Parashat
Ree 25 de Av 5783 1421
Kdushá
intrínseca
Rav
Ziv Rave
“Pues
tú eres un pueblo santo para el Eterno, tu D’s, y a ti te
escogió el Eterno
como nación atesorada de entre todas las naciones que
están sobre la superficie
de la tierra” (Dvarim 14:2).
De ese versículo podemos
aprender varios principios básicos y deducir indicaciones
maravillosas para la
edificación de nuestra solidez interna:
Rashi explica “‘Pues tú eres
un pueblo santo’ – el versículo habla aquí de tu santidad
intrínseca, la cual heredaste
de tus patriarcas. Y además ‘y a ti te escogió el
Eterno’”. Cuando una persona
de Am Israel (el Pueblo de Israel) reconoce la naturaleza kdosha
de su alma y la elección Divina de Am Israel, vive un
vigor espiritual
distinto. El reconocimiento del valor de la pertenencia a la elevada
nación le
confiere a la vida del individuo particular una misión, una
grandeza, un
sentido de vida y vitalidad. “Si sabremos nuestra grandeza, entonces
nos
sabemos a nosotros mismos. Y si olvidaremos nuestra grandeza, olvidamos
nuestro
ser, y un pueblo que se olvida a sí mismo por supuesto que es
pequeño y bajo.
Sólo olvidándonos a nosotros mismos nos quedamos
pequeños y bajos, y nuestro olvido
es el olvido de nuestra grandeza” (Orot HaTjia 5).
Cuando el individuo particular
está vinculado al alma genérica, comienza a encontrarse a
sí mismo, su papel en
el mundo, su misión particular en la generación que su
alma descendió, como
parte de la misión general de la nación. Se vincula con
la eternidad, con el Kodesh
que emana abundancia, y se eleva por encima de su individualidad
limitada en
dirección al espacio de las necesidades de la nación. Su
punto de vista se amplía,
no se encuentra sumergido solamente en los problemas actuales, sino que
mira al
presente vinculado con el pasado. Y además se encuentra
vinculado con sus raíces
espirituales. Desde esa altura la vida de la persona está
vinculada también con
el futuro esplendoroso de la nación, y un optimismo colma su
corazón en base a
la certidumbre que los vaticinios de los profetas se van plasmando en
la
realidad.
Además, el versículo “pues tú
eres un pueblo santo para el Eterno” es capaz de conferir vigor y
vitalidad a
la persona que anhela elevarse de alguna caída. Aprende esa
persona que su caída,
ya sea pequeña o grande, no representa su esencia. Pertenece al
plano muy superficial
de la vida, como una mancha que se adhirió a las manos. Por
parte de su esencia
es Kadosh, “eres un pueblo santo”, y es capaz de limpiar sus
manos en
forma alegórica. Por lo tanto, renueva sus fuerzas con el
arrepentimiento sincero,
y desea vivir en forma exacta de acá en más su camino,
vivir siendo fiel en
forma consciente a su esencia Divina. Así aprende la persona a
alentarse en tiempos
complejos, mirar a su pertenencia esencial al bien, al Kodesh.
Es más, la certeza de la
grandeza Divina sellada en el alma del individuo particular lo incita
al
corregido de las virtudes. En base al conocimiento de esa grandeza, se
continua
el anhelo de la plenitud del espacio de la vida, alumbrar lo limitado
con el
resplandor infinito, permitirle al bien interno conducir las elecciones
diarias. Es más, la persona sabe que tiene acompañantes
en su misión, “pues tú
eres un pueblo santo para el Eterno, tu D’s”. También antes que
él, también
después de él siempre habrá puros de
corazón que sentirán un impulso interno
como él siente, no está solo en la lucha. “No debes
tú terminar la labor, y no
puedes elegir desentenderte de ella” (Avot 2). Él encuentra el
sentido interno
de su vida en su colaboración en la misión general de la
nación.
Adicción
al celular
Rav
Shlomó Aviner
Pregunta: ¿Cuáles
son los problemas para todo el género humano con el
teléfono celular?
Respuesta:
1. Parte
de los que lo usan se vuelven
adictos, como con las drogas.
2. Gasto exagerado de dinero.
3. Desperdicio de tiempo.
4. Utilizado en encuentros con personas, ofendiéndolas.
5. Utilizado cuando se maneja.
6. Arruinado de lazos sociales, entre los cónyuges
y entre padres e hijos.
7. Ansiedad cuando el aparato se
desconecta.
8. Revisado continuamente, en forma
obsesiva compulsiva, si fueron recibidos nuevos mensajes.
9. Desordenes psicológicos de los niños:
Depresión, ansiedad.
10. Sensaciones equivocadas de salvado de
la soledad y apreciación del prójimo.
11. Perdida de paciencia, pérdida de control
del comportamiento, comportamiento agresivo.
12. Desordenes de sueño, aplazado de la
hora de acostado.
13. Abusado del prójimo en el internet.
14. Debilitado de los lazos sociales.
15. Vergüenza o miedo de expresarse cara a
cara.
16. Andado mirando el celular, produciendo
caídas o chocado con objetos, personas o autos.
Para los discípulos de nuestro Rav Moshé:
Contenido bajo, Lashón HaRrá (calumnias),
ofensas, depravaciones,
desperdicio del tiempo, desconectado de la familia.
Alternativas: Leer, ejercicio físico, música,
encuentros sociales, actividades familiares, ayuda de necesitados,
estudio de
la Torá.
Se puede terminar con la adicción de una
vez, o en forma gradual.
Es una mitzva dejar de ser adicto.
Meorot
HaShabat
El cometido
de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas
básicas
del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica
en su comunidad
en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot
del Shabat,
y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Melaja de un
niño
pequeño
Descanso de
su hijo e hija
Un
niño o niña que han llegado a la edad de la
educación, su padre debe evitarles trasgredir el Shabat
por la mitzva
de la educación, como fue aclarado.
Pero
también un niño o niña que aún no ha
llegado a la
edad de la educación, a veces el padre tiene la
obligación de evitarles
trasgredir el Shabat, como será aclarado.
En nuestra
santa Torá está escrito[1]:
“Pero el séptimo día es Shabat para el Eterno, tu
D’s, no harás ninguna
labor, ni tú, ni tu hijo o tu hija”. Es decir, la persona tiene
obligación que
sus hijos e hijas no hagan alguna Melaja prohibida en
consentimiento del
padre, ya sea que el padre les ordena hacerlo, ya sea que ellos
entienden de
por sí mismos que esa es la voluntad de su padre, y por eso lo
hacen[2].
Por
ejemplo: Cuando se han olvidado de apagar la luz
en algún cuarto de la casa, y un niño pequeño
entiende de las palabras de su
padre que desean que la luz sea apagada, y el niño quiere
hacerlo, está
prohibido dejarlo hacerlo, porque lo hace para su padre y de esa forma
su padre
trasgrede la mitzva de la Torá que ordenó
el descanso de su hijo e
hija. Y por supuesto que está prohibido hacer que el niño
entienda que desean que
apague la luz y lo haga[3].
No entiende
A pesar de
que la orden del descanso de su hijo e hija
le habla al padre, de todas formas toda persona que ve un niño o
niña pequeños
que están por hacer alguna Melaja para él tiene
obligación de amonestarlos
para que no lo hagan. E incluso cuando están por hacer por
él algo que está prohibido
sólo según nuestros sabios, tiene la obligación de
amonestarlos para que no lo
hagan[4].
También
si el niño o la niña son muy pequeños y no
entienden,
y no han llegado a la edad de la educación, si hacen alguna Melaja
prohibida para una persona mayor hay que amonestarlos que no lo hagan[5].
Esa
obligación de toda persona, incluso si no es el
padre del niño, es de nuestros sabios. Y de la misma forma que
encontramos que
cuando un gentil está por hacer alguna Melaja en Shabat
para un judío,
este debe amonestarlo y evitarle hacerlo, así también
tratándose de un niño
pequeño que está por hacer una Melaja para un
judío, hay que amonestarlo
y evitarle hacerlo[6].
[1](Shmot 20:10).
[2]Rashi (respecto al versículo citado)
escribió: “Ni tú, ni tu hijo o tu hija – esto se refiere
a niños pequeños. ¿O quizás
no, sino que se refiere a hijos adultos? Para demostrar que no es
así podrás
decir que a los hijos adultos ya se les ha ordenado guardar el Shabat.
Por
tanto, esta frase únicamente viene para advertir a los adultos
que se encarguen
de que los pequeños se abstengan de labores. A esto se refiere
lo que hemos
aprendido (Shabat 121A), si un menor quiere extinguir fuego en Shabat,
no le
escuchamos, ya que su abstinencia de la realización de labores
está bajo tu
responsabilidad”. Y así también Ramba”n (allí)
escribió así: “Ni tú, ni tu hijo
o tu hija pequeños, nos advirtió que en Shabat los hijos
pequeños no hagan
labores a nuestro conocimiento y voluntad”.
Y en Shaar HaTziun (334
inciso 54) escribió en cuanto a un pequeño que apaga un
incendio en Shabat: “En
mi humilde opinión que si se trata del incendio de su padre, el
padre tiene obligación
según la Torá escrita de amonestarlo de momento que lo
hace con su consentimiento,
para que no trasgreda con ello lo que está escrito no
harás labores… ni tu hijo
o tu hija”.
Pero hay Rishonim que
opinan que esa prohibición es de nuestros sabios (Shiltei
Guiborim citando Ria”z.
Fue citado por Biur Halajá 267 comienza hag”a).
[3]Y en Minjat Jinuj (al final de Musaf
HaShabat) escribió que según la opinión del
Ramba”n que se trata de una
prohibición de la Torá, puede que también la madre
tiene obligación del
descanso de su hijo e hija, ya que también las mujeres tienen
obligación de la
prohibición de la Torá escrita “no harás ninguna
labor…”.
[4](334 inciso 25. Mishná Brurá
inciso
67. Kaf HaJaim inciso 121. 343, Mishná Brurá inciso 1.
Kaf HaJaim inciso 1. Y
así también 362, Mishná Brurá inciso 44.
Kaf HaJaim inciso 67).
[5](344, Mishná Brurá inciso 64. Kaf
HaJaim inciso allí).
[6]Y a pesar de que tratándose del
apagado de un incendio por un gentil en Shabat no se necesita
amonestarlo,
porque el gentil lo hace de por sí mismo, y sólo cuando
el gentil está por
encender una vela o similar y el judío tiene provecho de la
Melaja hay que amonestarlo
[como fue aclarado anteriormente], de todas formas tratándose de
un pequeño no
es así. E incluso cuando desea apagar un incendio en Shabat para
una persona
mayor hay que amonestarlo, porque tratándose de un
pequeño no se dice que lo
hace de por sí mismo [como en caso de un gentil], porque no
tiene juicio
propio, que sea su intención tener algún provecho de
ello, y de momento que
sabe que ese incendio es una gran pérdida para su padre o para
otro judío,
apaga el incendio para ellos, para que les sea agradable, y sus
acciones son
consideradas en consentimiento de la persona mayor (334, Shaar HaTziun
54.
Shuljan Aruj HaRav allí, inciso 26).