Parashat Mishpatim
26 de Shvat
5765 No
498
Las leyes
de los perjuicios
Rav Itiel
Ariel
Nuestra Parashá habla
en extensión de las leyes de los
perjuicios, y determina que el que daña a su prójimo debe
ser responsable del
daño causado. Ese principio tiene su aplicación en muchos
de los ejemplos de
daños y perjuicios causados por la persona o sus pertenencias a
su prójimo y
sus bienes. "Hay cuatro formas típicas de daño" (Baba
Kama 1:1), y
otras cuatro que se encuentran en nuestra Parashá. Ellas
recalcan
el principio general, según el cual la responsabilidad
primordial de evitar
el daño, recae sobre el que lo produce, y es él el
que debe cuidarse - a si
mismo y a sus pertenencias - para no producir daño alguno. Ese
principio fue
más extendido aún - más allá de la
obligación básica formal - y quien se dirige
por los senderos de la jasidut (piedad) debe cuidarse mucho de
no provocar
algún perjuicio: "El que quiere ser jasid, que cumpla
las leyes de
los perjuicios" (Baba Kama 30A). Y por ello "los jasidim de
antaño enterraban las zarzas [que podían producir
algún daño. N. del T.] tres
palmos bajo la tierra" (Ídem.).
Justamente esa actitud del jasid ilustra la meta educativa
y valente
que se encuentra en la base de esas leyes - por encima de la
función social que
ellas desempeñan al definir claramente las relaciones entre el
que daña y el
que es dañado. En efecto, todos están de acuerdo en que
se debe delimitar
claramente el uso de la persona de sus bienes, de forma que su derecho
de
compra y su plasmación no sea a expensas de su prójimo.
Esa limitación es
necesaria para llegar al correcto equilibrio entre sus derechos y los
derechos
de los demás, y eso justifica cierta coartación de sus
privilegios. Pero si se
trata solamente de especificar las relaciones entre las personas, no
tiene
ningún valor moral añadir por encima de la
obligación básica, como hace el jasid.
La actitud del jasid - que tanto se cuida de no perjudicar -
insinúa una
concepción de valores distinta.
En un análisis más profundo, concluiremos que puede ser
interpretada
equivocadamente la obligación de toda persona de apartar el
daño que él puede
producir de su prójimo. Hay quienes ven en ella una meta en
sí, y
piensan que la clave para lograr buenas relaciones entre las personas y
sus
vecinos, es el claro distanciamiento. En su opinión, un muro
alto es la mejor
garantía para asegurar buenas relaciones de vecinos, ya que una
relación
estrecha diaria forzosamente generará conflictos innecesarios.
Esas personas a
menudo les resulta difícil presentar sus exigencias al verdadero
perjudicador: Evitan
discutir con él, y tienden a depositar toda la responsabilidad
sobre quienes -
según su opinión - deben velar por su aislamiento del
entorno. Por ejemplo, en
el lugar donde ocurrió un accidente de tráfico, ellos
exigirán realizar cambios
en la señalización y similares, pero no exigirán
educar al chofer o el
transeúnte a ser más atentos y cuidadosos.
Tal parece que esa concepción se ve reforzada y fomentada en la
vida
moderna. Cuanto más aumenta la densidad de las viviendas,
aumenta a la par el
esfuerzo por elevar más y más las verjas que separan
entre las personas y sus
vecinos, y con ella crece también la concepción
privada, que coloca en
la cima de la escala de prioridades el derecho de cada persona de vivir
su vida
a su gusto, mientras no dañe a su vecino - "vivir, y dejar
vivir". También
las relaciones entre las naciones son reguladas según
esa concepción, partiendo
de la base que son necesarias murallas de separación para
eliminar posibles factores
conflictivos entre ellas.
El que enciende fuego en su patio, tiene que tomar en cuenta que hay
zarzas
en la vecindad que no fueron enterradas, y de momento que no se
preocupó por
remediar la situación, debe ser responsable de lo que
ocurrió, a posteriori.
En "Orej Jaim" (sección del Shuljan Aruj, el libro de halajá
por excelencia) agrega que esas zarzas son una alegoría, que
simboliza a los
malvados, y por ello en un principio debemos hacernos cargo de
esos
fulgores de maldad, debemos hacer todo lo que podamos para que los
malvados cambien
su comportamiento para bien, y desafilar los filosos dientes de esos
hijos
amados a tiempo. Y sólo si no hay más remedio, podemos
consolarnos pensando que
la desgracia que llega al mundo a través de ellos, los extermina
a ellos
mismos.
Y en efecto, la visión futura del profeta Ishaya no habla del
quebrantamiento de los perjudicadores y su expulsión más
allá de los muros,
sino que de su corrección y la aniquilación de su
potencial dañino, "y
habitará el lobo con el cordero, y el tigre se
acostará junto con el
cabrito... no obrarán mal ni destruirán en todo Mi santo
monte..." (Ishaya
11:6-9).
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El
lugar más extraño del mundo
Rav
Shlomó Aviner
"Capitán Ignorantos!.
Usted despega dentro de un cuarto de hora. El
piloto automático ya fue programado. Este es el portafolio con
las
instrucciones. Que le vaya bien!".
Un viaje sin contratiempos. Cerca del destino, abrí el
portafolio:
"Hemos recibido mensajes radiales que no logramos descifrar. Usted debe
verificar qué está pasando en ese planeta".
Miré por la ventana, y leí las instrucciones: "Delante
suyo, se
encuentra un disco luminoso. Su nombre, es 'Sol'. Alrededor de
él, se
encuentran varios planetas. La pequeña migaja que se encuentra
frente a usted,
se llama 'Planeta Tierra'. A pesar de ser tan pequeña, hay en
ella millares de
pequeñas criaturas en constante movimiento, llamadas 'Hombres'.
Esas criaturas
no saben vivir juntas, y usted no podrá encontrarse con todas.
Usted aterrizará
en el centro del Planeta Tierra, en un lugar llamado 'Eretz Israel'.
Usted llegará a su capital, 'Ierushalaim', a un lugar central
llamado 'Kotel
HaMaarabi (El Muro de los Lamentos)', que es llamado por ellos:
'Lugar Kadosh
(santo)'".
Kadosh?. No conozco esa palabra!.
Mientras tanto, el piloto automático anunció:
"Prepárese para el
aterrizaje". En efecto, pude ver una pared enorme, pero
extrañamente,
detrás de ella - no había nada. Mientras aterrizaba vi
que ciertas criaturas se
aglomeraban, y elevaban su mano amenazándome. Se veían
bastante enojados, y
gritaban: "Shabes, shabes!".
Salí de la nave espacial, y me disculpé: "Lo siento mucho
si he
herido sus sentimientos. Yo llego de otro lugar, y no conozco sus
costumbres". Ellos se calmaron.
"De donde llega usted?", me preguntó una criatura que
vestía
un traje y un sombrero negro.
Señalé en dirección al cielo.
"Aha!", dijo acercándoseme un hombre con la cabeza descubierta,
"y acaso has visto a D's?".
"No he visto nada especial", contesté.
"Esa es la demostración!", dijo el que tenía la cabeza
descubierta, "D's no existe!".
"Por el contrario", lo interrumpió el que tenía la cabeza
cubierta, "esa es la demostración que D's no puede ser visto.
Él ve, pero
no es visto. Dirige el mundo, 'mira por las ventanas, atisba por entre
las
rejas' (Shir HaShirim 2:9)'". Él señaló en
dirección al Kotel.
"He aquí que está tras nuestra pared" (Ídem.).
No comprendí absolutamente nada.
"Perdón por mi ignorancia", me intercalé en la
conversación,
"pero si D's no puede ser visto, cómo saben ustedes que
Él existe?".
"Muy sencillo", contestó el de la cabeza cubierta, "Él
nos ha hecho regresar a nuestra tierra. Cuando mi bisabuelo
nació, había aquí
30.000 judíos. Cuando mi abuelo nació - 80.000, y cuando
mi padre nació -
200.000. Cuando yo nací - 600.000, cuando mi hijo nació -
dos millones, y
cuando mi nieto nació - cinco millones!. D's reconstruyó
nuestra tierra, y
cumplió todas las promesas del Tanaj!".
"Tanaj?".
"Sí, Tanaj, Biblia!".
"Qué es Biblia?".
"Es un libro maravilloso", irrumpió el que tenía la
cabeza
descubierta "que escribieron los Profetas de Am Israel en
nombre
del D's".
"Que no existe", agregue.
"No importa", contestó con incomodidad, "pero es un libro
maravilloso, pleno de justicia, de igualdad, de justicia social...".
"No, no!", dijo el que tenía la cabeza cubierta, "el Tanaj
son las mitzvot del D's, el culto a D's, el estudio de
"De ninguna forma!", dijo una tercera persona que vestía ropas
color aceituna, pequeñas piezas metálicas en los hombros
y llevaba un arma,
"el Tanaj es Eretz Israel, el Estado de Israel, el
Ejército
de Israel".
"Perdón", dije, "estoy confundido. Todavía no han logrado
convenir entre ustedes sus distintas versiones?".
Una persona con blanca barba me miró desde un costado, se
sonrió y dijo:
"Todos tienen razón, extranjero, no hay contradicción
alguna".
"Cómo puede ser que todos tienen razón, y dicen cosas
contrarias?".
"Tú también tienes razón", dijo sonriéndose
el anciano.
Qué personas extrañas...
"Tengo otra pregunta", dije con cortesía, "ustedes me gritaron
'shabes'. A qué se referían?".
"Muy sencillo", contestó el que tenía la cabeza cubierta,
con
evidente satisfacción de quien se siente en lo suyo "es el
día kadosh
para el D's, se reza, se estudia Torá, se canta a D's.
Un día dedicado todo
para D's, y no para el fútbol", dijo dirigiendo una furiosa
mirada al que
tenía la cabeza descubierta.
"No!", replicó este, "shabat es un día de
igualdad, de descanso para los obreros, de socialismo, de justicia".
"Ambos se equivocan", dijo el que vestía uniforme, "shabat
es un día nacional, para fortalecer la unión en la
nación, con amistad y
amor".
Entendí que con personas como esas, no se puede aclarar nada.
Comencé a
sentirme hambriento. Tomé de mi portafolio algunas galletitas, y
comencé a
comer. Noté que el que tenía la cabeza cubierta murmuraba
algo con sus
compañeros, y otros me miraban por encima del hombro.
"Hay algún problema?", pregunté.
"Sí, por supuesto: Acaso es kasher?".
"Kasher?. Qué es eso?".
"Kasher, es kadosh", comenzó a disertar el que
tenía la cabeza cubierta con efusión, "no comemos
cualquier cosa. Existen
cosas puras e impuras, que impurifican a la persona. No hay que ser un
ávido
glotón. No hay que vivir para comer, sino que comer para vivir.
Para vivir con
pureza. No para dejarse llevar por las pasiones y los instintos. Hay
que
dominar el instinto. Hay que comer con pureza. Somos un pueblo kadosh...".
"Kadosh?!". Si no lo hubiese interrumpido, sería capaz
de seguir hablando horas!.
"Kadosh, es lo que es más elevado y sublime que el
mundo", contestó el de la cabeza cubierta, "el D's nos santifica
con
sus mitzvot, y de esa forma nosotros santificamos y elevamos la
vida en
el mundo".
"Un poco más y su galletita se escapará de tanta
elevación",
se burló el de la cabeza descubierta.
Me cansé. "Qué extraño", dije, "en nuestro planeta
todos
piensan lo mismo. En general, aquí todo es diferente, salvo una
sola cosa:
Nosotros también nos balanceamos - antes de despegar".
Ellos se miraron con estupor.
"Ah, usted se refiere a los que rezan. Ellos le agradecen a D's y lo
alaban por el renacimiento de Am Israel en su tierra, y porque
nos da
fuerzas para vencer", dijo el que estaba vestido con uniforme.
"Ellos ruegan suplir sus necesidades", se metió el de la
cabeza descubierta, "como todas las personas interesadas: Dinero,
comida,
placeres...".
"Pero alabando y suplicando nos acercamos a D's", lo corrigió
el de la cabeza cubierta, "Él desea que nos dirijamos a
Él".
"Y tiene resultado?", pregunté.
"D's escucha los rezos", continuó el de la cabeza cubierta,
"hay rezos que son aceptados de inmediato, y hay los que deben ser
reiterados y suplicados, y hay también rezos cuyo efecto no
somos capaces de
ver".
Cerré mis ojos, y murmuré en mi corazón: "D's!.
Haz que coincidan
en algo!".
Ellos notaron mi preocupada mirada, y dijeron al unísono: "No se
inquiete,
todo estará bien".
Departamento
ibero-americano
Majón Meir
abrió sus
puertas para alumnos ibero-americanos de habla hispana y
portugués, y te invita
a tener esta experiencia única de estudiar Torá en
su ambiente tan
especial en la ciudad de Ierushalaim.
El
programa - dirigido por el Rav Rafael Spangenthal - está
destinado para jóvenes
de diecisiete años en adelante que desean reforzar su identidad
judía por medio
del estudio de
Para más
información los
invitamos a llamarnos o escribirnos:
Director del
Departamento ibero-americano
Rav Rafael
Spangenthal
Tel.: 972-8-9285216
Cel: 972-52-4501467
E-mail: espanol@machonmeir.org.il,
editorial@alumbrar.org