Alef
8:5).
Shaul era un rey tzadik (justo), pero su país era laico,
y por ello sobrevinieron
duras crisis. Hasta que llegó David y edificó el Reinado
de D's en la tierra.
Pero también la primer etapa del reinado de Shaul tuvo mucho
valor, en
comparación con la anarquía de la época de los Shoftim
(Jueces) en la
que "en aquellos días no había rey en Israel, cada cual
hacía lo que era
correcto a sus propios ojos" (Shoftim 17:6, 21:25). La unión de
por sí, es
un noble ideal. La responsabilidad nacional de por sí, es un
encumbrado ideal.
Y sólo en base a esos cimientos se puede edificar un nivel
más elevado de
Reinado de D's en la
Tierra.
Todo eso cuando se observa la
historia desde una perspectiva racional.
Pero cuando se la observa desde una perspectiva interna
esotérica, se comprende
que el anhelo que mora dentro de la Nación de Israel, de regresar a
su tierra y su patria, en el
fondo es la ansía de D's, en forma consciente o inconsciente.
Las crisis que encontramos en el
camino - que no se encuentran sólo en
relación al estado, sino que a todo lo largo y lo ancho de
nuestra vida -
tienen su profunda raíz en la crisis de fe.
La razón de esa crisis no
es el desmoronamiento de los ideales: Por el
contrario, por el hecho que nuestra generación está
sedienta de ideales
elevados, y no los encuentra, entonces cae presa del desaliento y la
negatividad. Nuestra generación exige la confirmación de
todo el patrimonio
espiritual por el que nosotros nos sacrificamos. Pero esa
corroboración se
demora, porque fue dejado de lado el estudio del aspecto espiritual de la Torá.
Pero el anhelo por D's se
esconde dentro de la generación, en forma
semejante al alma que se esconde en el cuerpo, y como el Mundo Venidero
se
esconde en el mundo actual. El Rav Kuk explica que el anhelo de la
nación de
regresar a su tierra y a su patria, en realidad hay en ella un
resplandor de tshuvá
(arrepentimiento sincero), sólo que esta cubierto por cortinas
que impiden
verlo (Orot HaTshuva 17:2). La gueulá (Redención)
que surge frente
nuestro se encuentra en lo más recóndito del alma de Kneset
Israel (el
alma nacional de Am Israel), y allí es elaborada.
Por ello, debemos tener
paciencia y añadir fulgor en la nación, del que
provendrá la salvación.