Parashat Matot 24 de
Tamuz 5776 No
1079
Rav Ioram
Eliahu (reimpresión)
Y por ello nos enseña el Rav Kuk zt”l (Ein
Aya, Shabat Alef, Pág. 101) que se debe definir el concepto
auténtico de la
riqueza, ¿para qué buen fin existe la riqueza en el
mundo? Y explica que “la
existencia de la riqueza es para causar satisfacción y
tranquilidad, a través
de las cuales la persona podrá ocuparse de los pensamientos
abstractos, de
Si la persona sabe orientar la riqueza y
todas las adquisiciones materiales en dirección a un mejor culto
a D’s, y la
adquisición de los conocimientos abstractos, entonces es una
riqueza correcta.
Los grandes sabios de Israel supieron
cumplir esa idea - “¿quién es rico? El que se contenta
con lo que tiene” - en
forma literal. Cuentan que una persona en EE.UU. escuchó acerca
del autor del
libro “Jafetz Jaim”, su grandeza y sabiduría, y
decidió que él debe
verlo. Y estaba seguro que si se trata de una persona tan grandiosa,
seguramente vive en una gran ciudad, en una lujosa casa. Anduvo por los
caminos
preguntando dónde vive, hasta que llegó a Radin – un
pequeño poblado. Allí se
dirigió a la casa del Jafetz Jaim, y cuando entró
se quedó totalmente
estupefacto de la sencillez que vio. La casa tenía una cama, una
silla, una
mesa y un pequeño armario. Cuando le preguntó el Jafetz
Jaim por qué se
extraña tanto, el huésped preguntó:
¿Dónde se encuentran sus muebles? Le
contestó con una pregunta: ¿Y dónde se encuentran
tus muebles? Respondió el
huésped que él es sólo un invitado, y por ello no
tiene sus muebles con él. Le
contestó el Jafetz Jaim: Yo también soy
sólo un huésped en este mundo, y
por ello no tengo muebles.
Así habla el que vive lo principal en la
vida, y sabe para qué ha llegado a este mundo: No le hace falta
para nada la
riqueza y el lujo, y se alegra con lo que tiene.
Y así me dijo mi maestro y Rav, el Rav
Ioshua Rozen cuando me dispuse a comprar una casa. Le pregunté,
¿qué casa hay
que comprar? Y me contestó: Una casa tal que no te sea
difícil abandonarla
[después de los 120 años] cuando dejes este mundo. Cuando
se tiene esa concepción
de la vida “la persona se purifica de las manchas morales internas que
la
abundancia de riqueza puede producir, y sólo entonces se le
podrá llamar
‘rico’, porque su riqueza será para su bien” (Ein Aya).
Y nosotros, que nos encontramos en las
largas vacaciones, debemos prestar mucha atención a nuestros
hijos, porque
ahora ellos nos exigen más tiempo y dedicación. Debemos
saber también
construirles “corrales” y límites que los cuidarán de
todo tipo de desgracias
que pueden ocurrir en la calle y en los medios de comunicación
de todo tipo. Y
seremos merecedores de verlos elevarse por el sendero de
Rav
Shlomó Aviner
Contó el Gaón (genio del estudio
de
También contó que había una vez un alumno
de ieshivá poco sagaz, que ni siquiera lograba entender
la relación de
las palabras en las oraciones – pero se empecinó, se
esforzó y tuvo éxito.
También contó que dos muchachos
estudiaban juntos en la ieshivá, uno sagaz y otro poco
sagaz, de forma
que el primero era conceptuado como el Rav del segundo. Pero
después de varios
años de estudio la situación se invirtió, cuando
el segundo se hizo el Rav del
primero, porque el poco sagaz invirtió esfuerzo, mientras que el
más sagaz no.
El Gaón, el Rav Aharon Iehudá Leib
Shtainman recordó que el anciano Hilel tenía 80
discípulos, cuando el más
pequeño de ellos era Rabí Iojanan Ben Zakai (Baba Batra
134A). Y finalmente
condujo a su generación en
Y también contó respecto al Netzi”v (Rav
Naftali Tzvi Iehudá) que no era talentoso en su juventud, y
perdieron las
esperanzas con él, pero él se encerró en su
estudio durante 25 años hasta que
se hizo un gran Gaón (KeAyal Taarog 89).
Y contó el Gaón, el Rav Shlomo Grosberd
que en la ieshivá de Grodna había un muchacho que
no lograba entender
nada, pero se esforzó con gran perseverancia, y finalmente se
convirtió en un talmid
jajam y Rav de una comunidad (KeAyal Taarog 89).
El Gaón, el Rav Shmuel Vozner
autor del libro Shevet HaLevi estudió en la ieshivá
de los sabios
de Lublin, no siempre lo entendió todo, pero estudió con
gran perseverancia,
también hasta muy tarde en la noche, en su esfuerzo por
entender. Una vez
escuchó una conversación entre dos muchachos: Dijo uno,
¡seguro que el que sea
más brillante en nuestra ieshivá será el
Rav de Lodz! El otro agregó: Y
también me está claro que de Shmuel Vozner no
saldrá nada, sino que un artesano
que fija horas de estudio de
Ellos no sabían que él estaba del otro
lado de la esquina, escuchando cada palabra y doliéndole en su
corazón.
Sumergió su rostro en