Edición semanal
Basada en materiales de Majón Meir

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Parashat Emor     13 de Iyar 5775     No 1016


Rav David Landau

Emor
Rav David Landau

“Habla a los Cohanim (sacerdotes)” (Vaikra 21:1). Los Cohanim son los encargados de la labor del kodesh (lo santo), la labor en el Mikdash (Santuario). El Mikdash da vida y alumbra a todo el Clal Israel (la totalidad genérica del Pueblo de Israel), y vincula a los individuos particulares y todos los detalles con el punto central. El Mikdash es el corazón de todo Am Israel (el Pueblo de Israel). En la primera parte de nuestra Parashá se habla del orden de la vida pormenorizado de las personas que están vinculadas con el centro del Mikdash, según sus niveles: En primer lugar los Cohanim, y luego el Cohen Gadol (Supremo Sacerdote). De ello se continúa la irradiación y la manifestación de la gloria Divina para todo Clal Israel: “Bendito sea nuestro Señor, que nos ha creado para Su gloria”.
Pero en los últimos versículos de nuestra Parashá (Vaikra 24:10-23. El episodio del que maldijo) se habla de un detrimento y un escollo para la manifestación del resplandor Divino, del brillo de la luz Divina. Es un deterioro social, un deterioro en el público y en la sociedad. Es un deterioro en el vínculo entre el Nombre del Cielo que se manifiesta en la sociedad judía, es una afrenta del honor de la Torá, el resplandor de la Torá en Clal Israel. Todo deterioro de la fe, del Nombre de D’s, es un deterioro de “y Yo moraré dentro de ellos” (Shmot 25:8), de la Shjina (manifestación de la presencia Divina). Y cuando es aclarado y es corregido, se eleva el “moraré dentro de ellos”.
Cuanto más se añade diligencia y cuidado de la Torá, del conocimiento de la Torá y de la comprensión y vinculación con la Torá, nos hacemos merecedores de difundir el resplandor de la Torá y hacemos merecedores al público, y también los alejados, los apikorsim (herejes) y todos los otros confundidos en cuanto al Nombre del Cielo, la Torá, las mitzvot y la kdushá (santidad) de Am Israel.
Dicen nuestros sabios: “¿Tú deseas ver la Shjina en este mundo?” – ¡es posible! – “ocúpate de la Torá en Eretz Israel (la Tierra de Israel)”, en forma auténtica, por la buena causa. En el plano de la halajá y de la agada (parábolas). La agada es el alma de la Torá, pequeña en cantidad y grande en calidad. En la Torá hay halajá y agada, y la Torá incluye a ambos. Y en base a ello seremos merecedores del resplandor de la Torá, de la manifestación de la presencia Divina en Am Israel. “Un nuevo resplandor brillará sobre Tzion, y seremos merecedores todos” - y haremos merecedores a todos - “pronto de su luz” (según Sijot HaRav Tzvi Iehudá, Vaikra pág. 210-211). 

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 Dov Bigún
Director de Majón Meir
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Rav Shlomó Aviner

Cuídense de los neo-conservadores
Rav Shlomó Aviner

“Yo tengo fe plena que esta Torá no será cambiada, y no habrá otra Torá por parte del Creador, bendito sea” (13 principios básicos de la fe del Ramba”m).
Yo tengo fe - pero lamentablemente hay quienes no tienen, desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días, y en cada generación el Ietzer (mal instinto) de la herejía se renueva, y en cada generación surgen herejes de un tipo nuevo: La congregación de Koraj, los cristianos, los Tzadokim (Saduceos), los Karaim (Caraítas), y más y más.
Los reformistas arguyen que la Torá no es del Cielo, sino que fue compuesta por distintas personas que eran conceptuadas como inteligentes en su época. Los reformistas se piensan más inteligentes y por ello según su voluntad borran y agregan. Es espantoso, pero por lo menos está claro de qué se trata.
Pero no es así con los conservadores, que marchan bajo una espesa nube en el campo de batalla. Ellos piensan que la Torá es celestial y la halajá es válida, pero la interpretación de la halajá está en sus manos. Y por ello, en la práctica, también la Torá cambia  bajo sus manos. Es cierto que hay muchos matices distintos, hay más cercanos a los reformistas o más cercanos a los ortodoxos, pero el común denominador es que ellos son los autorizados para interpretar la halajá.
Pero, ¿según qué la interpretan? Según la época, de forma que la Torá va cambiando gradualmente. Es una teoría positivista-histórica, es decir, la Torá es de origen Divino pero se va matizando según la concepción viva del hombre. Por ello, lo que le confiere validez a la halajá no es su origen Divino, sino que su acomodación histórica. Por ejemplo: Ellos piensan que está permitido que una mujer lea la Torá en público, porque ese es el honor del público hoy en día.
También en nuestros días hay fuertes presiones sobre el público religioso para que cambie la halajá y la acomode a la sociedad: Conversión sin aceptado de las mitzvot, mezclado de hombres y mujeres de distintas formas en el Beit Kneset (Sinagoga) y en general, autorización de kashrut sin respeto del Shabat, legitimación de relaciones entre hombres, casamientos con gentiles u otros casos que están prohibidos casarse, prendas de vestir impúdicas, embarazo sin casamiento, mujeres en la conducción del público, etc.
Esa es la regla: La halajá se va desarrollando según la sociedad y el mundo que nos rodea. El elemento Divino está sujeto al elemento humano. Le dan autoridad a la halajá, pero al mismo tiempo la des autorizan: La halajá es obligatoria, pero está sujeta a la influencia histórica perpetua, y ella debe adaptarse a las costumbres del público. Porque de lo contrario, dejará de ser relevante.
Por supuesto, esa posición es producto de la falta de fe en la nación, en la generación, lo que podría ser comprensible en las épocas oscuras de la destrucción, cuando los débiles de fe pensaron que no hay más remedio, no hay esperanzas. Pero por supuesto que no en nuestra generación, una generación de
Gueulá (Redención), la generación del renacimiento, en la bondad de D’s.
Sólo queda una cuestión a aclarar: ¿Cuál es la interpretación auténtica? Porque surgen todo el tiempo preguntas nuevas. La regla es que todas las preguntas tienen su respuesta en la Torá, la Torá escrita y la Torá oral – es decir, el
Talmud Babli. Lo nuevo, está insinuado en lo viejo. “‘Y será que cuando escuches, escucharás’ (Shmot 15:26) – si escucharás lo viejo, escucharás también lo nuevo” (Rashi, citando el Sifri). A través de la vinculación y la fidelidad a lo viejo, sabremos lo nuevo.
Por ello, el
Gaón (genio del estudio de la Torá), el Rav Iosef Dov Solovietchick determinó tres criterios al respecto. Dicho sea de paso, el judaísmo liberal de hoy en día repite lo que ocurrió en EE.UU., con retraso de 40 años. Y nosotros estamos hoy en día en esa “guerra”, como dice el Rav Solovietchick.
La primera condición para ser uno de los sabios que determinan la
halajá: Ser un auténtico estudioso. No puede ser que una persona hable de matemática o de física sin ser un experto en ese tema. Así también hay que ser un experto en toda la halajá, en profundidad, antes de empezar a tratar nuevas cuestiones - lo que lleva decenas de años de estudio dedicado.
Segunda condición: Hay que reconocer la
kdushá (santidad) de la halajá y su eternidad, por encima de todas las épocas y de todas las situaciones, sin ninguna coerción de la situación social, política o cultural.
Tercera condición: Hay que interpretar la
halajá según las concepciones, bases y caminos de los sabios de Am Israel (el Pueblo de Israel), Rishonim y Ajaronim: Rashi, Ramba”n, Sha”j, Rabí Akiva Iguer, etc.
Por supuesto, dice el
Gaón, el Rav Solovietchick, el que andará por ese camino no podrá llegar a alguna conclusión como cambiar en algo el rito o introducir un coro de hombres y mujeres en el Beit Kneset (Sinagoga) u otras innovaciones (Ish Al HaEda 184-183).
Por ello, no debemos dormirnos en la guardia. Por favor, seamos
jaredim. Jaredi no es un término de oprobio, jiloni (secular) lo es. Por supuesto que no hay que ser jaredi en el sentido de negación de las obras de D’s de gueulá (Redención) de Su pueblo y Su tierra, sino que hay que ser jaredi en el sentido de fidelidad a la Torá y vinculación con D’s. Y no es por casualidad que el Shuljan Aruj comienza: “Y no se avergonzará de las personas que se burlan de él en el culto a D’s”. Y antes escribe: “‘Tendré presente a D’s siempre’ es la gran regla de la Torá y los niveles de los tzadikim (justos) que andan frente al Señor”.