Parashat Vaieshev 24 de
Kislev
5777 No
1099
Rav Jagai
Londin
La fiesta de Janucá siempre
expresó la victoria de la luz sobre la oscuridad: La victoria de
una pequeña
vasija de aceite, sellada con el sello del Cohen Gadol (Sumo
Sacerdote),
que logra subsistir a pesar de la oscuridad y vence la impureza. La
contienda
contra la cultura griega tampoco ella es nueva. En toda
generación el judaísmo
se encuentra frente a desafíos culturales, muy llamativos a
primera vista,
llenos de magia y destellos – y vence, en contra de todas las
posibilidades.
Nuestra generación no es distinta. La
cultura post-moderna, descendiente espiritual de la cultura griega
anciana,
parece ser invencible. Ella gobierna en toda nuestra vida, se encuentra
en todo
hogar, en todo celular, en todo cartel en la calle, y sobre todo – en
toda
conciencia. Junto con ello, en contra de todas las posibilidades, Am
Israel (el
Pueblo de Israel) revela señales de rebelión frente a
ella. Hay un proceso de
búsqueda espiritual del que muchos son partícipes.
También los que buscan en sí
no siempre tienen claro qué están buscando exactamente,
pero la búsqueda se
fortalece. Junto con ello, no se puede fiar sólo en ese proceso
de búsqueda
natural. Para poder liberarse del abrazo de la cultura griega es
necesario
tomar medidas de protección. Sin duda, el gran desafío de
nuestros días es el
Internet. El Internet como herramienta que puede traer mucha
bendición al mundo,
también puede arrastrar a la persona a lugares oscuros. Hoy en
día hay una gran
variedad de filtros de contenido problemático en el Internet, ya
sea en la
computadora de la casa o el Smartphone que elevó la
exposición a ese medio de
comunicación a nuevos niveles, que no siempre están bajo
control humano. La
persona no puede fiarse sólo de sí mismo. La idea es
nombrar un “cuidador”
externo que nos evita pasear por lugares problemáticos, con
ayuda de
limitaciones técnicas o utilizando la vergüenza, sabiendo
que otros se
percatarán de ello. Hay un abanico de otras recomendaciones,
como poner la
computadora en un lugar central en la casa, o limitación
personal de las horas
en que se está “a solas” con la computadora.
Cada generación tiene sus Macabim
(Macabeos), y en la nuestra, la valentía de los Macabim
destella en la
capacidad de autocontrol, en la valentía de hacerse valer de
toda herramienta
posible para vencer la oscuridad.
¡Hemos venido a echar la oscuridad!
¿Quién
es el ladrón?
Rav
Shlomó Aviner
Dijo una vez un malvado: Si se repite una
mentira muchas veces, se transforma en verdad.
Así repiten una y otra vez la mentira que
los habitantes de Amona robaron tierras árabes, hasta que muchos
lo creen. Pero
en realidad es la más gran mentira.
Por supuesto, está prohibido robar de un
gentil. Así fue determinado, que está prohibido robarle a
un gentil. Y lo que
es más, es una profanación del Nombre de D’s, porque los
gentiles dirán que D’s
eligió como pueblo especial un pueblo de ladrones.
Pero, ¿de dónde sabemos que esas tierras
le pertenecen realmente a los árabes? No hay ninguna persona
recta en el mundo
que niegue que desde tiempos inmemoriales Am Israel (el Pueblo
de
Israel) habitaba en Tzion. Entonces, los árabes deben demostrar
su propiedad, cómo es que
pasó a ser de
ellos.
Todos
saben que hay dos formas: Contrato y posesión. Posesión,
quiere decir que el
que habita en un terreno, eso demuestra que es de él. Pero no es
exacto: La
posesión no genera adueñado, sólo es testigo de
ello. “Posesión que no viene
acompañada de argumento, no es posesión”. Es decir: Si
una persona arguye: Yo
compré ese terreno tuyo, pero se me perdió el contrato de
venta, el hecho que
yo vivo aquí mucho tiempo y nunca me has dicho nada, es
señal que es mío – eso
es posesión. Pero si una persona arguye: Es un hecho que yo vivo
aquí, ¿qué te
importa cómo me convertí en dueño del terreno? –
eso no tiene ningún valor. Por
ello, en nuestro caso, el hecho que los árabes habitan
allí no demuestra nada,
a no ser que presenten un contrato de venta. Aparte de eso, ellos no
habitan
allí…
Entonces,
pasemos al contrato que atestigua la venta. Ninguno de esos
árabes tiene ningún
documento que atestigua que les vendieron esos terrenos. Entonces,
ellos son
ladrones. Como escribió el Rav Tzvi Iehudá Kuk en su
pregono “Lemaan Daat”:
“Por lo tanto, de una vez por todas, las cosas deben ser aclaradas en
forma
terminante. No hay aquí ningún territorio árabe o
tierras árabes, sino que
tierras de Israel, herencia eterna de nuestros patriarcas, que vinieron
otros y
edificaron en ellas sin nuestro permiso en nuestra ausencia, y nosotros
nunca
abandonamos o nos desvinculamos de la herencia de nuestros patriarcas”.
Quizás
tú digas: Esos árabes recibieron las tierras del rey de
Jordania, porque eran
tierras estatales de él. Nuevamente preguntamos:
¿Cómo es que le pertenecen al
rey de Jordania? ¿Tiene un contrato de venta que atestigüe
que se lo vendimos?
¿O se lo regalamos? ¡No! Entonces, el rey de Jordania y el
estado de Jordania
son ladrones, y no los habitantes de Amona.
Y
quizás argüirás: Los británicos son los que
le entregaron Judea y Samaria al
rey de Jordania. Pero nuevamente preguntamos: ¿Cómo es
que ese territorio le
pertenece a los británicos? ¿Acaso se lo vendimos? – como
los indios, que le
vendieron Nueva York a los americanos a cambio de 24 dólares.
¿O quizás se lo
regalamos? Por supuesto que no. Entonces, los británicos son
ladrones.
Es
más, al principio fue decidido por
Pero
quizás te empecinarás y dirás: Los
británicos lo conquistaron de los turcos,
entonces es de ellos. Muy interesante. ¿Quizás
podrás explicar cómo es que le
pertenece a los turcos?
Entonces,
las cosas están claras, hay una cadena corrupta de ladrones,
cuando cada uno le
pasa el robo al otro:
Los
turcos robaron, los británicos robaron, los jordanos robaron,
los árabes
robaron. Y en contraste, los judíos en Amona no son ladrones.
Pero
como escribió el Rav Kuk en su carta al Keren Kayemet
LeIsrael (Fondo
Nacional de Israel, Maamarei HaReaya 253): Estamos dispuestos a hacer
más de lo
que corresponde, y pagar por las tierras que en realidad nos
pertenecen, como
hizo nuestro patriarca Avraham cuando compró Mearat HaMajpela
(
Pero -
¡basta! ¡Hay un límite para la oscuridad! ¡No
más! ¡Hay un límite al gobierno
de los ladrones! ¡Hay un límite al reinado de la mentira!
“Os la daré a
vosotros en posesión” (Shmot 6:8), “toda esta tierra que os
tengo prometida, la
daré a vuestra simiente, y ellos la heredarán para
siempre” (Shmot 32:13).
El cometido de esta sección es
familiarizar a los lectores con las pautas básicas del Shabat.
Cada uno
debe aconsejarse con la autoridad rabínica en su comunidad en
cuanto a los
detalles de las numerosas y a veces complejas halajot del Shabat,
y no limitarse a lo escrito en esta sección.
Encendido de las velas
La hora en la que se debe encender las
velas cambia de lugar en lugar, ya sea por las distintas costumbres
[cuánto
tiempo antes de la puesta del sol se las enciende] como por la
diferencia en la
puesta del sol en cada lugar. Y en cada lugar hay que encender las
velas en la
hora adecuada según la costumbre en ese lugar, como es publicado
en los
almanaques[1],
y no hay que demorarse[2].
Hay que encender las velas a tiempo,
y no se debe esperar hasta estar cerca de la puesta del sol, porque
quizás se
demorará hasta el momento en que está prohibido encender
velas, y si las
encenderá en ese momento trasgredirá el Shabat,
D’s no lo permita[3].
Una mujer que se demoró y no
encendió las velas en el momento adecuado y ya se ocultó
el sol, o incluso si tiene
dudas si el sol ya se ocultó, tiene prohibido encender las
velas, incluso si
por ello no podrán comer la cena de Shabat en la
oscuridad[4].
Y es una mitzva
mayor quedarse a las oscuras sin velas de Shabat que encender
las velas
trasgrediendo el Shabat, D’s no lo permita[5].
Cuando el marido ve que su esposa se
demora en el encendido de las velas, hasta tal punto que puede llegar a
trasgredir el Shabat, es una gran mitzva que se
apresure él mismo
a encenderlas[6].
[1]La hora que es publicada en los almanaques es cierto tiempo
antes de la
puesta del sol, cada lugar según su costumbre, e incluye el
agregado al Shabat
– y se debe encender en ese momento.
En cuanto a una persona que se encuentra en un lugar
lejano, donde no hay una costumbre fija en cuanto a la hora del
encendido de
las velas, véase Mishná Brurá (Shuljan Aruj 261
inciso 23, y Biur Halajá comienza
mitjilat hashkiah, y Shuljan Aruj 263 inciso 16) que escribió
que el que cesa
de hacer melajot media hora o por lo menos un tercio de hora [20
minutos] antes
de la puesta del sol bienaventurado será, y de esa forma cumple
con todas las
opiniones de los Rishonim. Y véase también Kaf HaJaim
(261 inciso 23) que
escribió que lo correcto es encender las velas un tercio de hora
antes de la
puesta del sol. Y en Ben Ish Jai (segundo año, Noaj inciso 7)
escribió que lo
mejor para cumplir la mitzva es encender media hora antes de la puesta
del sol.
[2]Es una mitzva urgir a los habitantes de la casa que terminen
los
preparativos y enciendan las velas a tiempo, pero se lo debe hacer
amablemente
para que lo escuchen. Y nunca se debe imponer miedo dentro del hogar,
porque
temiéndole llegarán a trasgredir el Shabat y otras
prohibiciones (Shuljan Aruj
260 inciso 2. Mishná Brurá allí). Y véase
Rasha”sh (Shabat 31B,
comienza
bamishna) que explica lo que dice
[3](Shuljan Aruj 263 inciso 4, Mishná Brurá
inciso 16). Y véase Sefer
Jasidim (inciso 270) que citó un caso de una gentil que
murió, y cuando la
pusieron en la fosa se paró y dijo que estuvo en otro mundo, y
vio a los judíos
en el Gan Eden, y vio una mujer que conoció en vida, cuando su
manga estaba
sucia de cera, y le preguntó por qué es distinta de sus
compañeras, y le dijo
que una vez encendió la vela en Shabat, y por ello es
avergonzada con su manga
manchada de cera.
[4](Shuljan Aruj 261 inciso 1. Mishná Brurá
inciso 1, 6).
[5](Shuljan Aruj 262, Mishná Brurá inciso 11).
Pero durante Bein
HaShmashot [desde la puesta del sol hasta la salida de las estrellas]
está
permitido pedirle a un gentil que encienda en ese momento la vela de
Shabat
(261 inciso 1, Mishná Brurá al final, Mishná
Brurá inciso 7, Biur Halajá
comienza mutar). Y cuando el gentil enciende las velas, hay distintas
opiniones
en cuanto a la bendición (Mishná Brurá 263 inciso
21, Kaf HaJaim 261 inciso
11). Y allí en Kaf HaJaim concluye que de momento que hay
diferentes opiniones,
debe solamente pensar la bendición, sin recitarla.
[6](Allí, Mishná Brurá).