Parashat Vaishlaj 16
de
Kislev 5776 No
1045
Rav
Iaacov Iefet
El rey romano Antoninos honró y admiró a Rebi
(Rabí Iehudá HaNasi). Una vez llegó Antoninos
a Cesárea, y pidió
encontrarse con Rebi. Fue entonces Rebi a su
encuentro, y junto con
él Rabí Shimón su hijo, y Rabí Jia el
grande, su discípulo. Allí vio Rabí
Shimón hijo de Rebi soldados romanos, fuertes y
escogidos. Tan altos
eran los soldados, que sus cabezas llegaban a la altura de las columnas
que
sostenían el techo. Se maravilló Rabí
Shimón del pelotón, y le dijo a Rabí Jia:
“¡Mira, cuán gordos son esos terneros de Esav!”. Lo
tomó Rabí Jia y lo llevó al
mercado, y allí le mostró las moscas que descansaban
sobre las canastas de
uvas. Le dijo Rabí Jia: “Estas moscas y ese pelotón –
¡son lo mismo!”. Cuando
volvió Rabí Shimón a su padre Rebi le
contó que así le dijo a Rabí Jia,
y así le contestó. Le dijo su padre con extrañez:
“¿Hasta tal punto les dio
importancia Rabí Jia a esos romanos, que los comparó con
moscas? ¡Ellos no
valen nada!” (Tanjuma, Vaieshev 3).
En este mundo, donde la verdad todavía no
gobierna, la suerte le sonríe a Esav. Porque por fuera,
él es impresionante.
Para los ojos superficiales, él se ve potente. La cultura de
Esav es valorada
en nuestros tiempos. Se toman en cuenta las presiones que ejerce Esav.
Los
personajes de Esav son importantes. Pero en realidad, Esav es un
recipiente
vacío. En realidad, es hueco. Él “no vale nada”.
Y así como Esav – que impresiona por
fuera y está vacío por dentro – también su
creencia, el cristianismo. El
cristianismo lucha contra el kodesh (lo santo), contra el
contenido.
“Desea tragar todo el contenido de la vida… hacer perder todo el
resplandor interno
del mundo, y fijar en su lugar un contenido superficial, burdo” (Orot,
pág.
22). Pero D’s, “término ha puesto a la oscuridad” (Iyov 28:3).
La gueulá
(Redención) que va avanzando en nuestra generación,
redime también la verdad, y
va cambiando los conceptos falsos por conceptos auténticos. La
lucha del
judaísmo contra el “esavismo” se libra desde ese entonces, pero
en nuestra
generación con cada día que pasa, con cada eslabón
agregado en la gueulá,
el kodesh y lo interno van venciendo – lento, pero seguro – al
vacío y
lo superficial.
El esavismo ha gobernado hasta ahora en
el mundo, pero ese gobierno se continúa sólo “hasta que
llegue el momento que
la palabra de D’s se revele, y el momento de la salvación de
Israel… de
revelarse. Entonces, se desvanecerán las sombras, y un nuevo
resplandor
brillará sobre Tzion” (Orot, pág. 22).
Rav
Shlomó Aviner
Respuesta: No
se debe hablar de todos los árabes como una misma cosa. Hay
árabes, y hay
árabes. No todos los árabes son asesinos. Hay
árabes correctos. Está prohibido
decir “muerte a los árabes”. Se puede decir “muerte a los
terroristas”.
Pregunta: No
es tan sencillo hacer esa diferenciación en nuestra
situación…
Respuesta: Es
cierto, la vida no es sencilla. Es compleja. El que no es consciente de
la
complejidad de la vida, es una persona perdida. No sólo ese tema
es complejo,
sino que muchos otros. Hay que cuidarse de lo que es llamado “la
falacia de la
negación del intermedio”, es decir, o todos los árabes
son asesinos, o todos
los árabes son nuestros mejores amigos de corazón: Hay
también una situación
intermedia. O en palabras sencillas: No pensar en blanco o negro.
Pregunta: ¿Pero
cuando me encuentro con un árabe, cómo puedo saber si es
un árabe bueno o un
árabe malo?
Respuesta: No
puedes saberlo. Por ello, debes cuidarte – pero no odiar. “Sospecha, y
honra”.
Muchas veces un árabe que parecía ser recto y correcto
finalmente resultó ser
un asesino. Pero no por ello nuestra actitud para con todo árabe
será como si
él fuese un asesino. Es como en las halajot de Lashon
HaRra: Se
debe sospechar y honrar.
Pregunta: Nos
encontramos en una guerra contra los árabes, también con
los árabes por fuera,
también con los árabes por dentro ¿Cómo se
puede no odiar?
Respuesta: También
ese tema es complejo. Guerra sí, odio no. Es una guerra de
defensa, el que
viene a matarlo, madrúgalo. Pero el que no viene a matarte, hay
que dejarlo en
paz. Ya escribió el Rav Kuk en una de sus cartas que hay que
evitar
exclamaciones de lucha y odio contra los árabes aquí,
como: “¡Al enemigo!”
(Iguerot Bet 398. Y también 411).
Pregunta: ¿No
es demasiado leal o izquierdista semejante actitud?
Respuesta: Si.
Es conocida la famosa fórmula: Leal al gobierno = izquierdista =
antisemita.
Ser leal al gobierno no quiere decir ser ciego, sino que alegrarnos con
que
tenemos un país y reconocer su valor. También ser
izquierdista es una expresión
compleja, que incluye diferentes cosas. Pero para no dañar
minorías, con
acciones o palabras, para eso no se necesita ser izquierdista desde el
tobillo
a la cabeza, alcanza con ser persona. Hay una carta de crítica
de nuestro Rav,
el Rav Tzvi Iehudá Kuk dirigida a un director de escuela, donde
él habla de
alumnos que ofendieron un árabe en la calle (Sijot HaRav Tzvi
Iehudá 119). Y
también tiene un artículo donde critica un diario que
publicó una pillería que
le hicieron a un árabe en el ómnibus, y le escondieron
los zapatos (Sijot HaRav
Tzvi Iehudá 119-120).
Pregunta: Es
cierto que no todos los árabes son asesinos, pero todos quieren
robarnos
nuestra tierra, entonces, ¿por qué debemos comportarnos
con ellos en forma
moral?
Respuesta: No
está relacionado al tema. También eso nos
enseñó nuestro Rav, el Rav Tzvi
Iehudá Kuk. Nuestra lucha es una lucha nacional, esta tierra es
nuestra, es Eretz
Israel (
Pregunta: El
comportamiento de los árabes, o en otras palabras, los
musulmanes, se va
descarriando no sólo en nuestra tierra sino que también
en todo el mundo.
¿Realmente hay esperanzas que vuelvan al buen camino?
Respuesta: No
sólo que hay esperanzas, sino que hay certeza absoluta y fe
plena. Y también si
parece difícil, no se debe perder las esperanzas. Así
será. ¿Cuándo será? No
sabemos – pero lo será. Nuestros sabios nos enseñaron que
al final Ishmael se
arrepintió (Baba Batra 16B), y eso insinúa lo que
ocurrirá. En el pasado había
musulmanes muy morales, y también hoy en día los hay. No
se debe desesperar. No
es en vano que rezamos tres veces por día por el arrepentimiento
de todo el
género humano.