Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

Anterior | Posterior | Archivo | Imprimir | Página inicial


Parashat Vaetjanan     13 de Av 5777     Shabat Najamu     No 1130


Enseñando a consolar
Dr. Mijael Abulafia

A veces la persona se ve obligada a detener la corrida de la vida en forma sorpresiva, en contra de su voluntad.
Por ejemplo, tú eres llamado de urgencia a la sala de emergencia del hospital porque tu hija se ha quebrado el brazo. ¡Qué dolores! Tú debes dejar de estudiar Torá, cambiar todos los órdenes de tu vida para estar en ese lugar donde hay lágrimas y llanto, porque duele… Y entonces tú te sientes nulo, no controlas la situación, las cosas pasan no como tú quieres que sean. En la sala de emergencia te encuentras con muchas personas que sufren. A veces gritan, a veces en silencio, horas de espera, y tú aprendes que la palabra “paciencia” tiene su raíz en la palabra “dolor” [en hebreo, paciencia es sablanut, y dolor es sebel. N. del T.]. Tú te sientes mal, entre las desgracias…
Y de pronto aparece delante de ti una figura sonriente, amante, que mira a tu hija con el brazo quebrado y le pregunta su nombre y realmente se interesa por su salud. Enseguida sientes que la persona que se encuentra frente a ti no es un frío empleado, de ninguna forma, sino que una persona cálida y amante, comprende, que todo su interés es hacer el bien. Otra enfermera se acerca para tomar muestras de sangre, y también ella con una amplia sonrisa, le cuenta a tu hija de las calcomanías dibujadas que le da, y tú no crees que ella corre de un enfermo a otro ya hace varias horas, sino que sencillamente ha llegado especialmente para ocuparse sólo de tu hija, de la mejor forma posible… Y entonces llega el médico, y no es temible y arrogante como pensaste… Llega una persona buena, sonriente, cálida, que escucha, seria, profesional, tranquilizante, como si hubiese bajado de algún helicóptero sólo para darle a tu hija un poco de la buena sensación que el mundo es vigilado, que somos un pueblo colmado de amor sin límites el uno por el otro.
Así exactamente cuando un niño llora, debemos permitirle llorar, con una actitud cálida y comprensible por nuestra parte. Porque cuando el niño se permite a sí mismo expresar su dolor él ya siente alivio del encuentro mismo con el dolor y la mirada amante del padre que lo consuela, pero no le pide que cese de llorar. A veces algunos segundos luego de una pelea dura entre los niños, ellos juegan como si nada hubiese pasado…
En Bein HaMetzarim (los días desde el ayuno del 17 de Tamuz hasta el ayuno del 9 de Av), nos permitimos doler, en base a la seguridad que el bien está por aflorar. Como cuando llegamos a la sala de emergencia, nos fijamos en lo que falta, en las carencias. Pero junto con ello nos acordamos que “es mejor ir a la casa de duelo que la casa de banquete” (
Kohelet 7:2), porque donde hay dificultad yo me encuentro con el bien original, ya que “todo el que se lamenta por la destrucción de Ierushalaim se alegrará con su reconstrucción”. La enfermera y el médico en el hospital son como la voz interna en nuestro corazón que grita y nos dice que no hay pérdida de esperanzas en este mundo, la voz que nos tranquiliza, que no nos hace sentirnos amargados con todas las dificultades que vivimos, sino que lo contrario. Porque todo se dirige según el conocimiento, es decir, todo depende de nuestra actitud frente a la dificultad. Y aprendemos que finalmente todo era para que comprendamos cuán bueno es el consuelo, también y justamente en base a la desgracia…


Rav Shlomó Aviner

¿El Kotel tiene oídos?
Rav Shlomó Aviner

¿Acaso el Kotel (el Muro de los Lamentos) tiene oídos? – por supuesto que sí. D’s escucha todo el que se dirige a Él. ¿Y acaso el Kotel tiene boca? – por supuesto que sí. D’s siempre nos habla, pero no siempre tenemos oídos para escuchar. ¿Acaso el Kotel tiene corazón? – por supuesto que sí. Hay corazones, y hay corazones. Hay corazones de personas, y hay corazones de piedras. Y hay piedras y piedras. Hay piedras mudas, y hay piedras corazones (LeNetivot Israel Alef 22). Y yo tengo corazón, y con todo mi corazón les hablo.
Y de momento que tenemos oídos, le preguntaremos al Kotel mismo: ¿Qué prefieres? ¿Un rezo común, como el de todas las generaciones, o un rezo reformista conservativo según sus especies?
Y el Kotel abrirá su boca y dirá: Queridos judíos, queridas judías, de todas las corrientes y de todas las opiniones, ustedes por supuesto saben cuánto sufrí por ustedes a lo largo de todas las generaciones. Esos gentiles que los odian también me odian a mí. Pasé por la destrucción del primer Beit HaMikdash (el Primer Templo) y el segundo Beit HaMikdash. Fue espantoso.
Pero con todo eso no concluyó mi sufrimiento. Los cristianos prohibieron rezar al lado mío. Luego lo permitieron, a cambio de dinero, sólo un día al año, en Tisha VeAv (el ayuno del 9 de Av), para que ustedes vengan a llorar. Y a pesar de todos los martirios me quedé como lugar de rezo fiel, como cuenta el paseante Binyamin de Toledo.
Los turcos permitieron rezar. En cierta época, los árabes se inventaron que yo pertenezco a ellos porque Muhamad ató a mí su caballo El-Burek. Permítanme no expresar mi opinión al respecto.
Los británicos fundaron la Asamblea de Investigación y decidieron que yo pertenezco a los árabes, pero los judíos tienen permitido rezar con todo tipo de limitaciones. Luego de la Guerra de la Independencia los jordanos prohibieron rezar.
¡¿Qué no me pasó?! Yo les ahorro el cuento para no entristecerlos.
Y finalmente, llegó la Guerra de los Seis Días. Ahora yo les pertenezco a mis hijos e hijas. Bienaventurado soy. También me ampliaron, de 4 metros a una gran explanada, para que puedan rezar con tranquilidad.
Gracias a D’s, cada año llegan a mí millones de judíos, hombres y mujeres, niños y niñas, religiosos y seculares, jaredim (ultra-ortodoxos) y soldados – toda la Casa de Israel. Y todos saben que yo estoy al lado del lugar de nuestro Beit HaMikdash. Y Por ello, en este momento soy el lugar más santo para Am Israel (el Pueblo de Israel).
Así pasaron cerca de 50 años. Y de pronto, ustedes los reformistas y conservadores comenzaron a fastidiarme, a exigirme cambios y mancillar mi kdushá (santidad).
No los comprendo. Todos ustedes saben que soy la pared que apuntala al Har HaBait (el Monte del Templo), el monte de nuestro Beit HaMikdash, y ustedes no creen en el Beit HaMikdash ni rezan por su reconstrucción. Entonces, ¿qué quieren de mí? Y si están interesados en hacer todo tipo de ceremonias, este es un país libre, con mucho espacio, y ustedes encontrarán algún lugar donde hacerlo como les plazca. Pero déjenme en paz.
Yo sé que ustedes respetan mucho las culturas de los demás pueblos. Entonces, miren la actitud de los gentiles para con sus lugares sagrados, de los que hay centenas en el mundo – con respeto, con reverencia, no intentan mancillar, no intentan apoderarse. Ellos respetan los lugares santos como son. Ellos no obligan a nadie a llegar a allí, pero está claro que el que decide llegar no lo hace para hacer protestas y manifestaciones, y no intenta alterar el culto religioso de los fieles fijos allí.
Yo soy el Kotel de Am Israel y no de los gentiles, pero reconozco con dolor que a veces debemos aprender de los gentiles, es decir, de los gentiles rectos.
Si, el Kotel tiene oídos, y ya hace mucho tiempo escucho lo que ustedes dicen. Yo espero que también ustedes tengan oídos y escuchen lo que yo les digo.                                                              


Meorot HaShabat

El cometido de esta sección es familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat. Cada uno debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en cuanto a los detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat, y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Kidush
Ya sea el que recita el Kidush como los que lo escuchan, no deben interrumpir entre las bendiciones y el bebido del vino[1].
Si se equivocó e interrumpió hablando algo luego de las bendiciones antes de haber probado el vino, si habló algo que no está relacionado con el Kidush o la cena, debe volver a bendecir “bore pri hagafen” [ya que interrumpió entre la bendición y el bebido], y deberá beber enseguida. Pero la bendición del Kidush mismo no debe repetir, porque ya la recitó sobre la copa de vino[2].
Si interrumpió hablando de algo que está relacionado con el Kidush o la cena, si ya lo hizo no es considerada una interrupción, y no tiene que volver a bendecir ni siquiera la bendición “bore pri hagafen[3].
El que recita el Kidush debe beber de la copa “melo lugmav”, es decir una cantidad de vino que cuando la pone a un lado en su boca ese lado se ve lleno, porque esa cantidad de vino es considerada importante[4].
El volumen “melo lugmav” es más que la mitad de “reviit” tratándose de una persona mediana, y por ello una persona común alcanza con que beba más que la mitad de “reviit”. Pero una persona grande cuyo “melo lugmav” es más que medio “reviit”, debe beber “melo lugmav” de él mismo. Pero no es necesario beber más que “reviit”, incluso tratándose de una persona grande cuyo “melo lugmav” es más que “reviit[5].


[1](Shuljan Aruj, Orej Jaim 271 inciso 15. Ben Ish Jai, segundo año, Bereshit al final del inciso 24. Y véase en 183 inciso 6 y Mishná Brurá inciso 21 y Shaar HaTziun inciso 21).
[2](Shuljan Aruj 271 inciso 16, Mishná Brurá inciso 71, Kaf HaJaim inciso 92).
Y eso es justamente si no se distrajo, pero si se marchó de ese lugar antes de haber probado el vino, debe volver a recitar la bendición del Kidush (véase Mishná Brurá allí, inciso 78). Y así también dice Kaf HaJaim (allí, inciso 101). Y agregó que es sencillo que de esa forma en Iom Tov no se debe repetir la bendición de “shejeianu”, y también en Sucot no debe repetir la bendición del sentado en la Suca, porque cumple con la obligación de esas bendiciones incluso sin copa de vino.

[3](allí, Mishná Brurá inciso 75, Kaf HaJaim allí 94).
[4](allí, inciso 13, Mishná Brurá 65-66)
Y la razón de la obligación de beber esa cantidad, es porque hay que beber una cantidad importante, que sacie de alguna forma a la persona (allí, Mishná Brurá inciso 65). Pero según las opiniones que lo que beben todas las personas que escuchan el Kidush se suma, esa razón no tiene sentido, ya que cada uno bebe menos que esa cantidad, y no lo sacia. Y debemos dar otra razón, y es que nuestros sabios honraron a la copa sobre la que se recita el Kidush, y por ello instituyeron justamente “melo lugmav” (allí, Shaar HaTziun inciso 65, y véase Biur HaHalajá comienza “vehu rubo”).
También cuando se recita el Kidush con una copa grande que contiene varias veces “reviit”, alcanza con que beba “melo lugmav” (allí, Mishná Brurá inciso 67). E incluso según las opiniones más estrictas en cuanto a las 4 copas de la noche del Seder, que cuando bebe de una copa grande debe beber la mayoría de la copa, en cuanto al Kidush según todas las opiniones la cantidad es “melo lugmav” del que bebe, y no hay diferencia de cuál es el tamaño de la copa.

[5](allí, inciso 13, Mishná Brurá inciso 67, Kaf HaJaim allí inciso 83).
El volumen de “reviit” en opinión del Rav Jaim Nae es 86cm3, como la guimatria de “cos”. Y en opinión del Jazon Ish es 150cm3, como la guimatria de “cos agun”.
Una persona pequeña, cuyo “melo lugmav” es menos que medio “reviit”, el Biur Halajá (comienza vehu rubo) duda si debe beber “melo lugmav” según su tamaño o la mayoría de un “reviit” que es “melo lugmav” de una persona mediana, y no decidió. Y el Jazon Ish (Orej Jaim 39, inciso 16) escribió que en cuanto a Kidush alcanza con “melo lugmav” cada uno de sí mismo.
Un niño pequeño, alcanza con que beba “melo lugmav” de él mismo, a pesar que es menos que medio “reviit” (Biur Halajá allí).