Parashat Tazria 1 de
Nisan 5776 Shabat
HaJodesh Rosh Jodesh No 1064
Rav Eran
Tamir
El primer tema que figura en nuestra Parashá
es la impureza de la mujer que dio a luz, como dice el
versículo “cuando
una mujer conciba y dé a luz… será impura…” (Vaikra 12:2).
A primera vista es muy extraño, ya que la
impureza espiritual es una expresión de carencia y defecto que
hay en la
realidad práctica, como dice el Rav Kuk (Ein Aya Shabat Alef,
1:75): “El tema
de la impureza y la forma de purificarse de ella, en general, por
supuesto que
está muy relacionado con las carencias y defectos que hay en el
mundo de todo
tipo, y en la persona – en su alma, su cuerpo y sobre todo tus
tendencias…”. Y
entonces, ¿cómo puede ser que el nacimiento que trae con
él nueva vida al
mundo, una acción de edificación y creación,
esté relacionado con alguna
carencia o defecto de la realidad que acarree con él impureza?
Podemos decir que durante el embarazo,
cuando el feto se encuentra en la matriz materna, la madre vive una
vida
“doble”: Su vida propia y la vida del feto que depende de ella. Pero en
el
nacimiento, cuando el feto sale de su vientre y se transforma en una
persona independiente
(por supuesto, en relación a su situación anterior), la
madre “pierde” su
segunda parte de vida – la vida del feto, que hasta ahora
recibió de ella su
vitalidad. Una pérdida de vida que es cierta “carencia”
importante para la
madre, que genera impureza luego del nacimiento.
Esa paradoja – que el nacimiento y la
vida independiente del bebe surgen justamente a través de la
carencia de la
madre que termina de entregar vitalidad a su feto – esa ventaja que es
desventaja, que genera impureza, es una enseñanza básica
en nuestra vida en
general.
Debemos desarrollarnos y edificarnos a
nosotros mismos y al mundo todo el tiempo, en todos los campos - pero
debemos
recordar que toda edificación se basa en la destrucción
de lo que la antecede.
Por supuesto que no hablamos de una ruina y destrucción en forma
de avería que
no tiene después remedio, sino que por el contrario, un remedio
que surge
justamente del deterioro, un detrimento que partiendo de él
mismo surgirá la
edificación renovada, una edificación que incluirá
en ella el nivel anterior
pero a una altura más elevada. Como ese bebe que perdió
su vida como feto, que
fue “arruinada”, pero justamente por ello se elevó al nivel de
la vida
independiente, en la que podrá realizarse a sí mismo en
un nivel más alto.
Por ello, no debemos asustarnos de
situaciones de “deterioro” en nuestra vida particular y nacional, ya
que en
la base y la meta de esa
destrucción se
encuentra escondido el gran potencial de edificación que
incluirá en él el
nivel anterior, pero esta vez en una forma y nivel mucho más
desarrollados y
nobles…
Rav
Shlomó Aviner
Respuesta: Está
claro que no estamos hablando de un terrorista que está matando
con un arma de
fuego, un cuchillo o una piedra. Si está intentado matar
está claro que hay que
hacer lo necesario para que no pueda hacerlo. Al respecto todos
están de
acuerdo, toda persona recta. Eso es lo que se llama “defensa propia”,
“el que
viene a matarte, madrúgalo”. Si viene a matar, hay que
neutralizarlo enseguida.
Por supuesto, no hay tiempo para pensar, todo segundo es crítico
– puede llegar
a disparar, acuchillar, tirar una piedra o similar - y por ello es una mitzva
y una obligación de matarlo enseguida. Así hacen las
fuerzas de seguridad
en el Estado de Israel y en todo país del mundo. No importa si
el asesino es
hombre o mujer, joven o anciano, el que viene a matarte,
madrúgalo. No hay
ninguna discusión al respecto.
La discusión es en cuanto a un terrorista
que ha concluido su atentado, se encuentra en manos del
ejército, la policía u
otras fuerzas de seguridad – ¿acaso está permitido
eliminarlo? Como es sabido,
desde la destrucción del Beit HaMikdash (El Templo) no
tenemos Sanhedrin
(Suprema Corte de Justicia), no podemos decretar pena de muerte.
Por ello,
no podemos tomar la vida de la persona.
Pero en nuestro caso, en forma básica,
hay que matarlo. Por dos razones, cada una de ellas suficiente:
La primera razón es que también después
que un terrorista logró hacer un atentado, o intentó
hacer un atentado – y no
importa si tiene sangre en sus manos o no – él quiere continuar
matando. Él no
quiere matar un judío determinado por alguna razón, sino
que “matar judíos”. Su
posición en la halajá es de Rodef [persecutor.
El ejemplo es una
persona que persigue a otra para matarla. N. del T.]. Por ello si
será
encarcelado, en algún momento será liberado en
algún canjeo de prisioneros o
algo similar, y continuará matando. En la organización “Almagor”
(Organización de Familiares de Víctimas del Terror)
estudian las cifras
espantosas de los terroristas que fueron liberados y están
involucrados
nuevamente en atentados terroristas – alrededor del 50%. Por ello, de
momento
que su meta es matar judíos, es considerado Rodef, y
debe ser matado.
La segundar razón es que para que los
demás vean y teman, y no se atrevan a cometer algún
atentado. Esa es la
definición de “persuasión”. El Ramba”m escribe en su
libro “More Nebujim”
que los castigos de
Por todo eso, el decreto de un terrorista
– también cuando está atado en manos del ejército,
la policía o las fuerzas de
seguridad – es la muerte. Pero en la práctica, es el gobierno el
que debe
decidir en esos temas, en nombre de todo Am Israel (el Pueblo
de
Israel). Véase Shu”t Iguerot Moshé, Joshen Mishpat 2:68,
que hay también que
tomar en cuenta los acuerdos internacionales.