“Las
inclinaciones del corazón del hombre son malas desde su
mocedad”
Rav
Elishá Aviner
En
Nuestros sabios citan otra discusión
entre Rebi y Antoninus: “¿Desde qué momento le es
entregada el alma a la
persona?” También en esa discusión Rabí
Iehudá aprende de Antoninus que el alma
le es entregada en el momento de la fertilización (Rashi:
“Cuando el ángel toma
la gota y la trae frente a D’s y pregunta qué será de
ella - enseguida le es
entregada el alma y la vida”).
En esa aseveración – que el Ietzer
HaRrá influye en la persona sólo de momento que sale
del vientre materno –
hay algo optimista y algo pesimista. El aspecto optimista es que el Ietzer
HaRrá no es algo que está relacionado con la esencia
misma de la persona,
sino que es algo que surge a consecuencia del encuentro con la vida
práctica.
En contraste con él – que surge sólo en el nacimiento y
el encuentro con la
vida – el alma antecede al nacimiento, y eso nos enseña
que es algo más
esencial que el Ietzer HaRrá.
Pero también hay un aspecto menos
optimista: El encuentro con la vida misma somete a la persona
al Ietzer
HaRrá, incluso tratándose de un bebé
recién nacido. A partir del
nacimiento, el Ietzer HaRrá no deja en paz a la persona.
Tendrán que
pasar 13 años hasta que surja el Ietzer HaTov (buen
instinto) y pueda
gobernar. Como dicen nuestros sabios: “El Ietzer HaRrá
es 13 años mayor que
el Ietzer HaTov, porque el Ietzer HaRrá
nació desde la salida del
vientre materno y crece con la persona. Comienza a trasgredir el shabat,
y no hay quién lo impida. Se dirige por el mal camino, y no hay
quién lo
impida. Después de 13 años, nace el Ietzer HaTov”
(Psikata DeRav Kahana,
Nispajim 3).
13 años de gobierno del Ietzer HaRrá
no se deben tomar a la ligera. El Ietzer HaRrá ya
logró dejar su huella
en el niño – joven, e influir en la formación de su
personalidad. ¡¿Acaso
después de tantos años de gobierno sin control del Ietzer
HaRrá será
capaz el Ietzer HaTov de revertir la situación y borrar
las huellas del
pasado, y forjar una personalidad que sea toda ella buena?!
La respuesta a esa pregunta se encuentra
en un Midrash que describe de otra forma el período de
la niñez. El Midrash
se basa en el versículo de Kohelet (Eclesiastés):
“He aquí, solamente
esto he hallado, que D's hizo recto al hombre, mas ellos se han buscado
muchos
artificios” (Kohelet 7:29). “D’s – que es llamado justo y recto –
creó a la
persona a Su imagen y semejanza para que sea justa y recta como
Él. Y si tú
dirás: ¿Por qué creó al Ietzer
HaRrá, como dice el versículo ‘las
inclinaciones del corazón del hombre son malas desde su
mocedad’? Tú [D’s]
dices que es malo, ¿quién podrá hacerlo bueno?
Dijo D’s: Tú [el hombre] lo
haces malo. ¿Por qué un niño pequeño – de 5
años, 6, 7, 8 y 9 – no peca? Sólo a
partir de los 10 años, cuando cría al Ietzer
HaRrá, comienza a pecar. Y
si tú dices: La persona no es capaz de cuidarse a sí
misma, dice D’s: Tú [el
hombre] lo has hecho malo. ¿Por qué cuando eras un
niño pequeño no pecabas, y
ahora que lo has hecho crecer pecas?”.
Ese Midrash habla del tema que si
“las inclinaciones del corazón del hombre son malas desde su
mocedad”, ¿qué
posibilidad hay que la persona sea buena? Si D’s plantó dentro
nuestro un
instinto que es malo, ¿acaso pretende que seamos buenos? El
punto álgido de la respuesta,
es que el niño no nació malo, y la prueba está que
por lo general en los
primeros diez años de su vida el niño no peca. Respecto a
esa época, se puede
citar el versículo que “D's hizo recto al hombre”. Sólo
después de los 10 años,
comienza otra época, la época de “ellos se han buscado
muchos artificios”, el
retorcimiento y las complicaciones que conducen al mal. En efecto, un
niño
pequeño no peca. Él es inocente, y quiere hacer el bien.
Es disciplinado, y es
posible encaminarlo por el buen sendero. Él obedece a sus padres
y maestros,
presta oídos a los sermoneos. También si se tropieza, es
posible elevarlo
nuevamente al buen camino. Sólo a los diez años de edad
comienza el niño a
presentar algunas señales de astucia, y dirigirse en direcciones
menos
deseables. Se ocupa mucho tiempo de sí mismo, y de satisfacer
sus placeres
materiales. El Ietzer HaRrá ha despertado, y late con
fuerza.
La intención del Midrash es
aprender del comportamiento del niño pequeño que el
mal no es algo
relacionado con la esencia del hombre, y por ello también si
la persona se
arruinó a sí misma, “lo has hecho crecer”, tiene la
posibilidad de volver a la
situación inicial, vivir sin pecado y sin deterioro.
¿Acaso ese Midrash está en
contradicción con
La persona no nació con Ietzer HaRrá,
sino que con Ietzer – es decir, deseo. Ese deseo puede ser
dirigido en dirección
positiva, o negativa. El Ietzer nace de momento que sale del
vientre materno,
pero un niño pequeño no pecará – porque el Ietzer
en sí no es malo, y el
niño ni siquiera sabe qué es “malo”. “En ese entonces
[los primeros años de su
vida] no tiene conocimiento de ningún mal, sólo le fue
creado el deseo, el
anhelo constante”. La tarea de la persona es desear el bien, “anhelar
Esa es también la intención de nuestros
sabios cuando dicen “creé el Ietzer HaRrá,
creé también
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Buen
corazón
Rav
Shlomó Aviner
Pregunta: Uno
de los criterios más importantes
para la elección de la pareja – si no el más importante –
es buen corazón, como
muchos dicen. Pero en la práctica no es nada fácil
verificar si el corazón de
la futura pareja es bueno en encuentros de algunas horas, sobre todo
cuando a
veces los sentimientos pueden encandilarnos y borronear cualidades
negativas.
Entonces, ¿cómo se puede verificar?
Respuesta: En efecto, fue determinado en el Shuljan
Aruj (el libro de halajá por excelencia) que se
debe escapar del
casamiento con una persona que no tiene buen corazón: “Todo el
que es atrevido,
cruel, odia a las personas y no brinda, se sospecha que es de la
simiente de
los guivonitas” (Shuljan Aruj, Even HaEzer 2:2). No sólo que no
es una buena
pareja, sino que quizás ni siquiera es judío.
Y eso ya lo aprendimos de Eliezer, el
sirviente de Avraham que recibió la imponente tarea y
responsabilidad de
encontrar una pareja para nuestro patriarca Itzjak – de lo que
dependía el
destino de Am Israel (el Pueblo de Israel). De camino,
decidió que no
buscará una muchacha rica, ni inteligente ni hermosa: La
muchacha a la que le
pida agua, y ella le entregue de corazón será la
correcta. “Sea esta la que designaste
para Tu siervo Itzjak” (Bereshit 24:14) – ella es adecuada para
él, que sea
brindadora. Y es lo adecuado para la casa de Avraham (Rashi).
Pero, ¿cómo podremos probar a la
futura pareja? Por ejemplo, si el muchacho no te compra alguna bebida –
no
tiene buen corazón. Si te deja sola al final del encuentro en la
noche – no
tiene buen corazón. Si critica tus ideas, tus sentimientos, tus
deseos – no
tiene buen corazón. Si te da órdenes – qué oficio
aprender, cómo debes vestirte
– no tiene buen corazón. En cualquiera de esos casos, presta
atención a esas
luces de advertencia. Cuídate y verifica.
Pero no alcanza con ello, porque hay un
muchacho que es muy amable en condiciones cómodas, pero cuando
la realidad le
es difícil, de pronto irrumpe la fiera humana. Por ello, por
favor, después que
las relaciones entre ustedes se basaron, crea en forma artificial
situaciones de
ese tipo, para verificar su reacción. Yo se que te pido algo
difícil, pero no
hay más remedio. Alguna vez podrás llegar con mucho
retraso a la cita, y
verificar cuál es su reacción. Puede que se enoje – todos
nos enojamos, somos
sólo personas. Pero todo depende de cómo se enoja. O
puedes proponer que se
sienten adentro. No: Afuera. En realidad, es preferible adentro, pero
también
afuera: En resumen, vuélvelo loco y verifica cuál es su
reacción. Porque después
del casamiento seguramente – sin intención – puede que lo
vuelvas loco. Encarga
un jugo… no, no es rico. En realidad, no querías jugo… El
principio está claro.
Pero con todo eso no alcanza, y la
regla es que no se fija una cita sin antes averiguar. Antes de
encontrarse hay
que interesarse preguntando personas objetivas, en los que se puede
confiar y
conocen al muchacho o la muchacha. Se les puede preguntar a sus
maestros o
amigos, que viven junto con él en los dormitorios de
algún instituto de
enseñanza, o los soldados que prestan servicio con él en
su unidad. Todos ellos
lo conocen en condiciones reales, de tensión y dificultades.
En efecto, el sentimiento encandila.
Hay que cuidarse mucho de él. Él no puede ser el que
determina por supremacía,
tratándose de una decisión tan seria y crítica –
sólo un factor secundario.
Antes que nada, hay que averiguar si la propuesta es adecuada, si se
encuentra en
el “campo de elección” de todas las parejas potenciales
lógicas. Y sólo dentro
del “campo de elección” se debe utilizar el sentimiento.
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