Parashat Tetzave 13 de
Adar 5777 Shabat Zajor No 1110
Rav Azriel
Ariel (reimpresión)
Desde la creación del mundo hay una
lucha entre el bien y el mal que en él existen. La oscuridad y
la luz se
alternan, hasta que la contienda concluya con la victoria de la luz
sobre las
tinieblas.
El grupo humano que representa la
maldad de toda la humanidad es Amalek. "Que te salió al
encuentro en el
camino" (Dvarim 25:18) - atacó un pueblo de esclavos liberados,
sin ningún
motivo, sin ninguna provocación o amenaza, por perversidad en
sí y por su
oposición básica a la existencia misma del pueblo que
lleva el estandarte del
bien y la moral Divinas en el mundo. "Y acuchilló a los
rezagados entre
los tuyos, todos los débiles que se atrasaban" (Dvarim 25:18) -
sin piedad
alguna por los débiles e infortunados. Y si nos resultaba
difícil entender ese
terrible fenómeno llamado "Amalek", la generación
anterior se
encontró con el Amalekismo en la cima de su perversidad, bajo la
forma del
animal Nazi. Y así dijo una vez ese perverso, maldito sea su
nombre: "Hay
dos mutilaciones que perpetró el judaísmo mundial en la
humanidad. En el cuerpo
- a través del Brit Milá (circuncisión).
Y en el espíritu - con la
conciencia. Nuestro deber es sanear la humanidad de esos dos defectos
que
engendró el judaísmo".
En base a ello, debemos comprender
las tajantes palabras del Ramba"m (Sefer HaMitzvot, positivas 199) en
cuanto a la mitzva de "recuerda lo que te hizo Amalek" (Dvarim
25:17): "Nos ordenó recordar lo que nos hizo Amalek… y que lo
mencionemos
en ocasiones determinadas, y estimulemos a las personas a luchar contra
él, y advirtamos al pueblo
que lo
odie… y no se
debilite su odio con el correr del tiempo y le sea falto a las
personas".
Nos es exigido tomar una posición de deslegitimación
total de Amalek y todo lo
que él representa. Y es por ello que nos alegramos mucho con la
caída de su
nieto, el malvado Aman, y golpeamos alegremente con gusto y gran
alboroto cada
vez que es recordado su nombre.
Pero la conducción Divina no nos deja
una "vida fácil". No se puede identificar a Amalek y a Aman como
la
expresión del mal absoluto: También en ellos existen
simientes positivas. Y así
escribe el Rav Kuk zt"l en su libro "Midot HaReayá" (Ahava 6):
"E incluso Amalek es exterminado sólo 'debajo del cielo' (Dvarim
25:19),
pero a través de la sublimación se eleva a la raíz
del bien que se encuentra
por encima del cielo, y todo es incluido en el elevado amor…". Y
así
escribe también en "Orot HaKodesh" (Guimel, 326) en cuanto a
Aman el
malvado: "Cuando examinamos la leyenda que dice que 'de los
descendientes
de Aman estudiaron Torá en Bney-Brak' (Sanhedrin 96B),
penetramos en la
profundidad de la bondad, porque no debemos dejarnos llevar por el
flujo del
odio incluso para con el enemigo más terrible…".
Existen, entonces, dos planos: En el
plano evidente, sobre la faz de la tierra - Amalek es la
personificación de la
maldad absoluta. Pero en el plano oculto - también en él
se esconden elementos
positivos, que finalmente se revelarán. Pero tenemos prohibido
dejarnos
deslumbrar por esos elementos positivos y proporcionarle alguna
legitimación a
los malvados - ¡y por supuesto que no debemos agasajarlos de
ninguna forma! Es
más: Se debe luchar contra la maldad, y en el caso extremo de
Amalek, la lucha
es "hasta el final". Y con todo ello, somos conscientes de la
existencia de un plano oculto, más profundo, que limita el odio
y lo pone en su
lugar: Por ejemplo, se puede aceptar conversos incluso de la
descendencia de
Amalek.
La alegría y la bebida de Purim
nos hacen percibir ese profundo plano, "hasta que no sepa diferenciar
entre malvado sea Aman y bendito sea Mordejai" (Meguilá 7B.
Shuljan Aruj,
Orej Jaim 695:2). Ese punto de vista más profundo y complejo,
nos hace
encontrarnos con los destellos de bien que se esconden en Aman, hasta
tal punto
que es difícil diferenciar entre ellos y la tzidkut
(integridad)
evidente de Mordejai.
Y mucho más cuando no se trata de
Amalek, Aman y Hitler - malditos sean sus recuerdos - sino que de
nuestros
propios hermanos y carne de nuestra carne. También si hay
quienes su forma de
pensar y actuar hiere lo que nos es más preciado, incluso si
comen y disfrutan
del banquete de Ajashverosh, incluso si se arrodillan frente al
ídolo de oro de
Nebujadnetzar, también si se arrodillan y se prosternan frente a
Aman - dentro
de ellos se esconde un alma judía. ¡No renunciaremos a
ellos! "No te
imagines que tú escaparás en la casa del rey" (Ester
4:13), ¡D's no lo
permita!, nosotros no "callares por completo en este momento" (Ester
4:14), sino que "alivio y liberación surgirá para los
judíos" (Ester
4:14), a través de la responsabilidad mutua y la hermandad, que
emana de la
identificación de los elementos positivos que se esconden en el
prójimo. Por un
lado, debemos luchar un combate sin cuartel contra el mal y la
perversidad. Y
por otro lado, al mismo tiempo debemos vincularnos profundamente con
los puntos
buenos que se encuentran por debajo de la superficie, e incluso brotan
afuera.
Y de esa forma seremos merecedores de una alegría plena en Purim,
una
alegría de "anda, junta a todos los judíos" (Ester 4:16),
enviando
porciones al prójimo, y obsequios a los necesitados, y con la
alegría de
"hasta que no se sepa".
Rav
Shlomó Aviner
El Bagat”z
(Suprema Corte de Justicia) se merece un premio internacional por
argumentaciones
sin sentido en cuanto al fallo que dictamina que nueve casas de Ofra
deben ser
demolidas. Como es sabido, hubo épocas en que los grandes talmidei
jajamim (eruditos
del estudio de
No
queremos robar tierras árabes, D’s no lo permita. Si esas
tierras le pertenecen
a los árabes, por supuesto que hay que devolvérselas, o
para ser más exactos,
reembolsarlos, como se acostumbra en casos de ese tipo en los gobiernos
correctos del mundo. Pero si le preguntaremos a Bagat”z
quiénes son los
árabes que construyeron casas particulares sobre esos terrenos
particulares, la
respuesta está escrita en letras negras sobre papel blanco en el
fallo: ¡No
hay! ¡Esos árabes que, como si así fuese, son los
que protestan no están
anotados como dueños del terreno! ¡Y respecto a tres de
las casas, ni siquiera
hay algún árabe que arguya ser dueño! ¡No
tienen ningún derecho de compra en el
terreno!
Entonces,
¿quién es el que demanda a los judíos de Ofra?
¡Nadie! ¡Es un terreno
particular, que no le pertenece a nadie! Realmente, un ejercicio
intelectual muy
audaz.
Y así
son las cosas. El rey de Jordania robó las tierras de Iehudá
y Shomrón
(Judea y Samaria), en contra de las decisiones internacionales, sin
recibir
consentimiento de ningún país salvo Britania y
Pakistán. Luego repartió esos
terrenos a sus cercanos y amigos, que no vivieron allí, no se
asentaron allí, no
pisaron ese lugar, pero ellos, como si así fuese, están
escritos como dueños en
algún documento. ¡Y eso se llama “terreno particular”!
Dicho sea de paso, en
contraste, en la amplia Eretz Israel (
Es
cierto que hay un problema formal. Pero ese problema no le
molestó al país
proporcionar autorización para préstamos hipotecarios,
pavimentar caminos,
arreglar la subastación de agua, electricidad y las demás
necesidades. El país
no se asustó del problema formal, por lo visto porque
pensó que es una mentira
- y tiene razón.
Entonces,
por esa tierra particular que no le pertenece a nadie demuelen nueve
casas y
destruyen nueve familias que construyeron sus hogares con el
consentimiento del
país.
Por
supuesto que no es necesario explicar que luego de la demolición
ningún árabe
no recibirá nada, porque el dueño no existe. Sólo
“nadie” llegará allí. Y por
supuesto que ningún árabe llegará a vivir en medio
del asentamiento Ofra.
Entonces,
si nadie ganará de ello y los judíos saldrán
perdiendo, ¿por qué demuelen? La
respuesta es muy sencilla: “No será ni mío ni tuyo,
córtenlo” (Melajim Alef
3:26).
Nadie
saldrá ganando de esos terrenos y de esas casas, y por supuesto
que no de su
demolición, pero lo principal es que esos judíos salgan
perdiendo. Es peor que
la mujer en el juicio de Shlomó, que por lo menos quería
ganar el bebé. Aquí,
no hay lo qué ganar.
Eso
nos recuerda lo que dijo el filósofo Rene Girard, que
investigó pleitos. Él
explica que confrontación comienza en alguna cosa que es tema de
discusión y
todos lo desean, con el tiempo la enemistad se vuelve extrema, ya no
les
interesa esa cosa, sino que se continúa por fuerza de inercia.
Al final, las
dos partes llegan a algún acuerdo en cuanto a algo que cumple la
función de chivo
expiatorio. Así explica el juicio de Shlomó. En efecto,
hay quienes desearían destruir
todo Ofra, e incluso todos los asentamientos en Iehudá y
Shomrón,
y puede ser que ese es el deseo de Bagat”z. Pero eso es
imposible, por
ello eligieron esas nueve casas como chivo expiatorio. La falsa madre
está
dispuesta a renunciar al bebe, a condición que la segunda madre
no lo reciba.
Y si
ya recordamos el comentario de Rene Girard al juicio de Shlomó,
quizás se puede
citar también el libro de Mark Twain para niños, “Las
aventuras de Huckleberry
Finn” – Jim, el esclavo negro que escapó, arguye que la orden
del rey Shlomó de
cortar el bebé en dos no vale nada. Si hay dos personas que
arguyen que un
dólar les pertenece, ¿acaso lo cortarán en dos y
cada uno recibirá medio dólar?
Se debe investigar a quién le pertenece el dólar
realmente. Huck le contesta
que él no entiende nada, porque Shlomó sólo
amenazó y no tenía intención de
hacerlo. Pero Jim se empecina que eso es cierto para el que tiene uno o
dos
niños, que entonces sabe cuál es su valor, pero el rey
Shlomó tenía mil esposas
y algo así como cinco millones de hijos que se pasean por la
casa (así pensaba
Jim), y por ello no tenía ningún problema en cortar un
niño o dos.
Es
decir: Huck, que vive en un medio más o menos normal, sabe con
certeza que no
es una amenaza real. Pero para el esclavo negro, que vivió los
abusos
espantosos para con los esclavos, incluso asesinato, cuando el valor
del
esclavo es un precio en dólares, la posibilidad de cortar un
bebe es plausible.
Sí,
lamentablemente, para los jueces de Bagat”z que no se
esforzaron, que no
construyeron casas en Ofra y no edificaron allí una familia, no
hay ningún
problema en cortar el bebe, destruir la casa, incluso si nadie
ganará nada con
ello, y todo eso valiéndose de una argumentación falsa.
Estamos acostumbrados a
las vanidades de Bagat”z, pero esta vez superaron todo
límite racional
humano.
No
parece que el pueblo que habita en Tzion concuerda con los endebles
argumentos
de Bagat”z. Él no ve eso como un acto democrático
sino que como un
suicidio. Él no se deja llevar tras la pertenencia particular
ficticia virtual.
Que
sea la voluntad de D’s que se cumpla pronto “Tzion será redimida
con justicia”
(Ishaya 1:27), “restauraré tus jueces como al principio y tus
consejeros como
al comienzo, después será llamada Ciudad de Rectitud,
Ciudad Fiel” (Ishaya
1:26).
El cometido de esta sección es
familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat.
Cada uno
debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en
cuanto a los
detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat,
y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Encendido de las velas
Está permitido utilizar y aprovechar
la luz de las velas de Shabat, ya que el principal motivo de su
encendido es para que el lugar esté alumbrado y pueda deleitarse
en Shabat,
y puedan utilizarlo como corresponde, sin tropezarse con maderas,
piedras u
otros objetos.
Pero no se debe utilizar la luz de ellas
para algo que es considerado un desprecio de la mitzva de las
velas de Shabat.
Por ello, no se debe cambiar la ropa a los niños pequeños
a la luz de las velas[1],
ni colocar frente a las
velas algo sucio[2].
El que enciende las velas debe
encender la mayoría del pabilo que sale de la vela o del aceite.
Porque cuando
enciende la mayoría del pabilo, enseguida cuando quita su mano
de la vela la
llama arde bien, como era en el encendido de