Parashat Vaieji
12 de Tevet 5775 No
1000
Rav Eial
Vered
Y un momento antes de pasar a esa
dimensión es
necesario atar varios cabos que quedaron abiertos.
Lo primero, es la hermandad.
En
En
Tal parece que Iaacov es
consciente de todo ello, y
por ello no teme generar una situación que en otras
circunstancias y momento
podrían haber creado una desgracia no pequeña. Iaacov,
frente a los
estupefactos ojos de Iosef, prefiere a Efraim frente a Menashe. Iosef,
que él
mismo sufrió lo que puede producir una predilección de
ese tipo, intenta correr
las manos de su padre, físicamente.
Pero Iaacov sabe lo que Iosef no
sabe: “Lo sé, mi
hijo, lo sé… pero su hermano menor será más grande
que él” (Bereshit 48:19). A
pesar que crecerá, permanecerán hermanos. La hermandad no
será estropeada. Y
así ocurrirá realmente en la época de
Guidón, de la tribu de Menashe, que
cuidará la hermandad para con sus hermanos de la tribu de
Efraim, “¿acaso no
valen más los residuos de la cosecha de Efraim que los
viñedos de Aviezer?”
(Shoftim 8:2).
También las bendiciones de
las tribus, que incluyen
reprimendas y relevo de papeles, Iaacov lo hace en presencia de todos,
y no hay
quién proteste.
La hermandad corrige. Iosef, que
intenta convence a
sus hermanos que no tiene intenciones de hacerles ningún
daño les dice “¿acaso
hay alguna persona que mata a su hermano?” – y realmente, lo hubo. Pero
la
hermandad fue corregida.
La segunda corrección es
el agradecimiento.
En contraste,
En forma extraña,
también Iosef les agradece a sus
hermanos. “Hasta que ustedes llegaron, murmuraban que yo soy un esclavo
liberado, y gracias a ustedes todos saben que soy una persona libre…”.
Pero no solo dentro de
Y luego también le hacen
un funeral. Eso es todo el
tema del funeral, agradecerle al difunto. Ellos reconocen el valor de
Iaacov,
saben por mérito de quién cesó el hambre. El
agradecimiento toma su lugar
nuevamente, y cuando vuelva a desaparecer, el versículo se
empeñará en hacerlo
notar “se levantó un nuevo rey en Egipto, que no conocía
a Iosef” (Shmot 1:8).
Lo tercero, es la sensibilidad.
Parashá
Bereshit concluye con una humanidad que está ocupada en tomar y
no entregar.
Cada uno está ocupado tomando para sí mismo. No le
interesa en absoluto qué le
falta a su prójimo: Lo que le interesa es qué
podrá tomar de su prójimo.
Mientras que en nuestra Parashá,
cuando los
pueblos de Knaan ven el funeral de los egipcios, eso les toca el
corazón, la
carencia de la nación egipcia, su sufrimiento, le importa a los
pueblos de
Knaan, “un luto pesado para Egipto” (Bereshit 50:11) y ellos incluso
llaman al
lugar de acuerdo al episodio, “Luto de Egipto”.
Pero tal parece que el
corregimiento más grande de
todos, es el de la muerte. Parashá Bereshit
nos encontró con la muerte. Mientras que Parashá
Vaieji, ya desde su
nombre mismo, nos enseña que existe una victoria sobre la muerte.
Esa victoria tiene su expresión en la
determinación de
La respuesta que nos da
En las generaciones de Parashá Bereshit y el
comienzo de la
humanidad cada generación refutaba la generación
anterior. No hay continuidad.
Comienza con Kain y Hevel, que lesionan la continuidad del Primer
Hombre en
forma severa, continúa con Lemej, y luego con Jam que se revela
frente a Noaj.
Hasta Avraham, que se revela frente a su padre.
A partir de Iaacov y en más, la idea
continuará, con plenitud, en todo
su esplendor. “Escucha, Israel, el Eterno es nuestro D’s, el Eterno es
uno” (Dvarim
6:4). Según la interpretación sencilla. Iaacov, Israel,
escucha que su idea, de
la casa de su padre, de la familia que está a punto de
convertirse en pueblo y
descubrirle a la humanidad su auténtico creador, esa idea
continuará como la
columna de fuego a lo largo de los años de la historia. Nuestro
patriarca
Iaacov no murió.
Esa vida, se aferra de la letra “vav” que une, “y
estos son los
nombres de los Hijos de Israel” (Shmot 1:1). Hay un vínculo con
el libro
anterior, con la idea anterior [la letra “vav” en hebreo, es
“y”. El
libro Shmot comienza diciendo “y estos son…”, unido con el final del
libro
anterior. N. del T.]. Hay libros donde dicen que en vez de “y estos son
los
nombres” hay que leer “y estas son las almas”. Es un relato de almas,
no de
cuerpos. El cuerpo es sólo un estuche, que a veces es cambiado,
pero la esencia
permanece, y ella es el alma.
Parashá Vaieji corrige
todas esas averías que
quedaron sin solución desde
Donación
de emergencia
Majón Meir se
encuentra en
una muy difícil situación financiera que le dificulta
continuar con su
actividad y pone en peligro de cierre su actividad en Arutz Meir.
Queridos amigos de
Majón
Meir, los necesitamos hoy más que siempre para continuar con
nuestra bendita
actividad y nuestro estudio y enseñanza de
Por favor, apóyenos
con su
donación y serán bendecidos del cielo.
Director de Majón
Meir
El fin no
justifica los medios
Rav
Shlomó Aviner
Pregunta: ¿Acaso
hay que cumplir las mitzvot de
Respuesta: El
Señor del Universo no desea que cumplamos una mitzva si
para alcanzarla debemos realizar actos negativos. Si nos es imposible
cumplir
el precepto sin cometer una transgresión, D’s renuncia a esa mitzva.
Bienaventurado es quien cumple la mitzva del Lulav,
pero
no con un Lulav robado: “Porque yo, el Señor, amo la
justicia; aborrezco
la rapiña y la injusticia…” (Ishaya 61:8). Nuestros sabios
comentan: “Incluso
para ofrecer un sacrificio de Olá ante D’s, no se debe
robar” (Suca 30).
El Talmud agrega: “Esto es similar a un rey que pasaba por la
aduana. Le
dijo a sus siervos: ‘Den este dinero a los cobradores de impuestos’. Le
dijeron: ‘¿Acaso todo el dinero de los impuestos no es vuestro?’
El rey les
dijo: ‘De mi aprenderán todos los que pasan a no evadir el pago
de los
impuestos’. Asimismo, D’s dijo: ‘Porque yo, el Señor, …
aborrezco la rapiña y
la injusticia’. Mis hijos aprenderán de mí y se
alejarán del robo” (Suca 30).
Ni siquiera para cumplir una mitzva para el Rey de los Reyes
está permitido robar - ni para construir sinagogas ni casas de
estudio, ni para
mantener ieshivot o Talmudei Torá. Si
conservamos esas
normas, entonces todos aprenderán y verán como obvio que
no hay que robar.
En el Talmud Ierushalmi figura una alegoría
aún más
fuerte: “Un hombre trajo un presente al rey, pero el soberano
descubrió que era
un objeto que le habían robado a él mismo. Desgraciado el
hombre cuyo defensor
se ha transformado en acusador” (Ierushalmi, Suca cap. 3). Un precepto producto de la transgresión no
sólo
que ya no es tal sino que en sí se transforma en pecado.
Rabí Moshé Jaim Luzzato recalca que el cumplimiento de
las mitzvot
a cuenta del tiempo de trabajo también es considerado como un
robo y no es
aceptado por D’s. “Incluso si alguien cumplió una mitzva
durante su trabajo,
no le será atribuida como un acto justo, sino como una
transgresión. No hay
pecado que pueda ser mitzva. Como
está escrito: “Porque yo, el Señor, … aborrezco la
rapiña y la
injusticia”. Acerca de este mismo tema dijeron los sabios: “Si alguien
robó una
medida de trigo, la molió e hizo pan, y luego recita la
bendición sobre el pan;
no está bendiciendo a D’s, sino que por el contrario, lo
blasfema; como está
escrito: ‘Porque el inicuo se jacta de la ambición de su alma, y
se gloría el
despojador, despreciando al Señor’ (Tehilim 10:3)” (Baba Kama
94). Al respecto
está escrito: “Desgraciado el hombre cuyo defensor se ha
transformado en
acusador”. Este enfoque es confirmado por las normas determinadas por
nuestros
sabios acerca de un Lulav robado.
Lo que se dice acerca del cumplimiento de mitzvot en el tiempo
de trabajo es lógico. Después de todo, si el hurto de un
objeto es considerado
robo, por consiguiente, el robo del tiempo también lo es.
Así como quien roba
un objeto y realiza una mitzva ‘su defensor se transforma en
acusador’;
también quien roba tiempo y lo emplea para cumplir un precepto,
‘su defensor se
transforma en acusador’. D’s no desea más que honradez” (Mesilat
Iesharim
Cap.11).
Antes de cada comida o rezo hay que hacer netilat iadaim (lavado
de las manos). Del mismo modo, antes de realizar todo acto de santidad
debemos
estar seguros que nuestras manos están limpias. El Rav Kuk
escribe: “Una
persona debe asegurarse que sus objetivos son santos y puros, y que los
medios
que empleará para alcanzarlos también son santos y puros”
(Olat Reaya Bet 257).
Escribe además: “Hay cosas que son buenas y santas, pero que los
motivos que las mantienen en el mundo son negativos, como por ejemplo,
la
debilidad, la mentira, la maldad, que a veces pueden apoyar principios
buenos
tales como la vergüenza, la modestia, la fe. Sin embargo,
así como la bondad
que reciben los justos de los malos es para ellos maldad,
también la bondad que
recibe los fundamentos buenos y de santidad de lo malo y lo impuro
produce muchos
males.
Y la luz de la redención iluminará realmente sólo
cuando se hayan
destruido todos los fundamentos negativos, mismo aquellos que sostienen
lo
bueno y lo sagrado.
A pesar del sufrimiento que será provocado al bien, a lo santo y
a la
fe, al debilitarse, esta degradación y caída
constituirán en realidad una
elevación y una esperanza.
Cuando se logre la descomposición completa de esos cimientos
negativos,
surgirá de inmediato una luz resplandeciente de la santidad, en
base a los
fundamentos sanos del conocimiento, la sabiduría, la fuerza, la
belleza, la
eternidad y el esplendor. De este modo, será establecido el
reino de D’s, en
todos los mundos, para que su luz sublime y su bondad aparezcan en el
fin de
los tiempos. Este será el cumplimiento del pacto fiel y eterno
de D’s con David
que nunca será anulado: “Yo haré con vosotros pacto
eterno, el de las
misericordias prometidas a David” (Ishaya 55:5).