Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Emor     6 de Yiar 5779     1218 


La kdushá del estado y la persona
Mijael Abulafia

Cuando nos encontramos contando los días del Omer, y estamos centrados en la elaboración de nuestras virtudes y su purificación en el plano particular, nos llega una gran festividad: Iom HaAtzmaut (el Día de la Independencia), en el plano general, y no siempre sabemos cómo asimilar su grandeza…
El judío estudia todos los días de su vida cómo santificarse, es decir, cómo encontrarse en forma correcta con la realidad. Él estudia la Torá, porque sólo con su ayuda es capaz de asimilar la compleja realidad. Y cuanto más compleja es ella, será capaz de ver dentro de ella más resplandor de la Shjina (manifestación de la presencia Divina).
Desde la edificación del estado somos conscientes que tenemos una tierra, es decir, un cuerpo. De la misma forma que el individuo particular necesita ocuparse y pensar cómo vincularse con su carne kdoshá (santa), así también toda la nación se ocupa ahora de la esencia del vínculo de ella con la realidad política.
Dos mil años el cristianismo nos enseñó que el cuerpo, la vida material, la política, son el Satán, son la parte mala, y hay que ser “religioso” para alejarnos de ellos, de todo lo que está relacionado con la realidad… En contraste, Am Israel (el Pueblo de Israel) tiene otra meta: ¡Revelar que D’s es uno! En el cielo y en la tierra. Y eso quiere decir que cuanto más “realidad” hay, hay más labor – revelar más y más el bien infinito que se encuentra en ella, como los días del cielo sobre la tierra. La dimensión material no asusta, por el contrario. Si una persona se casa, por supuesto que es bueno, incluso si eso lo hace encontrarse con la realidad corporal, económica, material, que exige de él varios niveles por encima del estilo de vida que llevaba como soltero. El casamiento es como el pueblo que regresó a su tierra, es condición necesaria para la existencia, pero es también la puerta de entrada a la complejidad, una complejidad buena, una complejidad que nos recuerda que no hay vida sin vinculación entre cuerpo y alma, entre la realidad y la verdad, entre la tierra y el cielo, entre el estado y el ideal profético. Para eso hemos llegado aquí. El pensamiento dicotómico es testigo sobre todo de la superficialidad, y no es capaz de asimilar nada, sino que impone el sometimiento de una dimensión sobre la otra. Nosotros declamamos tres veces por día que el Eterno, nuestro Señor, es uno – ¡porque esa es nuestra esencia, santificar el estado, el espíritu, el cuerpo, nuestra realidad en Eretz Israel (la Tierra de Israel)!
Pero debemos recalcar que nuestra kdushá (santidad) es libertad, y no prisión de ideas. Debemos aclarar dentro de nosotros cada vez de nuevo el concepto de la kdushá del cuerpo, del estado. El recipiente contiene energía más alta, mientras está adentro. En el estado hay potencias más grandes que en un pueblo diseminado, y en el cuerpo hay potencias espirituales mayores que en el alma sola. Debemos revelar en esta generación que no hay Iom HaAtzmaut sin un intento de descubrir cada vez de nuevo la grandeza de la aparición del estado que tenemos, y agradecer infinitamente porque finalmente tenemos cuerpo. 


Rav Shlomó Aviner

Les mostraré maravillas
Rav Shlomó Aviner

“Como en los días de tu salida de Egipto, les mostraré maravillas” (Mija 7:15). El Netzi”v (Rav Naftali Tzvi Iehudá Berlín) acota que en la Salida de Egipto hubo también sufrimiento. Como es sabido, la medida del bien es mayor que la medida del sufrimiento. Por ello, en nuestras generaciones, que hemos visto grandes desgracias, mayores que en Egipto, seguramente veremos también milagros mayores. ¡Ya hemos visto con nuestros ojos tantos milagros!
Antes de la Declaración de la Independencia los americanos nos advirtieron no hacerlo, porque ponemos en peligro nuestras vidas: ¿Cómo podrán hacerle frente 60.000 judíos a un millón y medio de árabes, con armas inglesas que cuentan con el apoyo de 7 ejércitos de los estados árabes vecinos? También dijeron de antemano que no reconocerán el Estado de Israel. El consular americano abandonó el país diciendo: No puedo ver cómo es aniquilado el asentamiento. También los sionistas americanos estaban convencidos en su oposición a la Declaración de la Independencia. Los líderes del asentamiento temieron una masacre colosal, y tenían dudas qué hacer. Parte de ellos opinaban que está prohibido poner en peligro todo el asentamiento. Finalmente fue tomada la resolución en la Asamblea del Pueblo, gracias a un voto: 6 contra 4. Y entonces comenzó una cadena de milagros. Un millón de árabes se escaparon de por sí mismos, dejando lugar a los millones de judíos que llegaron. Escribió el escritor Moshe Pragar en su artículo “Tjiat HaAretz UPliotea”: “‘Desolaré Yo la tierra’ (Vaikra 26:32), a la luz de ese versículo debemos observar el milagro del escapado de los árabes cuando se levantó el estado. A pesar de los argumentos acostumbrados, no hay ninguna explicación lógica convincente de esa extraña visión, del escapado de los campesinos árabes. ¿Acaso han visto ustedes alguna vez que un denso bosque, enraizado cientos de años, se arranque a sí mismo de pronto de su lugar, tome sus piernas y se escape a los cuatro vientos?... y aquí, se levantaron muchedumbres de campesinos, en un momento lo abandonaron todo y se escaparon, como la paja diseminada por el viento” (fue citado en HaTkufa HaGdola, pág. 40).
Por ejemplo, los árabes de Tzfat y su vecindad tenían muchas armas, y se prepararon a masacrar los habitantes judíos de la ciudad. Los judíos no sabían dónde escaparse. Enviaron una delegación a los árabes, que les hable al corazón y les ofrezca mucho dinero para que se arrepientan de lo que quieren hacer, sin éxito. Había un puesto de defensa pequeño del movimiento HaAgana con el Davidka – ese cañón improvisado que siempre se temía si logrará disparar, o explotará. Gracias a D’s, el proyectil fue disparado con un ruido tremendo, y cayó en el puesto del enemigo. Los que dispararon comenzaron a bailar de alegría. En ese momento comenzó a llover en gran cantidad, algo poco común en el mes de Iyar… cuando llegaron a Tzfat, no encontraron a nadie, como en el cuento del Tana”j (La Biblia) de los cuatro sarnosos. Finalmente fue aclarado lo que pasó: ¡Todos se escaparon! Los pocos que quedaron en el hospital contaron que los dirigentes árabes dijeron que los judíos tienen una bomba atómica, y el ruido espantoso junto con la lluvia imprevista es porque la han lanzado.
Hay quienes preguntan, ¿por qué fue determinado Iom HaAtzmaut justamente el 5 de Iyar? En ese día no ocurrió ningún milagro, solamente fue declarado el Estado Judío y de esa forma se encontraron en una situación de peligro. Explica nuestro Rav, el Rav Tzvi Iehudá Kuk que el valor de la declaración de la independencia es el milagro de los milagros, la fuente y la raíz de todos los milagros y maravillas a continuación (LeNetivot Israel Alef, pág. 179). La Gmará discute respecto a un pastor que abandonó su rebaño, llegó un lobo y se comió una oveja, llegó un león y atacó otras, y determina que la responsabilidad del pastor depende si podría haber salvado las ovejas o no. Si de todas formas no podría haber vencido a los atacantes, está exento. Pregunta la Gmará (Baba Metzia 106A): ¿Quizás le hubiese ocurrido un pequeño milagro? Tosafot define ese milagro como “un espíritu de valentía y capacidad de luchar” (Tosafot allí, comienza metiv).
Y así también tratándose de la Declaración de la Independencia. “El deseo y el esfuerzo y el sofisticado y la valentía del impulso de salvación y levantado” es el milagro de lo alto, “gracias al impulso interno elevado”, la base de todos los milagro (LeNetivot Israel Alef, allí).
Bienaventurados somos que vimos todos esos milagros, y vemos milagros todos los días, y así nos mostrará D’s maravillas, en su enorme bondad. 


Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Hatmana
Una de las formas de cuidar del calor de los alimentos en Shabat hasta la comida es Hatmana (cubierto).
Se considera que se hace Hatmana cuando se envuelve la olla donde se encuentra el alimento. A veces se la envuelve con cosas que agregan calor, a veces con cosas que sólo cuidan el calor de la olla
[1].
Dos prohibiciones decretaron nuestros sabios en cuanto a la Hatmana: Una en cuanto a la Hatmana que agrega calor, y la otra en cuanto a la Hatmana que no agrega calor
[2]. Esos dos decretos son distintos en cuanto a su razón y sus detalles, como será aclarado.
1. Hatmana con algo que agrega calor:
Hay materiales que cuando se envuelve con ellos la olla, por su naturaleza añaden calor a la olla – como cenizas, residuos de aceitunas prensadas (que fermentan), cal y arena
[3].
Las cenizas de las que se habla son las cenizas que quedan en la estufa de leña mezcladas con brasas ardientes, y cuando se envuelve con ellas se agrega calor por las brasas que aún arden que se encuentran mezcladas en ellas[4].
Nuestros sabios prohibieron envolver una olla con algo que agrega calor, porque cuando se entierra la olla entre las cenizas con las brasas ardientes se puede por equivocación avivar las brasas en Shabat para aumentar el calor de ellas y de esa forma calentar más el alimento, y avivar las brasas en Shabat es una prohibición de la Torá
escrita, por ser considerado un caso de encendido del fuego[5].
Para que no lleguen a envolver la olla con cenizas, prohibieron nuestros sabios la Hatmana con cualquier material que agrega calor [a pesar que en ellos no hay peligro que avive brasas]
[6].
También en nuestros días es común que se envuelva la olla con materiales que agregan calor, como será aclarado más adelante.


[1]Y en cuanto a Hatmana de un alimento que no se encuentra dentro de un recipiente, cuando se lo envuelve con una toalla o similar, en opinión del Pri Megadim (254, Eshel Avraham inciso 12) no es considerado Hatmana, y no está incluido en la prohibición, y sólo cuando se envuelve un recipiente que contiene alimentos está prohibido. Pero en Shuljan Aruj HaRav (259, Maadura Batra, Dinei Hatmana comienza aval) escribió que también si el alimento no se encuentra dentro de un recipiente es considerado Hatmana.
[2](Shabat 34A-B).
[3](Shuljan Aruj, Orej Jaim 257 inciso 3).
[4](Gmará y Rashi allí, B).
[5](Allí. 257 inciso 1, Mishná Brurá inciso 5. Kaf HaJaim inciso 4).
[6](Allí. Mishná Brurá inciso 33).