Shabat Jol HaMoed 19 de
Tishrei 5769 Sucot
La fortaleza
Rav
Iaacov Filver
En su libro “Mahamarei HaReaya”
(Pág. 149) explica el Rav Kuk que
Explica el Rav Kuk que justamente cumpliendo
la mitzva de
En el libro “Nejemia” (Cáp. 8)
está escrito: “Por manera que toda la comunidad de los que
habían vuelto del
exilios se hicieron Sucot, y habitaron en las mismas, pues
desde los
días de Ioshua, hijo de Nun, hasta aquel día no
habían hecho así los hijos de
Israel”. Cómo puede ser que desde los días de Ioshua –
durante toda la época
del primer Beit HaMikdash (El Templo) – los hijos de Israel no
construyeron Sucot?. Y así formula esa pregunta el
Malbi”m en su
comentario allí: “Es muy extraño que Am Israel
(el Pueblo de Israel) no
construyó Sucot desde la época de Ioshua hasta
ese momento” (ver Moadei
HaReaya, del Rav Tzvi Neria z”l, Pág. 97 respecto a esa
pregunta). El Jatam
Sofer (Torat Moshé, Parashat Haazinu) contesta esa pregunta
basándose en un
versículo anterior, que dice “conforme a lo escrito” (Nejemia
8:15): Ellos
construyeron una Suca mínima, de “dos paredes como
corresponde y un
palmo”, a pesar que no es la forma más adecuada de cumplir la mitzva
con
plenitud (ver allí, por qué lo hicieron de esa forma). Y Sucot
de ese
tipo no habían construido ya hacía mucho tiempo.
Según la explicación del Rav Kuk, se
puede entender por qué en esa época, la época de
Ezra y Nejemia, construyeron
justamente de esa forma las Sucot, y no cumplieron la mitzva
en
forma plena, construyéndolas con cuatro paredes: En la
época de Ezra, los
exiliados que regresaron a la tierra eran pocos y la situación
era muy difícil,
como dice el versículo “de esta suerte estábamos
trabajando en la obra [de la
reconstrucción de la muralla de Ierushalaim. N. del T.], y la
mitad de los
trabajadores tenían asidas las lanzas desde el despuntar del
alba hasta que
salían las estrellas” (Nejemia 4:15). Los gentiles se burlaban
de ellos: “Qué
están haciendo esos judíos desgraciados?” (Nejemia 3:34).
En esa situación de
debilidad, era necesario fortalecer la moral del pueblo y devolverle la
seguridad en sí mismo: La fortaleza del pueblo no reside en su
cantidad
numérica, sino que justamente en su calidad espiritual. Y eso lo
lograron
construyendo una Suca, en la que no son sus paredes las que
protegen
sino que el espíritu que se esconde en ella.
Y como en la época de Ezra, también hoy
en día necesitamos fortalecer la moral nacional. Como
escribió el Rav Kuk: “Y
de ello podremos aprender para todas las generaciones, porque
también para la
construcción de nuestra casa nacional necesitamos fortalecer
primeramente el aspecto
espiritual. Y si bien las armas nuevas y sofisticadas son capaces de
perforar
también las fortalezas más herméticas, y pueden
vencer gruesas murallas de
metal, ellas no son capaces – y no hay ninguna herramienta que sea
capaz – de
derribar la fuerte muralla de
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He
caído – y me he
levantado
Rav
Shlomó
Aviner
Pregunta: Qué será
de mí?. Yo me arrepiento –
y caigo de nuevo. Vuelvo a arrepentirme – y nuevamente caigo. Ya no soy
capaz
de contar las veces que he caído!. De qué vale que me
levante, si después
nuevamente vuelvo a caer?. Estoy desesperado, no tengo remedio.
Respuesta: Al
revés. Tú eres un valiente
luchador, porque a pesar de caer – vuelves a levantarte. Por supuesto,
no
puedes contar las veces que te has levantado: Muy bien!.
Hay un cuento chino, que habla de un muchacho sin seguridad en
sí
mismo, sin valentía. Su padre fue a un maestro de artes
marciales para
solucionar el problema. “Déjamelo, y dentro de tres meses lo
recibirás como un
valeroso guerrero”, dijo el maestro.
Después de tres meses, volvió el padre. “Siéntate,
y observa una lucha
entre nosotros”, le dijo el maestro. “Y verás cuán
valiente es tu hijo”.
Pero para la desgracia del padre, al primer golpe el maestro
tiró a su
hijo al suelo. Este se levantó, volvió a enfrentar al
maestro – y cayó
nuevamente. Eso se repitió una y otra vez: El hijo sólo
alcanzaba a levantarse,
y el maestro ya lo estaba atacando y lo tiraba al suelo. El padre se
avergonzó.
Le dijo el maestro: “Hemos hecho de tu hijo un valiente guerrero!”.
“Eso es un
guerrero?!”, se extraño el padre, “todo el tiempo lo tiran al
suelo!”. “Perdón,
pero no has entendido el punto principal”, le contestó el
maestro. “Te has dado
cuenta cuanto vigor y valentía tiene tu hijo, que a pesar de ser
vencido una y
otra vez, no se retira ni se desalienta, poniéndose a llorar en
el suelo, sino
que vuelve a levantarse y enfrentarme una y otra vez!. Has contado
cuántas
veces se ha levantado?. Eso es ser valiente!”. Ese es el fin del cuento.
La regla, es: A veces también un valiente guerrero es vencido en
la
lucha. Eso no es una tragedia. La tragedia es ser vencido sin luchar.
“Siete veces caerá el tzadik (justo) – y se
levantará”. También
un tzadik cae. O para ser más exacto, sólo un tzadik
cae: El
malvado no cae, porque siempre está titado en el suelo,
desesperado.
El principal enemigo de la persona es el desaliento. Dijo el Maguid
de Mezritch: El principal objetivo del Ietzer HaRrá (el
mal instinto) no
es hacer que la persona peque, sino que se desaliente. "Lo has
intentado
tantas veces, y fuiste derrotado. No tienes remedio. Es preferible que
ni
siquiera lo intentes".
En efecto, D's no creó a la persona de forma tal que no pueda
caer. No
es un ángel, y puede llegar a tropezar. Como dice el Rav Kuk,
"debe
cuidarse de no pecar. Pero si ya ha pecado, debe arrepentirse" (Iguerot
HaReaya Alef, Pág. 85). En un principio hay que cuidarse, y si
ha sido
derrotado hay que arrepentirse. Es posible remediarlo todo.
Ocurrió una vez que un maestro novicio tenía que
enseñar en una clase
de 12avo grado en una escuela de rehabilitación de
delincuentes juveniles.
Él era vergonzoso y modesto, muy poco afín con el papel
que tenía que cumplir.
El primer día de estudios se sentó en la sala de
profesores cuando su corazón
latía con fuerza. Cuando sonó el timbre se dirigió
a la clase, temblando y
sintiendo escalofríos. De tanta emoción, cuando
entró se tropezó con la puerta
y calló tendido en el suelo. Los alumnos irrumpieron en risas
salvajes. Empezó
con el pie izquierdo: Un error fatal. No sabía qué hacer
consigo mismo, tendido
en el suelo, cuando los alumnos le tiraban tizas, papeles y gritaban
insultos.
Finalmente se les terminaron las tizas, las pelotas de papel y agotaron
todo su
grosero léxico, se cruzaron de brazos y lo miraron con
desprecio, para ver qué
hará ahora. Se levantó lentamente, y dijo: "A veces se
cae, pero el punto
es si se sabe levantar". Todos se quedaron mudos, entendieron el
mensaje y
le batieron palmas.
Quizás tu digas: "Para siempre habré de luchar?. Toda mi
vida será
una lucha?" – puede que sí. También Tzaha"l (el
Ejército de
Defensa de Israel) lucha desde la declaración de la
independencia, y todavía
tenemos enemigos. Ese es el mensaje del libro "Tania" –
"el libro de los medianos", de los que su Ietzer HaRrá
los
acecha toda su vida, en una lucha de desgaste, y ellos lo combaten sin
descanso. Esa es la voluntad de D's: Que luches toda tu vida, que seas
un
soldado – como dice en el prólogo el libro "Mesilat Iesharim".
Cada día arrepiéntete de tus pecados, cada día
sacúdete de tus pecados,
cada día comienza de nuevo con un nuevo espíritu, siempre
fresco, siempre listo
para la batalla, siempre con vigor y valentía nuevos.
Fortalécete y refuérzate. Marchas por el buen camino,
pero es un largo
camino. Fortalécete y refuérzate, y finalmente
vencerás.
Departamento
ibero-americano
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